Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Suplemento Cultural de La Jornada
Domingo 24 de mayo de 2015 Num: 1055

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

La boca
Aleyda Aguirre Rodríguez

Una gota de eternidad
Vilma Fuentes

Heinrich Böll y Hans
el payaso: conciencia
de una sociedad vacía

Alejandro Anaya Rosas

La sal de la tierra
José María Espinasa

Contra el Estado
totalitario, desde abajo

Renzo Dálessandro
entrevista con Javier Sicilia

Santa Teresa de Ávila:
la escritora y su amante

Esther Andradi

Diálogo con Carmelita
Hugo Gutiérrez Vega

Santa Teresa y la
religiosidad erótica

Mario Roberto Morales

El erotismo transgresor
de Daniel Lezama

Ingrid Suckaer

Lluvia en la noche
Yorgos Yeralis

Leer

Columnas:
Bitácora bifronte
Jair Cortés
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
La Casa Sosegada
Javier Sicilia
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
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La Jornada Semanal

 

Jair Cortés
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Twitter: @jaircortes

La transmigración de los cuerpos,
de Yuri Herrera: una obra maestra
contemporánea

Confieso que al iniciar la lectura de la novela La transmigración de los cuerpos, de Yuri Herrera, tuve la impresión de estar frente a una obra maestra y que, conforme avanzaba por  sus páginas, esa idea se confirmaba. Novela de aparente sencillez, La transmigración de los cuerpos (Editorial Periférica, 2013) se desarrolla en medio de la epidemia de influenza o, mejor dicho, la epidemia de desinformación y manipulación mediática que hace unos años azotó a nuestro país. Una historia que, gracias a las investigaciones detectivescas de su personaje central (el Alfaqueque), se va complicando para después resolverse por medio de giros inesperados que nos asombran y emocionan. La habilidad narrativa de Yuri no sólo se concentra en el entrecruzamiento de historias, sino en las cualidades del lenguaje que utiliza: equilibra el habla coloquial y logra cargarla de sentido y ritmo. El inicio nos indica cuál es el voltaje que Yuri Herrera (nacido en Actopan, Hidalgo en 1970) utiliza en su discurso novelístico: “Lo despertó una sed lépera, se levantó y fue a servirse agua pero el garrafón estaba seco y del grifo escurría nomás un hilo de aire mojado.” A los abundantes destellos poéticos que encontramos en su novela, Yuri Herrera suma reflexiones de una profundidad filosófica admirable:  “Por eso es que nos hacemos enemigos de nuestros amigos en cuanto empezamos a separarnos de ellos, pensaba, porque ahora sí sus defectos son sólo suyos, no como cuando son defectos compartidos. Quizá lo mejor sea tener amistades breves, si uno se retira pronto, ellos se quedan con los vicios.” En La transmigración de los cuerpos, los nombres de los personajes son sustituidos por sus apodos, a tal grado que llegan a convertirse en sus verdaderos nombres, como si las experiencias de cada uno de ellos provocaran un nuevo bautismo y el nombre fuese una cicatriz o una herida apenas en proceso de sanación. Este “renombrar” a sus personajes también es un renombrar al mundo; Yuri Herrera exprime y altera el lenguaje tensándolo hasta sus últimas consecuencias: “Venganza alias Desquitanza. El Carajo alias No se preocupe usted. Desprecio alias Quién se acuerda. Cuánto miedo alias Yo no sé nada. Cuánto miedo alias Aquí estoy bien. Un hijuelachingada cualquiera, cualquiera, alias Su mero padre. Esto es lo que esperaba alias Ni crean que me la pueden hacer. Verbo desbravado alias La pura verdad.”

Yuri Herrera no se limita a contar historias, construye una mitología a partir de las sombras de la corrupción social que emerge de la otra corrupción, la casi invisible, la del espíritu humano que a sí mismo se devora, y todo esto con una prodigiosa capacidad de síntesis, con toques de humor negro y entrañables pasajes de dolor y ternura donde la luz parece ser una verdadera salvación o, por lo menos, una esperanzadora promesa.