Opinión
Ver día anteriorMiércoles 25 de febrero de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Melón

No está documentada

T

engo un diccionario usual y enciclopédico Larousse que define la palabra son como un sonido agradable. Respecto del Festival de Son Cubano, organizado por la Casa del Lago, en mi humilde opinión se perdió una magnífica oportunidad de reivindicar al son cubano del concepto que le tuvo la clase alta cuando esta expresión musical apareció y fue considerada propia de empleadas domésticas, prostitutas, toda clase de actividades de baja estofa. Una bella idea que no cuajó por no estar documentada, según el personaje encargado de dar la primera conferencia dedicada a la llegada del son cubano a nuestro país.

Sin embargo, le diré, mi asere, lo que de labios de Pepe Macías El Tapatío, Julio del Razo, Henry Masselín y José Bonilla Carioca sé acerca del tema. El Tapa me contó que todo empezó por los marineros cubanos que llegaban a Veracruz trayendo discos grabados en Cuba intercambiándolos con personas del puerto y éstos se sorprendían al oír los instrumentos, pues ni siquiera los conocían. Pero con la llegada de Son Cuba de Marianao se despejó la duda y así la juventud veracruzana empezó a fabricar sus propios instrumentos y aprendió a interpretar tan bella expresión musical. Esto sucedió en 1928.

En vista de que los cubanos estuvieron en el puerto algunos días, lograron los veracruzanos aprovechar esto y aprendieron a tocar el son cubano únicamente viendo a los del Son Cuba de Marianao, esto lo asegura Julio del Razo, que acaba de cumplir 101 años de edad y fue testigo de la llegada de este conjunto al puerto, ya que venía contratado para actuar en el teatro Iris por el empresario José Campillo. Dicho sea de paso, varios de ellos se quedaron en el país.

Este, su enkobio, empezó su trayectoria sonera en 1949 y se encontró con que el ambiente sonero ya tenía figurones que lo interpretaban magníficamente. En la XEW se presentaban el Son Clave de Oro, Chucho Rodríguez y su orquesta, La Conga de Alvarito, grupos mexicanos que sonaban de aquellita. Para ese entonces habían llegado los conjuntos Casino, Niágara y, en 1945, el Matamoros, para actuar en lugares pomadosos, como El Patio, Ciro’s, Sans Souci y otros, a pesar de la opinión de los de alcurnia.

Miguelito Valdés, Vicentico Valdés, Kiko Mendive, Nelo Sosa, Alfredito Valdés, Homero Jiménez, por supuesto, Benny Moré, que apareció acompañado de Mariano Mercerón con su grabación, La televisión, convertida en exitazo. Tengo la sensación de que los de clase alta se perdieron de algo que en estos tiempos es difícil de alcanzar.

Por otro lado, las defunciones están, o mejor dicho, muy presentes: Celina González, Carmencita Pernett y Moy Do- mínguez. Espero no haberme olvidado de alguien más. Conocí a los tres: a Carmencita en dos temporadas en el Follies Bergère, teatro de grandes recuerdos; a Celina en Veracruz donde, acompañada por su hijo en una tarde inolvidable, nos regaló una actuación en petite comité de aquellita, y a Moy en temporadas en diferentes lugares soneros.

Moy y yo no coincidimos en el Zamdam, lugar del principio de mi trayectoria, pero pasamos por el feudo de la familia Llantada y una brevísima estancia en Papá Jesú, donde nos topamos con un empresario furriel.

Gracias a Chucho Ocampo me enteré de su deceso, noticia que me impactó, así que hago votos para que esté a la vera del Señor. Estoy seguro que dios es sonero. Por eso creo que Moy estará con la guerrilla celestial cantándole al creador, Recordar es vivir.

Mientras tanto, el miércoles 25 de febrero, la Secretaría de Cultura del Distrito Federal y los amigos de Moy Domínguez le rendirán un homenaje póstumo, a partir de las 18 horas, en La Embajada Jarocha, en Zacatecas 138, esquina con Jalapa, colonia Roma. ¡Vale!