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Encarcelar a jóvenes no garantiza que dejen de delinquir o ser violentos, sostiene

Reconoce Campa que las prisiones inducen a la reincidencia y no a la reinserción
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Una persona, presuntamente asaltante, murió ayer en una pesera en la avenida Carlos Hank González, frente a la estación Nezahualcóyotl del MetroFoto Armando Monroy /Cuartoscuro.com
 
Periódico La Jornada
Sábado 27 de diciembre de 2014, p. 8

En 2015, todos los estados y el Distrito Federal deberán destinar recursos para atender a los jóvenes en conflicto con la ley. De manera paralela, 10 entidades tendrán protocolos especiales para atención de quienes ya estuvieron presos y padecen adicciones.

Actualmente, las cárceles son más escuelas para la reincidencia que para la reinserción social, advirtió Roberto Campa Cifrián, subsecretario de Prevención y Participación Ciudadana de la Secretaría de Gobernación (SG).

Dijo que estudios nacionales e internacionales muestran que llevar a los jóvenes a prisión no garantiza la disminución de los índices delictivos y de violencia.

Una investigación auspiciada por la SG titulada La reinserción socio familiar de los adolescentes en conflicto con la ley: de la situación actual hacia una propuesta de intervención, (México, 2014), revela que cuatro de cada 10 muchachos en problemas con la ley tienen un familiar preso.

En cuanto al internamiento, el estudio mostró que más de 40 por ciento de quienes están presos por delitos graves dijeron sentirse solos, tristes, desanimados, aburridos, desesperados y enojados.

“En relación con lo que pudiera gustarles de estar en el centro de internamiento, el mayor porcentaje fue el de quienes dijeron que ‘nada’ les gustaba estar internados (43 por ciento). Un muchacho, por ejemplo, opinó: ‘nada; aquí todo está podrido’, y otro dijo: ‘no tengo palabras para decirle lo que es estar aquí: ‘¡No me gusta nada!’”

La mayoría lamentó no poder estar con su familia y, en general, repudian el encierro, especialmente los dormitorios.

En 2005 hubo una reforma constitucional que permitió privar de la libertad sólo a los menores de edad acusados de delitos graves. Antes de esa enmienda había 37 mil adolescentes internos. En 2013, la población en esta situación fue de 5 mil, mientras 7 mil cumplían diversas medidas, pero sin ser privados de su libertad.

Campa prometió afinar el Programa de Prevención del Delito, cuyo presupuesto general en 2015 será de 2 mil 683 millones de pesos, el mismo rango de recursos que en 2014.

El objetivo es llegar a los muchachos en altísimo riesgo de cometer delitos o reincidir.

Hay una novedad: debemos afinar el programa y hoy tenemos elementos para hacerlo con una población absolutamente prioritaria, la privada de su libertad, sobre todo los adolescentes en conflicto con la ley, comentó en entrevista.

Diseñaremos acciones e intervenciones en todos los estados, agregó.

Sobre el tratamiento a las adicciones, señaló que cinco entidades tienen mecanismos especiales y se busca que al menos otras cinco se sumen a este proyecto, durante el primer semestre de 2015.

Quienes ya están presos por cometer delitos graves representan una población prioritaria para el programa; una de las novedades es que vamos a trabajar en todos los estados con esta población.

La SG deberá coordinarse con otras dependencias (Trabajo, Educación y Salud, principalmente) para actuar con los internos, pero también con sus familias. Por ejemplo, el Instituto Nacional de las Mujeres aplicará un programa para familiares de presos.

El estudio de Gobernación, realizado por Elena Azaola, antropóloga y sicoanalista y una de las especialistas con mayor experiencia en internamiento de jóvenes, revela que los adolescentes en conflicto con la ley suelen abandonar sus casas por varios días o meses.

Los principales motivos de ello son: separación o violencia entre los padres y el maltrato o el abuso sexual hacia los propios adolescentes.

Una cuarta parte de los adolescentes que salieron de su casa se fueron a vivir a la calle o a algún sitio, aunque solos.

Sobre la colonia en la que vivían antes de ingresar: 59 por ciento considera que era una zona segura; 26 por ciento dijo que había mucha violencia en su alrededor; 40 por ciento señaló que podía conseguir droga fácilmente; 23 por ciento dijo que en su colonia podían conseguirse armas; 25 por ciento manifestó que había muchas pandillas, y 39 por ciento aseguró que los amigos de ámbito habían tenido alguna influencia en el delito por el que se encuentra interno.