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La galería Hilario Galguera presenta la muestra del neoyorquino Sante D’Orazio

Fotografiar la última colección de Versace fue como estar en trance

El show se llevó a cabo meses después de la muerte del diseñador, en 1997

Algo fuera de este mundo, ver iluminadas por una sola luz a Kate Moss y Naomi Campbell

Foto
En imágenes tomadas del sitio de la galería Hilario Galguera, autorretrato de Sante D‘Orazio y las modelos Kate Moss y Naomi Campell, en los años 90
 
Periódico La Jornada
Martes 9 de diciembre de 2014, p. 9

El fotógrafo de modas Sante D’Orazio (Brooklyn, 1956) fue amigo cercano de los diseñadores italianos de ropa Gianni y Donatella Versace.

Asesinado en Miami el 15 de julio de 1997, Gianni dejó pendiente la que sería la presentación de su última colección de ropa, en octubre. D’Orazio registró el ambiente denso y emotivo, cuyas 46 imágenes muestra por primera vez en la Galería Hilario Galguera.

“Todo el mundo sabía que era el último show de Gianni y el primero de Donatella. Estaban allí todos los diseñadores, desde Karl Lagerfeld hasta Giorgio Armani. Estuve allí para dos días de ensayos y otros dos de shows de Versace y Versus, así que en esos cuatro días tuve total acceso y tomé fotos a mi conveniencia. Todo el mundo estaba ensimismado. Fue un espectáculo magnífico y los asistentes acabaron con lágrimas”, relata D’Orazio. En las imágenes aparecen modelos como Kate Moss y Naomi Campbell.

De acuerdo con el entrevistado, fue el único que cubrió la pasarela documentándola. Así que las imágenes no se parecen a ninguna otra que haya hecho antes. Estaba casi en un estado de trance. Sólo respondía a mis instintos y me sentía guiado, como en un trance; no estaba realmente dentro de mí en este momento.

–¿Son fotografías documentales?

–No, más bien tiene que ver con su poesía. Es decir, las chicas entrando y saliendo de un vacío de espacio. Muchas de las fotos retoman este espacio negro porque yo estaba en un pasillo entre bastidores y el escenario. Todas las jóvenes pasaban frente a mí en algún momento. Eran iluminadas por una sola luz, de allí el sentido del vacío y del ir y venir. Todos estos símbolos estaban presentes. Era algo fuera de este mundo.

D’Orazio, de ascendencia italiana, dibujó y pintó desde que podía leer y escribir. De hecho, siempre quiso ser pintor. De niño, solito se fue al Museo de Brooklyn para tomar clases de arte, dibujar y pintar desnudos. A la vuelta de su casa vivía Lou Bernstein, quien siempre andaba con una cámara.

Expresa: Lou me veía dirigirme a la escuela con un gran portafolio de dibujos y me preguntó si quería aprender fotografía. Así que un día fui a su departamento donde daba una clase a tres o cuatro estudiantes. Enseñaba filosofía en vez de alguna técnica, así que era una manera de ver. El modo en que uno mira el mundo es el modo en que ve a sí mismo. A final de cuentas, todo es un autorretrato.

Las críticas lo hicieron crecer

Al mismo tiempo D’Orazio asistía al Brooklyn College, donde estudiaba con el pintor realista Phillip Pearstein. Los fines de semana iba con Lou a lugares como Coney Island para aprender fotografía. Cada viernes por la noche Lou daba una clase en la que criticaba el trabajo: Esas críticas eran muy severas, pero las pude manejar. Aprendí como asimilarlas y eso me hizo el fotógrafo que soy hoy día. Atribuye su sentido de la composición, de la luz y la sombra, a la pintura.

Terminada la escuela, el entrevistado trabajó tres o cuatro años de asistente de fotografía. Luego se fue a Milán, Italia, donde consiguió empleo con la edición italiana de Vogue, el mismo día de su llegada. En un segundo viaje a Italia empezó a colaborar con Harper’s Bazaar, a la vez que lo llamaron de nuevo para Vogue, para la que fotografió sus colecciones en Roma. A los 27 años consiguió su primera portada con la edición alemana de la publicación. A partir de allí su carrera despegó.

Recuerda la década de los 80 del siglo pasado y principios de los 90 como uno de los mejores momentos. En uno de sus regresos a Nueva York, al buscar trabajo conoció a todos esos chicos cercanos a mi edad. Mis amigas eran Christy Turlington, Naomi Campbell, Stefi Seymour, Cindy Crawford y Linda Evangelista. Nos reuníamos en mi casa y mi madre nos cocinaba pasta. Como había un desván muy amplio, llegaban la noche del viernes y se iban el lunes por la mañana. Era como una gran familia feliz; luego todas se volvieron estrellas.

Como fotógrafo de modas D’Orazio siempre combinó las tomas de estudio con las de locación. Nunca fue fotógrafo de pasarela: “Después de los shows de pasarela toda la ropa sería llevada, bajo custodia, a un pequeño estudio de Vogue. Cada fotógrafo retrataría equis colección a lo largo de la noche, porque la ropa tenía que ser devuelta por la mañana. Teníamos que trabajar lo más rápido posible”.

A D’Orazio le tocó la transición a la fotografía digital. Si dejó la analógica, cuya calidad considera mejor, fue debido al tiempo requerido que se ha vuelto inaceptable para el cliente. En la actualidad ha aceptado cada vez menos clientes: Aún amo la fotografía de modas, pero durante 20 años me consumió y no podía explorar algo más artísticamente. En el fondo, soy pintor. El problema fue que en aquel entonces sólo podía serlo de domingo y así no se puede desarrollar nada.

En la exposición de la galería Hilario Galguera también se exhiben las series Scratch (Rayar) y Nudes (Desnudos). El fotógrafo explica que durante los siete u ocho años pasados ha hecho un trabajo experimental en el que manipula película-película, que raya y agrega tintas. Así que pinto sobre la película original, luego la escaneo y la imprimo. Tacho las caras y al hacerlo de inmediato se crea una abstracción. Este es el primer paso hacia lo abstracto, que es lo que realmente amo hacer.

La galería Hilario Galguera se ubica en Francisco Pimentel 3, colonia San Rafael. Se cerrará del 12 de diciembre al 12 de enero. La exposición de Sante D’Orazio permanecerá hasta el 17 de ese mes.