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Plantea llevar la destrucción hasta sus últimas consecuencias

Sociólogo teórico del caos inspira actos vandálicos, afirman grupos ácratas
 
Periódico La Jornada
Jueves 4 de diciembre de 2014, p. 10

Las teorías promovidas por el sociólogo cubanoestadunidense Gustavo Rodríguez Ramírez, impulsor de la tendencia informal anarquista (TIA), se han convertido en los lineamientos de algunos anarquistas que, impulsados por la arenga de llevar el caos y la destrucción hasta sus últimas consecuencias, han actuado de manera violenta encubriéndose entre participantes de protestas pacíficas desde diciembre de 2012, señalaron integrantes de grupos ácratas entrevistados por este diario.

Señalaron que este sociólogo, autor del libro Que se ilumine la noche, se ha convertido en la figura que inspira a individuos y células de este movimiento para cometer actos vandálicos contra objetivos específicos y separarse de manera inmediata.

En publicaciones en Internet como haine.org, Conspiración Ácrata, Rojo Oscuro, Vivalaanarquia y feartosleep existen referencias, entrevistas y otros documentos en los cuales se menciona que desde 2011 Rodíguez Ramírez fue considerado integrante de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) por participantes del movimiento anarquista.

Sin embargo, el sociólogo aseguró que los señalamientos fueron de una cagatintas, defensora a ultranza de las tretas de los hermanos Castro en la isla caribeña.

Dijo que los señalamientos de que es integrante de la CIA pretendían inaugurar una campaña de desprestigio contra los núcleos de acción insurreccional anárquica y grupos ecoanarquistas que asumían su radical novedad.

En sus teorías, Gustavo Rodríguez plantea “la insurrección cotidiana, la extensión del caos y la concreción de la anarquía (la incineración de la mercancía, la destrucción de los centros de producción, la parálisis económica, el fin de las obligaciones, la secesión de la vida cotidiana, el termino de la ‘normalidad’)”.

Extender el caos

En noviembre de 2012, en una entrevista concedida a Conspiración Ácrata, se le preguntó cómo visualizaba el escenario poselectoral en México y cuál consideraba que debía ser la reacción de los grupos de acción anarquista. Respondió: “podríamos exhortar al atentado, a la eliminación física del candidato del llamado ‘movimiento progresista’, con clara intención de provocar a sus seguidores, concretando una ‘insurrección generalizada’. Ahí sí tendríamos mucho qué hacer los anarquistas, no porque vislumbremos ‘posibilidades revolucionarias’ ni porque depositemos expectativas en los cacareados ‘cambios’ y ‘transformaciones’ que tanto pregona la socialdemocracia, sino porque tendríamos la posibilidad maravillosa de extender el caos y concretar esos momentos efímeros en que cobra vida la anarquía”.

El sociólogo presuntamente vivió en México desde 1990 y fue deportado en enero de este año.

A decir de grupos ácratas, para la mayoría de los anarquistas Gustavo Rodríguez es un ideólogo residual al que muy pocos siguen o tienen como referente de acción, pero sus seguidores son quienes han efectuado los actos vandálicos en el Zócalo y otras zonas del país.

En diciembre de 2011 el colectivo Noticias de la Rebelión sostuvo en un comunicado que hay grupos y personas que se hacen pasar por anarquistas, pero que no lo son, por la sencilla razón de que son aliados del imperialismo gringo, en este caso el Movimiento Libertario (o mejor dicho liberal) Cubano y Gustavo Rodríguez, refirió el documento publicado en la página de La haine.org.

Gustavo Rodríguez señaló en la entrevista realizada por Conspiración Ácrata que “hace unos cuantos años le propusimos en tono burlón al subcomediante Marcos (sic) ejecutar al cura Samuel Ruiz para provocar el levantamiento iracundo de sus adoradores, a lo que el jefecillo guerrillero respondió esbozando una breve y forzada sonrisa. Indudablemente, a ningún líder, por muy subversivo que se asuma, le agradan las ejecuciones en torno a posibles atentados o potenciales magnicidios”.

Según Rodríguez, los anarquistas no luchan por transformar el mundo ni por hacerlo más justo ni por cambiar de manos el poder; luchamos por destruirlo y no nos conformamos con menos.