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En semanas recientes se ha comenzdo a reactivar la vida cultural en la capital siria

La Ópera de Damasco recupera la voz tras el silencio que impuso la guerra hace un año

En cuanto comienza el concierto vuelo hacia un mundo en el que olvido, señala una joven

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En la magen, un danzante derviche en plena ejecución del baile tradicionalFoto Archivo
 
Periódico La Jornada
Domingo 25 de enero de 2015, p. 4

Damasco.

Numerosos sirios acuden en busca de un poco de calma a la Ópera de Damasco, que recupera tímidamente la voz tras el silencio impuesto por la guerra.

En cuanto comienza el concierto, la primera nota, vuelo hacia un mundo tranquilo en el que puedo olvidar el estrépito de la guerra, afirma Darin.

Esta joven viene de Muadamiyat al Sham, un suburbio cercano a Damasco inmerso en la violencia hasta la entrada en vigor de una tregua hace un año.

Antes de la guerra, el edificio albergaba óperas, ballets, conciertos (de compañías árabes y extranjeras) y un festival internacional de cine. Ahora actúan grupos locales, a veces principiantes.

Tenemos sed de arte. Necesitamos evadirnos de este ambiente negativo y venir a tomar una bocanada de energía positiva para poder seguir viviendo, añade Darin, mientras camina entre cuadros de artistas sirios expuestos en el edificio.

La ópera, que nunca cerró sus puertas, se limitaba a proponer conciertos ocasionales. Pero en las semanas recientes ha multiplicado el número de representaciones en un intento por reactivar la vida cultural en Damasco, diezmada por la brutal guerra que ha segado más de 200 mil vidas. Las mejores butacas costarán 1.5 dólares para atraer a los espectadores.

En diciembre, más de 5 mil personas asistieron a cinco días de festival de música árabe, una afluencia propia de antes de la guerra. Los que han muerto dieron su vida para que podamos vivir, para que los teatros puedan seguir abiertos, no para que cerremos, afirma el director de la ópera, Juan Karajoli.

Dos meses después de su entrada en funciones, Karajoli declaró que la ópera sigue recibiendo recursos, prácticamente con normalidad, del Ministerio de Cultura. Tiene la intención de organizar numerosos festivales musicales y funciones de cine en 2015, así como una feria del libro y exposiciones de pintura.

Entre la oferta cultural destacaban hasta hace poco los conciertos de música latina o clásica, o las veladas de lectura de poesía.

Pese a este entusiasmo, la ópera sufre dificultades.

Desde el comienzo del conflicto, casi la mitad de sus empleados, la directora y la mayoría de los músicos abandonaron sus puestos. Huyeron del país o tuvieron que incorporarse al ejército.

Inaugurada en 2004 por Bashar al Asad, la ópera se encuentra en la plaza de los Omeyas, lugar emblemático en el corazón de Damasco que suele ser blanco de ataques de mortero.

Pero el interior del edificio parece un viaje a otro mundo, con sus tres salas y sus butacas de terciopelo rojo.

Baraq Tanari, un músico de Alepo, considera esencial salvaguardar este lugar para evitarle la suerte de numerosos monumentos históricos, hechos trizas por los combates.

Por eso contribuyó a la creación del grupo Tarab Dahab, un nombre elegido en referencia al tarab, estilo musical tradicional. Su objetivo es mantener vivo nuestro patrimonio durante esta crisis y transmitir el mensaje del arte.