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México SA

EPN: bienio perdido

Economía enclenque

Aferrados al manual

E

l primer bienio del gobierno peñanietista se suma al de por sí abultado inventario de años perdidos en materia de crecimiento económico y bienestar social. Los resultados divulgados ayer por el Inegi sólo confirman, por si hubiera duda, que el manual utilizado por los genios financieros del sector público desde hace más de tres décadas no es útil a los intereses nacionales ni para construir un mejor futuro.

En 2014 la economía creció alrededor de 2 por ciento, y por segundo año consecutivo su desempeño dejó mucho que desear, puesto que no sólo fue inferior al de su capacidad potencial, sino menor al promedio que el país ha contabilizado en los últimos 20 años.

Como bien lo apunta el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC), México enfrenta uno de los desafíos más relevantes de su historia contemporánea. Elevar su capacidad productiva es un imperativo, al igual que garantizar una creciente generación de riqueza que llegue a todos sus habitantes. Sólo mediante el fortalecimiento de lo Hecho en México se podrán superar tanto el rezago histórico que la pobreza representa como el más reciente ajuste económico-financiero.

Son notorios el bajo crecimiento y el pésimo desempeño económico. Lograr un crecimiento promedio anual superior a 5 por ciento, subraya el IDIC, es la única garantía de que nuestro país podrá superar la marginación que se vive en algunas regiones. De igual manera, es el camino para solventar exitosamente las modificaciones a la baja en el gasto público, pero para que ello ocurra se requiere de empresas capaces de generar ese crecimiento; en la historia moderna de la economía mundial no hay ejemplos de países con altos niveles de bienestar que no tengan empresas privadas altamente productivas y un sector público eficaz en su gestión.

El fin del petróleo caro impone nueva agenda para las finanzas públicas. El recorte de 124 mil 300 millones de pesos, anunciado a finales de enero de 2015, solamente representa el primer ajuste; la elevada dependencia del crudo es un problema estructural que existe en los tres niveles de gobierno. Por ello, la situación económica interna impone la implementación de cambios importantes, y todo indica que las reformas no forman parte de ellos.

El IDIC explica que entre 2003 y 2014 el presupuesto público federal se elaboró bajo un escenario de ingresos crecientes, generados por excedentes petroleros que superaron los 100 mil millones de dólares. Durante los últimos años el precio del barril del petróleo superó los 80 dólares, y a partir de ello se diseñó la estrategia de gasto corriente y de capital del gobierno federal, así como las transferencias y excedentes que llegaron a la administración pública estatal y municipal. Pero la época de un petróleo caro, generador de altos ingresos para México ha llegado a su fin.

El anuncio de que el gobierno federal elaborará un presupuesto base cero, considera el instituto referido, pone en claro que durante los meses por venir se revisarán los programas de gobierno, los que se puede ajustar, a fin de priorizar su importancia y evaluar su verdadero impacto. Seguramente una variable adicional será la disciplina fiscal, es decir, evitar mayor endeudamiento. Eso es positivo, pero no suficiente.

La visión de país debe ir más allá de las actuales circunstancias y del marco de las reformas aprobadas. En realidad se debe profundizar el alcance de estas últimas, y del gasto público que se ejercerá en los años por venir. Se debe aprender del pasado y aprovechar las bases que hemos cimentado: no sólo se debe mantener el equilibrio fiscal y macroeconómico, también es prioritario que se eleve la tasa de crecimiento económico. El desafío es asegurar mayor crecimiento económico con un gasto público austero, pero eficaz. Los ajustes en finanzas públicas no deben dañar las fuentes de crecimiento económico.

El IDIC subraya la urgencia de ser eficaz, eficiente y transparente, al tiempo que considera necesario recordar la lección de la crisis de los años 80, porque reducir el gasto en inversión, conservar erogaciones poco productivas en gasto corriente y no construir nuevas fuentes de crecimiento internos propiciaron el estancamiento crónico que vive la economía mexicana. Sin embargo, todo indica que en el gobierno peñanietista no se han dado por enterados, pues han procedido exactamente igual que 33 años atrás.

El debilitamiento del mercado interno no es una buena noticia y pero aún no coyuntural. Además, es fundamental reconocer que se han reducido las alternativas. En la década de los años 80 se vio al comercio exterior como la solución al desequilibrio de deuda pública y la caída del precio del petróleo.

Hoy, señala el IDIC, no existe dicha opción: México ya es una economía abierta, el mundo enfrenta un periodo de bajo crecimiento, el precio del petróleo disminuye, Estados Unidos no vive la extraordinaria fase de crecimiento de los años 90, la Unión Europea vive su propia crisis, Asia enfrenta una desaceleración que afecta a China y Japón y las tasas de interés ya son históricamente bajas. El fin del dinero barato se aproxima. Adicionalmente debe recordarse que China es una competencia en los mercados internacionales y México viene de una inercia de bajo crecimiento económico, escasa productividad y retroceso en competitividad.

Así, los nuevos tratados y acuerdos comerciales que llegaran a suscribirse no potenciaran el crecimiento de México si antes no se crean las capacidades productivas internas necesarias y suficientes para elevar las exportaciones y generar un superávit comercial sostenido, y con ello un mayor PIB.

En síntesis, México no soporta más raquitismo económico, y debe crear el entorno económico, financiero y de fomento para impulsar la creación de empresas productoras de insumos intermedios y de bienes de capital, capaces de competir globalmente. Un mecanismo para enfrentar este desafío se encuentra en el fomento del mercado interno pero desde el punto de vista de la producción interna. La principal opción es implementar un programa contingente de política económica orientado al fomento de la inversión productiva nacional e internacional en el país.

Las rebanadas del pastel:

Que México está en movimiento, dicen en Los Pinos, pero no aclaran que es en sentido contrario y a toda velocidad.

Twitter: @cafevega