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La exposición de los artistas ucranianos, en el Colegio de San Ildefonso, concluye hoy

Angelología, del dúo Kabakov, persuade a tomar las alas y volar

Las 40 obras de la muestra son ejemplo de su obsesión: la soledad del ser y la pequeñez del artista ante un mundo represivo

Su trabajo llegó a México cuando gozaban de gran prestigio mundial

Foto
Ilya Kabakov en el documental La cite étrange des Kabakov, de Heinz Peter SchwerfelFoto Schcuh Productions
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Domingo 11 de enero de 2015, p. 2

Hoy es el último día de la exposición Angelología: utopía y ángeles, en el Colegio de San Ildefonso, del dúo de artistas ucranios Ilya y Emilia Kabakov (Dnepropetrovsk, nacidos en 1933 y 1945, respectivamente), con curaduría de José Manuel Springer.

La visita a la muestra, apenas pasado el umbral, vislumbraba ya una experiencia, como sucede cuando se visitan las exposiciones de los Kabakov, en su interés por entablar un diálogo con el público y compartir su convicción del poder de la creación artística para soñar.

El artista en este sentido funge como ángel profano, que media entre el mundo celestial y el terrenal, que labora no sólo para dignificar la vida del ser humano, sino lo persuade de tomar las alas y volar.

La ambientación está pensada para incitar la exploración en una multiplicidad de materiales que la hacen dinámica, donde abundan alas y un mundo poético: dibujo, instalación, pintura, fotografía, que mueven la curiosidad por descubrir detalles y deambular por una muestra no demasiado extensa (40 obras) que da tiempo al visitante de perderse, de viajar por recovecos estéticos y filosóficos.

El arte de los Kabakov contiene un halo de idealismo existencial que es particularmente evidente en esta muestra. El tema ejemplifica su principal obsesión: la condición de soledad del ser humano y la pequeñez del artista ante un mundo autoritario y represivo, que desafían con el arma de la ironía, de la imaginación, hasta subvertirlo y liberarse para rescatar la propia individualidad.

Una lucha por ideales elevados

La cocina de su arte nace en el contexto del régimen comunista, donde la falsedad extrema, las mentiras, la agresión, existían en todos los aspectos de la cultura soviética, la percibíamos inhumana, había que luchar por ideales elevados, afirmó Ilya en una extensa entrevista con Anton Vidokle, fundador de la revista e-flux.

Se trata de un arte de matriz conceptual, pero que no renuncia a la seducción estética ni a la narrativa, acusando su carrera de dibujante profesional (de Ilya), que facilita el disfrute de la imagen. En este aspecto cabe mencionar uno de sus trabajos más influyentes: los 10 álbumes de Caracteres que en versión facsimilar han dado la vuelta al mundo y cuyos originales se conservan en el Museo Pompidou, de París.

En México fueron presentados –también en facsímil– los álbumes 5 y 6, permitiendo al público ojearlos y manipularlos. Estos son: Surikov el angustioso (1995) y el Volador Komarov (1994), que como el resto de los álbumes analiza un aspecto distinto de la idiosincrasia del Homo Sovieticus.

La obra mostrada va de 1994 a 2010, combinando la imagen con el texto, donde casi siempre se esconde la clave de lectura.

Los Kabakov han llegado a México en un momento de gran prestigio profesional, con exposiciones y premiaciones en el mundo, en una trayectoria iniciada en Berna y París, en 1985, y culminada el verano pasado con la Monumenta del Grand Palais, que los dio a conocer al gran público.

Ilya, de 80 años de edad, inició su actividad artística a principios de la década de los 50 como ilustrador de libros para niños. Fue activista y teórico del movimiento Artistas Conceptuales de Moscú y está reconocido como el líder del Conceptualismo moscovita. Dejó la Unión Soviética en el otoño de 1987.

Emilia emigró a Israel en 1973, y dos años más tarde se mudó a Nueva York, donde trabajó como curadora y galerista.

Después de 1997 firmaron todos sus trabajos como Ilya y Emilia Kabakov, a pesar de que sea él quien pinta, pero la explicación es la elaboración de la obra como proceso, fruto de diálogo que le permite cobrar existencia.

En cuanto a cifras de venta, cabe mencionar un récord de 2008, donde una pintura de Ilya fue vendida por 5.8 millones de dólares.

Sus ensayos teóricos sobre la estética están compilados en el libro Notes on Ilya Kabakov’s: On the Total Installation (1995), mientras en Notes about Unofficial Life in Moscow habla de los grupos underground moscovitas de los años 60 y 70.

En correspondencia con Lo schermo dell’arte en Florencia, el festival de cine dedicado al arte que se realiza en Florencia cada noviembre, asistí a la proyección de La cite étrange des Kabakov (Francia, 2014; 26 minutos) de Heinz Peter Schwerfel –director de cine y crítico de arte–, excelente documental que capta en un tono íntimo e introspectivo su condición de artistas, mediante una serie de entrevistas realizadas durante los preparativos de Monumenta, en su residencia de Long Island.

Pintura y pasado

En conversación con el público de la sala, el cineasta alemán transmite: “Ilya Kabakov habla con cierta melancolía, como si su arte hubiera perdido su lugar en el tiempo y el espacio que en su momento había constituido el elemento central en su obra. Percibí que tenía necesidad de hablar y tuve suerte, porque después de Monumenta no quiso volver a dar entrevistas, cayó en un silencio absoluto.

El deseo de Ilya en este momento es dedicarse a la pintura y pretende dejar la instalación, probablemente porque le permite trabajar en el estado de aislamiento que ama. La pintura lo conecta con su pasado.

En el filme, Ilya afirma: “Cuando salí de mi país, a los 54 años, todos los malos lados de mi carácter y de una educación soviética se habían desarrollado. Desde entonces, casi no he establecído contacto con la sociedad artística de Occidente, particularmente con la de Estados Unidos. En Rusia estaba integrado plenamente al mundo artístico, pero por desgracia al irme lo perdí todo. Somos parte de una utopía destruida, probablemente queremos mostrar esto en nuestra arte. Sin embargo, la utopía no ha terminado, existe todavía una esperanza, porque la humanidad no puede vivir sin propósitos, ni completamente en la realidad, tenemos que soñar.

Cuando veo un autobús escolar existe un grupo de niños que intenta sentarse adelante para mirar boquiabiertos hacia adelante, junto al conductor. Pero existen también algunos que se precipitan buscando las ventanas traseras: yo pertenezco a este segundo tipo de niños, finaliza.