Opinión
Ver día anteriorMartes 16 de diciembre de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ciudad Perdida

Reforma política del DF

Viejo anhelo de la izquierda

Los oficios de Mancera

S

erá en los primeros meses de 2017 cuando, por fin, la ciudad de México tenga una constitución que otorgue derechos y obligaciones a sus ciudadanos y permita, también, un manejo más justo de los recursos que desde la Federación llegan a la capital de la República.

Es muy interesante saber de cierto que habrá una asamblea constituyente, independiente de la Asamblea Legislativa que hasta hoy funge como Cámara de Diputados local; es decir, la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, que deberá ser elegida en el transcurso del próximo año, seguirá sus funciones normales, mientras los habitantes de la capital tendrán que elegir en 2016 a quienes formarán la asamblea constituyente de la ciudad de México.

Son dos los candados que se han tratado de poner en este ejercicio político: por un lado, en la redacción de la constitución política de la capital de la República, para impedir que las tribus perredistas o los intereses panistas o priístas sean los que manipulen el trabajo del constituyente, se tratará de que algunos ciudadanos sin partido, pero realmente comprometidos con la ciudad de México, formen parte importante de esa asamblea; y por otro, que el trabajo de esos personajes y de los políticos que se sumen a él tendrá que ser honorario, es decir, sin cobro alguno.

Digamos que lo que propuso el senador Mario Delgado fue colocar un par de espantapájaros que ahuyenten a las malas aves que rondan las nóminas de la ciudad, así que la asamblea constituyente será bien difícil de lograr, cuando menos del lado de los políticos, porque esta vez creemos que la ciudadanía habrá de responder a la convocatoria cuando eso suceda.

En fin, ahora que ya se discute la reforma política de la ciudad de México debe quedar muy claro que esto responde a un proceso que se inició desde el primer gobierno electo del Distrito Federal, que encabezó Cuauhtémoc Cárdenas, al cual le siguió el de Andrés Manuel López Obrador, que apoyó Marcelo Ebrard y que culmina, después de un gran esfuerzo, el gobierno de Miguel Ángel Mancera.

Para el mandatario actual impulsar la reforma política significa muchas cosas tal vez la más importante fue, aunque parezca verdad de Perogrullo, lograrla, porque le pone a su gobierno un acento de quehacer político que no se le veía con claridad, pero que ahora sí redondea, junto con las reformas sobre el salario mínimo, un trabajo que perfila el rumbo y la idea del gobierno que encabeza.

Pero culminar la tarea no fue fácil para Mancera. Había que derrumbar ciertas barreras de quienes desde las trincheras políticas del DF se oponían a este logro. Personajes del PAN y del PRI se reunieron una y otra vez con Porfirio Muñoz Ledo, a quien Mancera le entregó su voz para que representara los intereses del GDF, junto con el secretario de Gobierno, Héctor Serrano, y con el propio Mancera, para llegar a conclusiones inapelables.

En el Senado, Mario Delgado fue el respaldo y la idea que antes no se tuvo en esa instancia, y que esta vez se comprometió con el trabajo que está a punto de arribar a buen puerto y que traerá muchos beneficios a los ciudadanos de esta capital.

No hace mucho el jefe de Gobierno nos comentaba que hacia el final de su mandato la ciudad de México será otra. Con la reforma política y las nuevas condiciones salariales, más los trabajos de mayor urbanización que se realizan en la ciudad, la capital, para ese entonces, será otra, nos dijo Mancera con una sonrisa en la boca.

De pasadita

El nombramiento del ahora ex contralor general del Gobierno del Distrito Federal, Hiram Almeida Estrada, como nuevo jefe de la policía capitalina, debería quedar de ejemplo para que en otras áreas los cambios en los mandos no se conviertan en horrores.