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Razón de ser conmemora 40 años del museo; es una mirada en resistencia: Ganado Kim

Presentan catálogo de la Colección Carrillo Gil
Foto
Desnudo (la guitarra), 1946, piroxilina sobre madera comprimida, de David Alfaro Siqueiros, perteneciente a la Colección del Museo de Arte Carrillo Gil, que figura en el catálogo por los 40 años del recintoFoto cortesía del museo
 
Periódico La Jornada
Viernes 5 de junio de 2015, p. 4

El año pasado el Museo de Arte Carrillo Gil celebró 40 años y con ese motivo publica el catálogo conmemorativo Razón de ser, que reúne textos y reproducciones de obras de su colección.

La presentación se efectuó el pasado miércoles en la sala Manuel Ponce del Palacio de Bellas Artes.

Ahí, Carlos Palacios, curador del museo Carrillo Gil y coordinador editorial del libro, expresó que la finalidad es hacer una presentación del acervo, la cual se escape del ámbito temporal de los fenómenos expositivos y se instaure simplemente como una ayuda para investigadores que la aborden de manera crítica.

Debido a la imposibilidad de reproducir las casi 350 obras de los artistas mexicanos más relevantes de la Colección Carrillo Gil, se basó en cuáles de ellas habían sido más solicitadas a lo largo de esos 40 años para exposiciones, que su fortuna crítica fuera más rica, explicó Palacios.

Razón de ser también incluye un núcleo dedicado a los grabados japoneses de la Colección Ukiyo-e, probablemente los únicos, no sólo en un acervo mexicano, sino latinoamericano.

A Palacios también le parecía necesario introducir al doctor Álvar Carrillo Gil (1898-1974) como coleccionista en el escenario latinoamericano, pues desde 1946 las obras de su propiedad empezaron a viajar por el mundo.

Acervo clave

Para Edgardo Ganado Kim, quien fue curador en jefe del museo Carrillo Gil de 1992 a 1998, la colección que formó el médico yucateco constituye una mirada sobre la construcción paralela, distinta, crítica de la visión institucional del arte mexicano.

Es decir, “el Estado ha propuesto una visión del arte nacionalista, indigenista, durante muchísimos años, legitimadora de un proceso revolucionario, posrevolucionario, en la que evidentemente José Clemente Orozco –Carrillo Gil fue su gran coleccionista– no estaba de acuerdo, y mucho menos el doctor”. De allí que los cuadros de Diego Rivera son de su periodo cubista, aunque aclaró que no son fundacionales.

La Colección Carrillo Gil es una mirada en resistencia, no sólo a la institución, sino a la producción de los propios artistas de ese momento.

El crítico de arte lamentó que el médico no haya sido muy, muy rico porque, de ser así, hubiéramos tenido una colección no sólo de arte mexicano, sino moderno.

Según Ganado Kim, Carrillo Gil coleccionó las estampas japonesas porque se dio cuenta de que algo del arte moderno parte de su conocimiento.

Santiago Espinosa de los Monteros, curador independiente, señaló que esta colección anímica, aparte de las piezas fundamentales, tiene el trayecto del creador para llegar a estas obras mayores. Situó a Carrillo Gil como un gestor cultural, aunque quizá no se asumía como tal y recordó que su relación con muchas de las autoridades culturales de su época tuvo sus vicisitudes.

Se trata de una colección clave en la historia de la pintura en México, sin la que no podría existir mucho de lo que viene después, aseguró Espinosa de los Monteros, e hizo votos para que más museos, sean del circuito del Instituto Nacional de Bellas Artes, privados o de los estados, tengan un libro de tal naturaleza.

Vania Rojas, directora del museo Carrillo Gil, moderó la mesa. Asistió también el museógrafo Armando Sáenz Carrillo, nieto del coleccionista.