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Mi corazón es la piedra donde afilas tu cuchillo, libro de Luis Fuentes

Exploro el pozo oscuro del alma humana, más que la anécdota

Los relatos reunidos en el volumen, publicado por Ediciones Era, reflejan la crueldad que vemos todos los días, dice el autor a La Jornada

 
Periódico La Jornada
Miércoles 17 de diciembre de 2014, p. 6

El personaje y no la anécdota es lo más importante de una historia. Así lo considera Luis Carlos Fuentes (DF, 1978), cuya narrativa tiene como uno de sus principales impulsos describir la sordidez humana.

“Uno no siempre escoge los temas –sostiene el escritor–, éstos suelen escogerlo a uno y quizá es algo en lo que influye lo que uno vive o las experiencias. Sin embargo, independientemente de cuál sea el tema, lo que me interesa es explorar ese pozo oscuro que es el alma humana”.

Ello explica por qué su más reciente libro, Mi corazón es la piedra donde afilas tu cuchillo, está plagado de personajes en apariencia comunes, seres normales que de forma súbita e inexplicable, ante un estímulo externo o de la sique, se tornan oscuros y hasta siniestros.

Es una transformación que ocurre en medio de historias tenebrosas, violentas, a veces extrañas o de humor negro, en las que la ternura y la inocencia devienen crueldad y el sexo es motor de crímenes o de desenlaces insospechados.

En los confines de la sordidez

Publicado por Ediciones Era, el libro reúne siete relatos breves en los que, según el también guionista, la crueldad, la muerte, la sangre, lo monstruoso, lo extraordinario y lo fantástico son mera excusa para mostrar lo oscuro del alma humana.

No es que las cosas horrorosas ocurran y uno esté allí como víctima. Son los personajes los que las provocan y eso nos permite adentrarnos en los confines más sórdidos de nuestra naturaleza. Es eso lo que me interesa explorar, más que la anécdota, dice en entrevista.

“La generación de mis historias suele ser por una imagen que me llega de alguna manera y a partir de eso construyo los personajes. Una vez que éstos aparecen, llevan solos la historia y, al finalizar, lo que queda es ver a dónde me condujeron.

Es decir, son los personajes los que crean su propio infierno y no yo el que me lo imagino y luego lo pueblo por habitantes. Mi labor de padre literario es crear hijos personajes y, luego, ellos solitos hacen su desmadre, que siempre acaba siendo algo sórdido, porque esa es mi intención, mostrar ese lado de nuestra esencia.

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Todos podemos acabar haciendo algo que asegurábamos jamás haríamos o pensando cosas que no queremos pensar, dice Luis Carlos Fuentes a La JornadaFoto Francisco Olvera

De acuerdo con Luis Carlos Fuentes, uno de los aspectos que más sacuden de sus historias es la confrontación que hace con personajes comunes y buenos que terminan siendo crueles a partir de una situación o sentimiento noble.

“Es una crueldad que vemos todos los días, no sólo en personas supuestamente malas o despiadadas, sino incluso en niños o en nosotros mismos, cuando terminamos siendo crueles con la gente que queremos o, a veces, la que nos quiere lo es con nosotros.

“Los relatos del libro son reflejo de esos sentimientos. Pero aquí se nota mucho más esa crueldad, porque está generada por sentimientos nobles. Casi todos los personajes tienen alguna motivación amorosa o sincera, sea el amor filial, el amor de padre-hijo, entre esposos; pero, al final de cuentas, ese sentimiento se pervierte y degenera en situaciones o accionesviolentas y crueles.

Es ese contraste entre la buena intención y el mal resultado lo que hace que lo cruento se note mucho en estas historias. Quizá si fueran personajes sórdidos por sí mismos, simplemente habría una coherencia y esos aspectos oscuros, quizá, se nota-rían muy poco; simplemente sería el proceder natural de un sicópata o un loco. Pero lo interesante es que son actos inmisericordes generados por personas, hasta cierto punto, entre comillas, buenas.

Según el autor, los siete cuentos de su libro son también un espejo en el que se refleja la esencia contradictoria del ser humano.

“Todos podemos acabar haciendo algo que asegurábamos jamás haríamos o pensando cosas que no queremos pensar.

Alguien que siempre actúa de una sola manera, que no tiene rompimientos consigo mismo, es atípico e incluso resulta sospechoso. La incongruencia tiene que ver con la vida, con la normalidad.