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Infancia y Sociedad

Ultrahegemonía y cleptocracia

E

l filósofo y poeta Josu Landa, querido y distinguido maestro de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, en su texto Ayotzinapa: claves de un holocausto, nos ofrece un análisis de amplio espectro para entender por qué los sucesos del 26 de septiembre en Iguala han sido la gota que colmó un enorme vaso que venía llenándose de sangre desde un tiempo ya demasiado extenso.

Para él, las particularidades de este repugnante crimen contra los normalistas ponen de manifiesto la exclusión entre los intereses de la cleptocracia mexicana y los de gente que sólo aspira a una vida digna, a la que tiene derecho.

Lo de Ayotzinapa –escribe– se resiste a ser definido; es algo para lo que acaso no hay palabras: un acto que transgrede leyes y normas fundamentales de la manera más grave. Horror que vulnera lo humano.

Landa no quiere llamarlo crimen de Estado (porque también los ciudadanos formamos parte de él) y prefiere identificarlo como crimen de mal gobierno, de un gobierno forajido, ya que hay un más allá del crimen gubernamental y del crimen común, que muestra una asociación delictuosa de instancias oficiales con fuerzas criminales.

Para Josu Landa, lo de Ayotzinapa fue un crimen dirigido, más que a individuos, contra la estructura ideológica de una institución contraria a la lógica capitalista, la que en sus extremos es capaz de destruir, matar y defraudar a las naciones, con tal de generar rendimientos abultados.

Lo de Ayotzinapa –explica– aparece como expresión de la húbris (falta total de mesura) y de la pleonexia (la tendencia a querer siempre más), pasiones políticas que conocían muy bien los antiguos griegos y que nombraron de esa manera. Y abunda: “… aquí podemos ver también lo que Esquilo denominaba ‘terribilidad’ ( deinotés): la actitud en virtud de la cual un ser humano, pese a la conciencia de su condición de mortal, no reconoce límites en el despliegue de su ser” (y aunque no tenemos dioses griegos que castiguen los excesos de Ayotzinapa, está el pueblo para castigar con más derecho que cualquier dios).

Para Josu Landa, estamos ante un panorama de catástrofe humanitaria equiparable a un holocausto, efectuado por un sistema soterrado de poder ultrahegemónico del capitalismo mundial, en el que América Latina parece ir tomando la catadura de un espacio cleptocrático privilegiado y en el que, por ejemplo, el Ejecutivo mexicano, en su papel de mayordomo del capitalismo global, lleva a cabo reformas que van contra la nación.

Sin duda los 43 simbolizan muchas cosas –heroísmo, flores, dolor, semillas–, pero cenizas, nunca.