Opinión
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El capital humano y la carreta y el caballo
L

a semana pasada, en Italia, el presidente Peña recomendó al primer ministro Matteo Renzi que impulsara los cambios en el ámbito educativo, a pesar de las resistencias. Peña definió la reforma educativa como la más importante, la de mayor calado y de largo plazo, porque se refiere a la formación de capital humano. Peña no hablaba a los italianos, sino a la CNTE y a la sociedad mexicana en general.

Hay un conflicto poselectoral en curso –que previsiblemente viviremos por n elecciones más–, pero existen, aunque inacabados, los canales institucionales para resolver unas diferencias que continúan originándose en las trampas, la compra de votos, la violación de los procedimientos, la inaceptabilidad de la derrota y en la entrada en juego de dinero ilegal. Pero antes, durante y después de los comicios hay un magno problema político y social: una reforma educativa a la que, por hoy, no se le ven puertas de salida.

El asunto de la educación es y seguirá siendo, en el futuro previsible, una arena de conflictos permanente, una arena de la lucha política: en la educación está el futuro de la sociedad y muy distintos intereses aspiran a muy distintas formas de la organización socioeconómica. En el conflicto actual parecen estar, de un lado, intereses inmediatos, que parecen reducirse a la negativa de un número importante de profesores que se niegan a ser evaluados, aunque sus demandas incluyen el rechazo de la reforma educativa en bloque y hasta la demanda vivos se los llevaron y vivos los queremos, refiriéndose al indescriptible crimen de los normalistas de Ayotzinapa.

Se trata de un asesinato cometido por el crimen organizado en aparente colusión con alguno o algunos de los espacios institucionales del Estado. Este crimen, con todo su horror, es ajeno al asunto de la evaluación de los profesores. Mantenerlo la CNTE como una de sus demandas le permite no llegar nunca a una solución, porque el Estado no parece estar en la posibilidad de regresar vivos a los estudiantes. O, si mediante quién sabe qué salida, la SEP renuncia a evaluar a esos profesores y la CNTE para el conflicto, quedará claro que esta agrupación de profesores utilizó de manera nauseabunda tal demanda.

Del lado del Estado sí hay una visión de gran calado y de largo plazo, y de EPN para abajo, no pocos miembros del equipo gobernante han hablado de propósitos casi exclusivamente economicistas: La formación de capital humano. T. W. Schultz, es considerado el padre de la economía de la educación y de la teoría del capital humano.

De Howard Botwinick ( Persistent Inequalities. Wage Disparity under Capitalist Competition. Princeton Uni­versity Press. N. Jersey. 1993) proviene una de las primeras críticas a la señalada teoría. Escribió, refiriéndose a Gary Becker: “… Escrito en 1964, el libro sobre la teoría del capital humano de Gary Becker inicialmente pareció ser un gran avance repentino, ideológico y metodológico, para la teoría neoclásica. No sólo proporcionaba a los economistas conservadores neoclásicos la oportunidad de realizar algo de su propio trabajo empírico dentro del mercado de trabajo, sino que desarrolló un marco teórico de la elección, que básicamente hacía recaer la responsabilidad de las notorias desigualdades de la distribución del ingreso no en el sistema, sino en las propias víctimas (itálicas de Botwinick). El argumento sostiene que si los trabajadores realmente quieren mejorar su status económico dentro del sistema, todo lo que tienen que hacer es una elección racional para ‘invertir’ en más educación y formación profesional. Esta inversión en capital humano mejoraría su productividad marginal, y los mecanismos de la competencia dentro del mercado de trabajo garantizarían su recompensa correcta. Esto sería claramente decisión suya”.

La CNTE no está en la capacidad de dar un debate de fondo sobre la reforma de la educación en México. Tendría que ser un debate entre los partidos que concurren en el Congreso, con la participación de los profesores y de la sociedad en general, y tendría que referirse al conjunto del sistema educativo. Mucho aprenderían los profesores, los trabajadores y la sociedad en general, de este debate.

Por supuesto, el debate puede darse por niveles educativos, sin perder de vista los objetivos finales. Uno de los objetivos, para las izquierdas y para la sociedad en general, es echar fuera el concepto de capital humano, que es un engaño más del mainstream económico.

Racionalmente, una reforma educativa comienza por los acuerdos sobre los modelos educativos que se pondrían en marcha. A ello seguiría la capacitación de los profesores sobre los contenidos y metodologías de esos modelos, y sólo así podría contarse con un referente conforme al cual sería posible diseñar los modelos de evaluación pertinentes.

El 1º de diciembre de 2012, EPN tomó posesión; el 2 firmaron el Pacto por México, EPN, PRI, PAN y PRD. El pacto contiene cinco acuerdos; el segundo se llama Crecimiento económico, empleo y productividad. Ahí se introduce ya el tema de educación, ciencia y tecnología. ¿Sabía especialmente el PRD qué estaba comprometiendo? El 18 de diciembre de 2012 escribí un primer artículo sobre la reforma educativa peñista: la carreta estaba delante de los caballos. Durante 2013 escribí al menos una docena de artículos insistiendo en la necesidad de los referentes necesarios para hacer una evaluación de los profesores. Muchas otras voces también lo hicieron. Hoy tenemos un lío de pronóstico reservado.