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También los gigantes empezaron desde pequeños
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Periódico La Jornada
Sábado 28 de febrero de 2015, p. a16

El éxito del disco Recomposed by Max Richter: Vivaldi The Four Seasons (http://goo.gl/symUcF), que alcanzó una segunda edición, en álbum doble con devedé incluido y una app con furor en redes sociales, es la punta de un iceberg: el trabajo como compositor de ese maestro inglés nacido alemán, Max Richter, que gusta vestir de negro elegante en sus conciertos, tocando con sus manos un sintetizador Moog y con sus pies el piso ataviados con tremendos tenis Converse, blancos.

Tal profusión de reflectores llevaron a la más importante disquera del mundo de la música clásica, la Deutsche Grammo-phon, a publicar una caja retrospectiva, cuatro discos compactos, seis bonus tracks, un ensayo escrito por Paul Morley, todo en edición limitada, de lujo, con los cuatro álbumes que muestran el entero resplandor de este compositor, maestro del equilibrio entre la música de concierto y el universo de los sonidos electrónicos.

El primero de estos cuatro discos, The Blue Notebooks, es el mejor. La Max Richter Orchestra pone en órbita la parte acústica mientras revolotean sonidos electroacústicos, como la grabación del sonido de una máquina de escribir, el graznido de un cuervo (y uno de inmediato piensa en Edgar Allan Poe), el piano repetitivo, a lo Philip Glass, el pulso electrónico. La música que se expande como una claridad entre brillante y mortecina. Los ecos de la influencia de Michael Nyman. La clara intensidad.

El corte 10, Autumm music, del disco 2, Songs from before, aumenta aún más la intensidad, incandescente en una organización espacial de conceptos, que Paul Morley enumera así: el olor citadino, ruinas abandonadas, el silencio muerto de la noche, el sublime misterio de la melodía, los ritmos enigmáticos del tiempo interior, un montón de imágenes rotas en el intersticio donde los latidos del sol penetran.

El tercer volumen, 24 postcards in full color, nos lleva a territorios cercanos a la paz interior de Arvo Pärt, deslumbrantes pasajes de piano acústico, parajes umbríos de chispazos electrónicos, paisajes sonoros de belleza única. Y reminiscencias de estilos referenciales, como la ópera Einstein on the beach, de Philip Glass.

Infra, el cuarto y último cidí de este álbum, nace de uno de los poemas mayores: The Waste Land, de T.S. Eliot y el resultado es un disco singular, de rara belleza, evocaciones melancólicas con sonidos de silbato de tren (a lo Slava’s Snowshow), soliloquios en piano acústico, notas alargadas, enunciaciones silábicas. Fulgor.

He aquí a un nuevo coloso en el firmamento de la música contemporánea: el maestro Max Richter. Genio generoso, genealogía de Grial, gigante giro granulado. Grande.

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