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El narrador nicaragüense presentó su libro Juan de Juanes en la FIL de Guadalajara

Las dificultades en América Latina no me causan desaliento: Sergio Ramírez

El camino para salir adelante está a cargo de las nuevas generaciones, dice a La Jornada

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Muchos escritores se han perdido porque no escriben lo que cuentan, dice Sergio Ramírez en entrevistaFoto Carlos Cisneros
Enviada
Periódico La Jornada
Jueves 4 de diciembre de 2014, p. 6

Guadalajara, Jal., 3 de diciembre.

El escritor nicaragüense Sergio Ramírez (Masatepe, 1942) ha sido en esta Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara una de las voces más profundas sobre el papel del escritor en momentos de crisis.

Sus reflexiones las ha vertido en presentaciones de libros, en su diálogo con Nélida Piñón, en la conferencia magistral por el tricentenario de la Real Academia Española.

“Lo hago –dice en entrevista– porque parto de una convicción fundamental que he sostenido a lo largo de mi vida. Pasan los años, pero creo que mientras uno se mantenga de pie en ese ladrillo sosteniendo sus creencias originales, se siente más seguro en un mundo tan cambiante, sacudido por olas de violencia, con tanto desconcierto, como el que vivimos, donde los caminos para las soluciones políticas y sociales no son fáciles, y donde siempre la literatura sigue alimentándose del conflicto, alimentándose de esas anormalidades que presentan las sociedades latinoamericanas.”

Eso no significa que las sociedades en América Latina no hayan experimentado cambios, pues creo que ha habido cambios fundamentales, pasamos de los autoritarismos militares a ensayos de democracia, algunos han sido fructíferos, otros no, pero no me lleno de desaliento al ver tantas dificultades que hay de por medio. Por el contrario, confío en que el camino para salir adelante lo vamos a hacer entre todos y, sobre todo, es una responsabilidad de las nuevas generaciones.

El papel ciudadano

–Nuevas generaciones de escritores, pero también de ciudadanos.

–Y de ciudadanos, en efecto. Nunca olvido ese papel que me asignó Carlos Fuentes, que en eso trato de imitarlo, de seguirlo, en el sentido de que cuando uno tiene un papel de escritor a la vez se abre un papel ciudadano. Es lo que pensaba también José Saramago y este es un pensamiento que viene desde Voltaire: el intelectual. ¿Qué es el intelectual? Ese término lo inventó Voltaire. El intelectual como un ciudadano que habla, que responde y que no cierra los ojos.

Eso es lo que trato de hacer frente a la realidad de mi país y de América Latina. Bien podría no hacerlo y podría perseguir una escritura de calidad. Hay quien puede cerrar los ojos, vivir en la oscuridad y escribir buenos libros, pero se trata de escoger y mi coherencia personal es también asumir el papel ciudadano.

Saramago y Fuentes son dos de los personajes de la literatura que menciona en su nuevo libro Juan de Juanes (Alfaguara), que se presentó el martes por la noche, en el que aparecen anécdotas, vidas compartidas y amigos. Escritores e intelectuales como Gabriel García Márquez, Carlos Monsiváis, Julio Cortázar, Tito Monterroso, que han muerto, y el Nobel Mario Vargas Llosa. Un libro en el que el reciente ganador del Premio Carlos Fuentes a la Creación Literaria en Español habla de sus maestros pero, sobre todo, de sus amigos.

–Mencionó a Saramago y Fuentes. En general queda la sensación de que este libro es una revisión del pensamiento intelectual iberoamericano.

–Sí, claro, pero a través de mis afectos. Es decir, son mis paradigmas, mis paradigmas de escritores, explico por qué cada uno de ellos es un paradigma y la forma en que me encontré a cada uno nunca estuvo alejada de la realidad política. Son grandes escritores a los que encontré y por alguna razón que tiene que ver con esas realidades, desde mi encuentro con Gabo, a quien fui a pedirle apoyo para un gobierno fantasma que iba a tomar posesión en Nicaragua; con Cortázar, porque lo llevamos a una visita clandestina a Solentiname, donde Ernesto Cardenal tenía este laboratorio comunitario, y luego con Carlos Fuentes desde que me encontré primero con sus libros en una librería y después nos vimos por primera vez cuando vino a Nicaragua, en los años 80.

En fin, Juan de Juanes es un mapa que trazo a través de estas referencias que tienen que ver con mi vida, porque mi vida estuvo basada en esta dualidad de la política revolucionaria y de la escritura. No podía ser de otra manera.

Por conocer a escritores jóvenes

–Son voces que hacen falta.

–En muchos sentidos me siento un sobreviviente. Desde niño tuve amigos mayores que yo, no sé, quizá porque a los 12 años tenía la estatura que tengo ahora, y eso me alejaba de los compañeritos de mi edad y buscaba la de los mayores. Quizá por eso entre personas como Fuentes, Gabo, Saramago me sentía muy bien y hoy ya no están y me siento un poco perdido, un poco huérfano. Como sobreviviente de ese gran naufragio que ha sido la muerte de todos ellos para mí.

“Me consuelo en el hecho de que no miro sólo hacia atrás. Miro hacia adelante también y me encuentro con otras generaciones de escritores con las cuales tengo una relación muy estrecha, desde Juan Villoro a Volpi, a los que han venido después como Roncagliolo, Neuman. Siempre estoy pendiente de lo que escriben. Quiero estar pendiente de lo que escriben los más jóvenes aún, ya es difícil de controlar eso, pero no se trata sólo de relacionarse con los escritores jóvenes, sino con lo que escriben, que es la manera de conocerlos.

Juan de Juanes es otra pequeña parte de sus memorias, fragmentadas, que se iniciaron con Adiós muchachos y “es un testimonio de cómo la literatura afectó mi vida y cómo la cambió desde que decidí ser escritor.

Ser escritor es un oficio que uno asume con la propia vida, sabe lo que quiere hacer, como el que quiere ser dentista.

No se cansa de contar historias, añade. “Disfruto mucho escribiendo historias, hablando de ellas, creo que para ser escritor uno tiene que ser un contador nato de historias. Muchos escritores se han perdido porque no escriben lo que cuentan, he conocido maravillosos narradores orales que tienen es inmensa habilidad para entretener a una audiencia, comenzar a contar un cuento, ir contando el hilo, callando lo que deben callar, fijando los misterios necesarios, saliendo adelante con lo inesperado, ese es un arte. Transformar ese arte en escritura es lo que hace a un escritor.

Sigue contando historias, su próxima novela se titula Sara y se publicará en los primeros meses de 2015. Publica prácticamente un libro por año, cuentos, novelas, literatura infantil, antologías con su trabajo periodístico…

La razón de ese ritmo endemoniado: Uno lucha contra el tiempo. Después de los 70 años de edad uno comienza a tomar en cuenta el tiempo, no puede ignorarlo y es necesario. Si uno es escritor, tiene que escribir.