Política
Ver día anteriorViernes 30 de enero de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
Tragedia en Cuajimalpa

Todo voló; el techo del nosocomio se elevó unos 15 metros, relata un testigo

Fue como un pedacito del sismo del 85; se cimbró todo y tronaron las ventanas
Foto
Largas filas se formaron ayer afuera de centros médicos, de personas dispuestas a donar sangre para las decenas de lesionados por el estallido de gas en el Hospital Materno Infantil en CuajimalpaFoto Xinhua
Foto
Tras el colapso de la mayor parte del edificio que albergaba al nosocomio, elementos de seguridad utilizaron perros entrenados en la búsqueda de personas bajo los escombrosFoto Notimex
Foto
Varias mujeres internadas en el Hospital Materno Infantil de Cuajimalpa fueron retiradas con sus pequeños en brazos, muchos de ellos recién nacidosFoto Twitter del delegado de Cuajimalpa
 
Periódico La Jornada
Viernes 30 de enero de 2015, p. 3

A un kilómetro de distancia del hospital Materno Infantil de Cuajimalpa sólo se escuchó un estruendo, se cimbró todo como si fuera un temblor y tronaron los vidrios de las ventanas. Empezó a oler a humo y después se escucharon las sirenas, relató don Germán Ramírez, quien vive a un costado de la carretera México-Toluca en Contadero.

Poco después de las siete de la mañana, tras la explosión de una pipa de gas en el nosocomio, todo en el pueblo fue confusión entre sus habitantes. Algunos optaron por refugiarse en sus casas, otros acudieron a ayudar en las primeras labores de rescate. Llegamos y la gente estaba asustada, llorando y a gritos pidiendo auxilio entre nubes de polvo, era como un pedacito del sismo del 85, apuntó Manuel, quien junto con unos amigos apoyaron en la remoción de escombros.

Uno de los primeros en llegar fue el señor Emiliano Lara, cuyo domicilio se encuentra a escasos 100 metros, a espaldas del hospital, quien contó que primero escuchó el correr del personal de rescate y emergencias y después sobrevino la explosión. Todo voló, el techo del hospital se elevó entre diez y 15 metros. Sólo alcancé a abrazar a mi hija y nos pertrechamos detrás del zaguán. No hubo fuego, sólo un flamazo grande, después una tolvanera que cubrió el inmueble. Todo quedó reducido a escombros, sólo una parte de la estructura de acero quedó en pie, refirió.

Según su testimonio, las casas aledañas sufrieron daños menores, y entre los inmuebles más afectados está un jardín de niños, que a esa hora estaba vacío. Tenía todos los cristales rotos y las ventanas se curvaron hacia adentro, apuntó.

Él y otros vecinos ingresaron a las zona de incubadoras y entre los escombros hicieron los primeros rescates. Sacamos a una enfermera que logró ponerse de pie; después a otra persona que tenía la cabeza atorada en una mesa, y cuatro bebés, todos con vida.

A Adriana Ortega la explosión la sorprendió a medio despertar. Salimos descalzos después de oír el estruendo. Yo vivo casi enfrente, a un lado del kínder. Nos pidieron que cerráramos los tanques de gas y que saliéramos de la casa, por temor a otro explosión. Mi casa es de madera y se quedaron las tablas chuecas. No nos han permitido regresar.

A partir de las nueve de la mañana, la ayuda de los vecinos fue desplazada por los distintos cuerpos de rescate y emergencia. Esto provocó molestias entre los voluntarios civiles, entre ellos Miguel Mendoza, quien llegó al sitio del siniestro sin más herramientas que las manos.

No se destruyó 30 por ciento del hospital, como se mencionó al principio; la destrucción fue total. Yo y mis hermanos logramos entrar y rescatamos a nueve personas, entre ellas algunos bebés de la zona de cuneros. Fue impactante; es algo que no se puede olvidar, sobre todo el llanto de los bebés, expresó.

“Después –agregó–, llegaron los policías y nos dijeron ‘ya desalojen’, y nos sacaron. No sé por qué se pusieron así, si sólo queríamos ayudar. Todo el hospital estaba totalmente deshecho y con gente en los escombros”.

Manuel, de 30 años de edad, quien junto con unos amigos también se aproximó al lugar, señaló que de un lado de la recepción del nosocomio todo era un desastre. Gente asustada, llorando y sin saber qué hacer. Veníamos al Yaqui a ver a un señor y nos enteramos casi al llegar y nos lanzamos para acá, pero después la policía llegó y los granaderos nos sacaron.

En uno de los filtros de la policía capitalina, en el cruce de Veracruz y 16 de Septiembre, familiares de los pacientes y trabajadores del hospital se arremolinaron para pedir informes, sin que nadie en un primer momento los atendiera.

Más tarde, personal de Locatel y la Secretaría de Desarrollo Social (Sedeso) del Gobierno del Distrito Federal instalaron unos módulos para atender a los familiares de los afectados. Entre ellos estaba Ana María Sánchez Clemente, quien buscaba a su hermana Carolina, con más de 20 años trabajando en el hospital. Entre sollozos, señaló: no sabemos nada de ella, llegamos desde temprano y ni siquiera nos dan una lista de los heridos, lamentó.

Ahí llegó también el señor Ángel Robles Zúñiga, en búsqueda de su sobrina que trabaja en el nosocomio de enfermera, pero para su fortuna recibió una llamada en la que un familiar le informaba que ese día había ido a un hospital en Huixquilucan. Ya me voy tranquilo, pero ojalá que esto sirva para que mejoren los hospitales; aquí atienden a mucha gente pobre, pero mal atendida, porque escasean las medicinas, comentó.

Yatziri Contreras, una de las enfermeras del hospital, quien terminó su turno la noche del miércoles, precisó que en el área de incubadoras había ocho bebés, uno de ellos grave y entubado, y los demás sólo en observación.

El hospital estaba repleto; había 24 mamás con bebés, y la sala de urgencias estaba medio llena con 15 personas, refirió, al señalar que junto con otros compañeros llegaron a ofrecer su ayuda, pero se les informó que no era necesario y que sería hasta el martes cuando les notificaría adónde sería reubicado el personal médico y las enfermeras.

Con la destrucción del hospital se quedaron sin atender varios pacientes, que llegaron sin estar enterados del accidente.