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Desastres naturales

AL y el Caribe: alta vulnerabilidad
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Residentes observan el desborde de las aguas del río Copiapó, en Copiapó, Chile. Tormentas inusualmente fuertes y lluvias torrenciales bloquearon carreteras, ocasionaron cortes de energía y afectaron a más de 600 personas en esa región habitualmente secaFoto Ap
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Periódico La Jornada
Martes 7 de abril de 2015, p. 25

La tercera Conferencia Mundial de Naciones Unidas sobre Reducción del Riesgo de Desastres, realizada en marzo en Japón, produjo un nuevo acuerdo para reproducir el Marco de Acción de Hyoto 2005-2015, primer convenio internacional para el manejo de riesgo. Si bien América Latina alcanzó algunas de las metas del acuerdo original, como una mejor preparación y protección civil, avanzó menos en atender los factores subyacentes de riesgo. Por tanto, el tema sigue siendo crítico en la región, en particular considerando su deficiente planeación urbana, su avejentada infraestructura y prácticas ambientales insostenibles.

AL y el Caribe es la segunda región entre las más afectadas del mundo por desastres naturales. Según la Revisión Estadística Anual de Desastres 2013, publicada por el Centro de Investigación sobre Epidemiología de los Desastres (Cred) de la Universidad de Lovaina, en Bélgica, 22.4 por ciento de los desastres naturales ocurrieron en América (detrás sólo de Asia, con 47.3). Los desastres naturales tienen el potencial de producir significativa inquietud política, social y económica, pues suelen llevar a aumentos de precios, migración involuntaria en gran escala y perturbación de las cadenas de suministro, entre otros desafíos. En términos de víctimas, el Cred clasificó tercera a la región, con 2.77 millones de afectados en 2013, detrás de los 4.9 millones de África y 86.9 millones de Asia. En conjunto, el costo de los desastres naturales en AL durante 2013 fue de 34 mil 300 millones de dólares, casi la cuarta parte del costo global de 118 mil 600 millones, y detrás sólo de los 58 mil 500 millones de dólares de Asia.

Tipos y costos

La gran mayoría de los desastres que ocurrieron en la región durante 2013 fueron eventos hidrológicos (entre ellos tormentas, inundaciones, deslaves y aludes de lodo). El Cred registró 32 casos en América, de un total global de 74, seguidos por 23 desastres meteorológicos (vendavales, ciclones, huracanes, tifones y marejadas) y 15 casos climatológicos (que se refieren a condiciones invernales extremas, ondas cálidas y gélidas, sequías e incendios forestales). Los desastres climatológicos en la región constituyeron casi la mitad de los 33 casos habidos en el mundo en el año.

El análisis del Cred indica que en promedio cada desastre en América durante 2013 produjo menos víctimas que el promedio de la década anterior. Sin embargo, esto no quiere decir que la frecuencia esté disminuyendo. El total de víctimas en el año fue de 2.77 millones, muy inferior al promedio de 9 millones de los 10 años anteriores. Los desastres hidrológicos causaron 1.76 millones de afectados, más de 60 por ciento del total regional (aunque 60 por ciento menos que el promedio del decenio previo).

Los desastres meteorológicos fueron los más costosos en daños, con un total de 21 mil 830 millones de dólares, arriba de los 9 mil 800 millones causados por los hidrológicos. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) señala que las tormentas causan más daño que todos los demás desastres combinados en AL, particularmente en México, América Central y el Caribe.

Puntos rojos

La amenaza de los riesgos naturales para la población no sólo depende de la severidad del fenómeno, sino de la exposición a eventos naturales extremos y del nivel de desarrollo. El Índice Mundial de Riesgo de la ONU (IMR) 2014 clasifica a 174 países en términos de riesgo de desastres, con base en una evaluación de su exposición y vulnerabilidad. Esta medida comprende niveles de susceptibilidad (que dependen de infraestructura, nutrición, vivienda, ingreso y entorno general del país), capacidad de respuesta (que depende de la gobernabilidad, sistemas de alerta temprana, reducción de riesgos, atención médica y seguridad material) y capacidades de adaptación para enfrentar futuros peligros naturales.

Entre los focos rojos de riesgo de desastre del IMR en 2014 figuran varios países de Centroamérica, donde la alta exposición a riesgos naturales coincide con un elevado nivel de sociedades vulnerables. Guatemala, Costa Rica, El Salvador y Nicaragua están entre los primeros 15 países en términos de riesgo (en contraste, Granada y Barbados están entre los últimos). En términos de exposición, Chile se une a Costa Rica, Guatemala y El Salvador entre los primeros 15. En cuanto a componentes individuales de vulnerabilidad, Haití es el único país latinoamericano entre los 15 con mayores carencias de capacidades de respuesta y adaptación en el mundo.

Según el BID, el alto nivel de degradación ambiental de la región –AL y el Caribe representan 14 por ciento de la degradación de la tierra en el mundo– también ha tenido un papel determinante en el riesgo de desastres. El problema reviste particular gravedad en Mesoamérica, donde la degradación afecta 25 por ciento de la tierra, mientras en Sudamérica afecta a 14 por ciento. Guatemala tiene la proporción más elevada de tierra degradada (más de 51 por ciento de su territorio), seguida por Uruguay (49), Guyana (43) y Haití (43).

Urbanización: retos y oportunidades

Según el Informe de Riesgo Global del Foro Económico Mundial 2015, la deficiente planeación urbana en AL es uno de los tres riesgos principales que han minado la preparación de la región ante desastres. Un 80 por ciento de la población vive en zonas urbanas. Mientras 14 por ciento de la población urbana se encuentra en grandes ciudades como México, Sao Paulo, Río de Janeiro y Buenos Aires, 39 por ciento reside en ciudades medianas hasta de medio millón de habitantes, proporción mayor que en cualquier otra región en desarrollo.

El IMR subraya que el elemento crucial de la urbanización no necesariamente es su ritmo, sino cómo se ha llevado a cabo. Varios factores influyen, entre ellos si la vivienda se ubica en zonas expuestas (riberas de ríos, laderas propensas a deslaves o cerca de barrancos), y si la urbanización se ha acompañado de inversiones en infraestructura sanitaria, eléctrica y de transporte. Mientras la mala planeación a menudo produce la extensión de asentamientos informales, donde los residentes están particularmente expuestos a peligros naturales, la urbanización bien planeada representa ventajas para la mitigación de riesgos, pues permite el acceso a la atención a la salud, servicios de rescate y sistemas de alerta temprana.

Según el IMR, en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México, Uruguay, Venezuela y Cuba la urbanización ha creado exposición para la mayoría de los residentes urbanos. Sin embargo, también ha producido importantes mejoras en la capacidad de adaptación para la mayoría de los residentes urbanos de esos países, aunque ha tenido resultados mezclados en términos de susceptibilidad y capacidad de respuesta.

El IMR también ha encontrado amplias variaciones entre el nivel de riesgo de un país y el urbano en localidades específicas dentro de los países. Por ejemplo, Perú y Colombia, que tienen riesgo medio a escala nacional, tienen niveles muy altos de riesgo urbano. En cambio, seis de los 15 países de mayor riesgo urbano a escala global también pertenecen a los 15 de mayor nivel de riesgo nacional, y la mitad de ellos están en AL: Costa Rica (séptimo en riesgo nacional y primero en urbano), Guatemala (cuarto y noveno) y El Salvador (octavo y décimotercero).

Débil panorama

El IMR muestra que la urbanización puede ser una oportunidad o un riesgo para aumentar la preparación ante riesgos, dependiendo de cómo se adopta la gobernabilidad de riesgos. Todos los países de AL tienen políticas de manejo de riesgos a escala nacional. La mayoría tienen también reglas sobre la preparación ante riesgos que involucran a los gobiernos municipales en grado variable. Sin embargo, a menudo no se aplican de manera adecuada, debido a recursos limitados, en particular a niveles subnacionales, lo cual se debe a capacidades administrativas menos efectivas frente a las de los gobiernos nacionales. Dado que no es probable que esta situación mejore a corto o mediano plazos, la capacidad de prevenir, mitigar y responder a desastres naturales en la región seguirá caracterizada por diferencias significativas, no sólo entre un país y otro, sino dentro de cada país.

Economist Intelligence Unit

Traducción: Jorge Anaya

En asociación con Infoestratégica