Sociedad y Justicia
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Investigan reacción sísmica de edificios antiguos
 
Periódico La Jornada
Domingo 24 de mayo de 2015, p. 38

El Grupo de Monumentos Históricos del Instituto de Ingeniería (II) de la UNAM investiga el comportamiento sísmico de las estructuras antiguas de México con el fin de conocer sus vulnerabilidades y proponer técnicas de reforzamiento para su preservación.

Este tipo de estudios es reciente y en desarrollo, pues a diferencia del concreto o el acero (de los que se sabe mucho por su empleo actual), falta ahondar en la conducta de materiales como la piedra y el mortero de cal, presentes en los inmuebles de antaño.

Por ello, Marcos Mauricio Chávez Cano estudia la reacción de estas construcciones ante un evento telúrico y busca determinar las fallas más comunes. Así, ha determinado que el daño más recurrente se da en las torres, que casi siempre colapsan los campanarios y, en menor grado, las cúpulas.

No hay edificaciones iguales, sostuvo el investigador de la UNAM. Cada una responde diferente ante un sismo debido a su geometría, elementos constitutivos y ubicación. Por ejemplo, por las peculiaridades geográficas capitalinas, la mayoría de los monumentos históricos son más resistentes a temblores que edificios aledaños.

Un terremoto originado en las costas de Guerrero, al llegar al DF tiene mayor impacto en edificaciones recientes, sobre todo en las del centro, pues las antiguas, al ser más rígidas y masivas (algunas con un peso de 130 mil toneladas, como la Catedral Metropolitana), son más difíciles de excitar por los desplazamientos de superficie. Además, presentan un evidente comportamiento inelástico.

Comportamiento elástico lineal

Este fenómeno consiste en que toda estructura sometida a cualquier condición de carga se deforma; si la última es retirada y la construcción regresa a su estado original, se dice que el material tiene un comportamiento elástico lineal.

En contraste, se habla de uno inelástico al haber una deformación permanente. Esto resulta benéfico para un inmueble, sobre todo en zonas sísmicas, pues a mayor capacidad de deformación se disipa mejor la energía inducida, aunque con límites, pues una alteración excesiva genera inestabilidad (aspecto contemplado en los reglamentos de construcción modernos). Funciona como el amortiguador de un automóvil al absorber energía al pasar un tope.

Con los templos coloniales ocurre igual; esa cualidad de deformación derivada del mortero de cal, grietas u oquedades, entre otros elementos, ayuda a disipar el impacto. Esto, aunado a las condiciones del DF, los hace menos endebles ante la actividad sísmica.