jornada


letraese

Número 224
Jueves 5 de Marzo del 2015


Director fundador
CARLOS PAYAN VELVER

Directora general
CARMEN LIRA SAADE

Director:
Alejandro Brito Lemus


pruebate




Lydia Cacho

Salud sin distinción de género

Lidya Cacho es periodista y feminista, y está comprometida con ambas definiciones. Así lo muestra en su libro más reciente, Sexo y amor en tiempos de crisis, en el que analiza a fondo una etapa de la vida que, si no se transita adecuadamente, puede traer malestar, enfermedad y caos. La menopausia y la andropausia existen y son temas de salud, pero ella se niega a verlos desde la perspectiva medicalizada y estereotipada con la que las industrias médica y farmacéutica los han abordado.

Para ayudar a que otras personas puedan comprender lo que les acontece en estos procesos (cuyo origen está, esencialmente, en las hormonas), la autora contó a Letra S que se abocó un año y medio a conocer, comprender y explicar la bioquímica del cuerpo humano, pero sin olvidar que las mujeres y los hombres somos seres integrales. No somos una máquina, sino un ente con emociones, espiritualidad y que está inmerso en un contexto social.

A ti te tomó año y medio comprender el complejo comportamiento de las hormonas. ¿A qué atribuyes que los médicos, que a eso se dedican, no lo hagan?
Creo que hay una gran diferencia entre la industria médica y las y los médicos verdaderamente preparados, que están constantemente poniéndose al día e intentando ejercer una nueva forma de medicina. La gran mayoría de las y los médicos están insertados en la industria médica que se vincula directamente con la industria farmacéutica.

Una de las cosas que me llamó mucho la atención fue descubrir la función cada vez mayor que tienen las farmacéuticas en términos de la capacitación de los médicos; el problema es que los entrenan en lo que ellas quieren vender. Esto crea una paradoja brutal porque entonces los médicos no se capacitan en términos de la necesidad de la salud de las personas sino de la necesidad de venta de los medicamentos de las farmacéuticas.

¿Qué encontraste, en tus entrevistas, sobre el machismo en México y otros países?
Machistas son todas las sociedades. Cuando dices machismo la gente cree que estamos hablando de los hombres, pero no, hablamos de los hombres y de las mujeres, de cómo reproducimos estos patrones y estos valores culturales.

Mi intención era aplicar una perspectiva de género, simple y sencillamente como técnica de análisis desde la sociología. Quería saber cómo el machismo (y el hembrismo, también) está impregnado en todo: en el mundo científico, la investigación, la actuación de las y los médicos y de las y los pacientes, etcétera. En Inglaterra también hay un problema súper serio de machismo dentro del mundo de la medicina, e igual en Estados Unidos. Es decir, es un problema mundial. El machismo mexicano tiene sus particularidades como cualquier otro y vivimos en México, y a mí lo que me interesaba mucho era hacer una investigación que pudiera arrojar datos duros sobre lo que en realidad sucede en nuestro país.

¿Qué papel juega la posición de poder de los médicos respecto a los pacientes?
Ese es un tema nodal en cualquier discusión sobre la salud de las personas y en particular sobre la salud sexual y reproductiva. Somos una sociedad muy machista y muy piramidal en términos de cualquier ejercicio de poder –quien tiene más conocimiento tiene más poder sobre los otros y las otras–, y en ese sentido los médicos y médicas en este país, en general tratan a las personas como si tuvieran que someterse no sólo a su conocimiento sino a su voluntad, y eso es sumamente peligroso; muchos creen que están por encima de la persona. Por eso en el libro hay todo un cuestionamiento que tiene que ver con volver a hablar de los derechos de las y los pacientes. Hay que retomar esa noción de que el médico tiene que ser tu acompañante en tu proceso de salud, no un experto en la enfermedad que te va a curar como si fueras un objeto y va a decidir qué hacer con ciertas partes de tu cuerpo pero no te va a estudiar integralmente, no va a entender lo que necesitas ni a preguntarte en qué crees, por ejemplo.

¿Cuál es el papel del internet como océano de información?
En mi investigación descubrí que la gran mayoría de los artículos publicados en sitios de salud tenían datos falsos o manipulados sobre estos temas, y que están cuestionados dentro del mundo científico y por la contraloría de los Estados Unidos con respecto a las publicaciones científicas, porque son datos manipulados por las farmacéuticas.

Existe gran cantidad de datos falsos que aparecen en medios, páginas, blogs de revistas conocidas mexicanas, de famosas personas que aparecen en la radio y que reproducen sistemáticamente clichés, mentiras, historias manipuladas o historias incluso falsas y que lo que hacen es desinformar a las personas. Y encontré también muchas páginas que tienen que ver con la salud de los hombres que más bien están enfocadas en la apariencia, que recurren a datos que fueron publicados hace 10 o 15 años y los ponen como si fueran recientes.

El internet está lleno de basura y sobre todo respecto a la salud sexual y reproductiva. Hay muy pocos recursos importantes que te permitan ir a las fuentes originales y saber si éstas son verdaderas, son creíbles, están contrastadas y son verdaderamente científicas o son manipulaciones farmacéuticas. No estudié todo el internet, pero de lo poco que pude investigar encontré una cantidad tremenda de mentiras y de basura que es lo que la gente consume porque es lo que hay.

De todos los temas que abordas en tu libro, ¿cuáles son los más importantes donde habría que romper inercias?
La primera inercia tiene que ver con la mala manera en que se educa a los niños varones con respecto a su salud sexual y reproductiva. No podeos seguir invirtiendo enorme esfuerzo intelectual, social, con el tema de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres si no se aborda adecuadamente el de los hombres que son, otra vez, el personaje ausente.

Lo segundo tiene que ver con modernizar los sistemas de salud. Es una tarea impensable pero es urgente modernizarlos en esos términos, porque la atención a la salud sexual y reproductiva de las mujeres sigue siendo única y exclusivamente gineco-obstétrica; se les trata porque van a tener bebés y son socialmente útiles porque traen creaturas al mundo, pero tiene grandes carencias.

Otro punto sería un llamado urgente a las farmacéuticas para hacer procesos más éticos. Hay países donde está funcionando. Las feministas en Estados Unidos, por ejemplo, han comenzado movimientos muy interesantes respecto a la salud sexual y reproductiva y al tema de las hormonas con las farmacéuticas, y algunas han respondido muy bien.

Y también hay que modernizar a las escuelas de medicina, es decir, resulta ridículo que apenas en los años setenta en la UNAM se logró que se comenzara a hablar adecuadamente de la salud hormonal. No se hablaba de eso, por eso los médicos no salen graduados de las escuelas de medicina con comprensión plena y cabal de la salud hormonal de los hombres y las mujeres.

¿Qué crees que piensa tu lector cuando te asumes feminista en tu libro?
Me han pasado cosas muy curiosas desde siempre. Por ejemplo, con mi libro Esclavas del poder muchos lectores, sobre todo estudiantes u hombres jóvenes, hacían comentarios en internet, y el tono era el de: “ya entendí que el feminismo no es el odio contra los hombres”. Y si de alguna manera puedes ayudar a desmitificar este miedo al feminismo, es muy importante porque la aportación que la filosofía feminista ha dado al mundo es importantísima.

En este caso, se me acercó un chavo de 40 años en la presentación de este libro en Cancún, para decirme que le había salvado la vida con el libro, que llevaba un año con una depresión espantosa, estaba a punto de divorciarse y todo mundo lo tiraba a loco. Leyó mi libro, se fue a hacer un estudio y supo que traía un problema hormonal brutal. Lo empezó a resolver y casi de inmediato, en dos meses, empezó a cambiar su vida. (Rocío Sánchez)

 

 


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