Opinión
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Puntos sobre las íes

Carlos Arruza XXXVI

J

unio 28, 1950.

A las 7 de la noche de esa fecha, con un calor espantoso, se celebró, ante el Altar del Jesús del Gran Poder, el matrimonio de Mari Carmen y Carlos, siendo agasajados por los muchos amigos de ambos, de todos los rincones de España y Portugal llegados y, tras los brindis y un refrigerio, viajaron los flamantes esposos a tierras lusitanas para que El Ciclón cumpliera con compromisos acordados con anterioridad.

Y así, entre felicidad y corrida y corrida, tuvo lugar su luna de miel en Estoril, y cabe decir que el matrimonio fue de gran suerte para el matador, ya que los triunfos eran tantos como las corridas en que participaba.

La exitosa temporada terminó con la fractura de una clavícula y, pa’ pronto, a prepararlo todo para viajar a México, con una esposa deseosa de conocer nuestro país y un esposo que deseaba poder corroborar aquí los incontables triunfos en España y Portugal.

Una vez concluidos los trámites de migración y aduana, la primera visita del matrimonio fue a la Basílica, para que Carlos presentara a Mari Carmen con su Apoderada y, tras unos breves días de paseo y descanso, ¡A torear se ha dicho!

Reapareció el 29 de enero de 1951 en Guadalajara, con Fermín Rivera y Luis Procuna, con toros de Pastejé, y esa tarde cortó orejas y rabo de su primer toro, encontrándose los tapatíos con un Ciclón que venía a sacudirlo todo.

Ocho días más tarde repitió en la Perla de Occidente corrida de ocho toros, alternando con Manolo dos Santos, Luis Procuna y Rafael Rodríguez, con toros de La Punta.

A sus dos enemigos les tumbó los auriculares y los rabos, con una plaza convertida en un auténtico manicomio –con el desiderátum acreditado ya en México.

En provincia, las cosas fueron del mismo tenor, y fue entonces que comenzó el rumor de un próximo arreglo del conflicto decretado por la torería hispana, tal y cómo sucedió poco después, por lo que se organizaron dos corridas llamadas de La Concordia (que en realidad fueron tres) y, poco antes, el domingo 18 de febrero de 1951, reapareció Carlos ante la afición capitalina, completando el cartel Fermín Rivera y Alfonso Ramírez El Calesero, con toros de La Laguna y, triste y desgraciadamente, por más que Arruza se esforzó, inexplicablemente el público poco o nada le agradeció, y lo único que se llevó fue una herida en el brazo izquierdo causada por una banderilla.

Y vino el desquite.

El preámbulo fue maravilloso: Parrita, Paco Muñoz y Rafaelillo (de paisanos) y Curro Caro, Antonio Velázquez y Carlos Arruza (de luces) se dieron simbólicos abrazos, poniendo así fin a las hostilidades, con plaza abarrotada y un público más que entusiasta.

El Ciclón se las vio con un astado de Pastejé, bautizado como Holgazán, al que dejó sin orejas y sin rabo, y esa tarde, con tan clamoroso, triunfo podríamos describirla como la del reencuentro.

Tres corridas, tres.

Haciendo alarde de sus portentosas facultades, se organizaron tres corridas para Arruza y Dos Santos para una sola fecha: la primera en Morelia, por la mañana; la segunda, en México por la tarde, y la tercera en Acapulco por la noche, que, aunque ustedes lectores no lo crean, dividieron las opiniones: unos los alabaron, otros los criticaron, sin faltar algunos avinagrados que los tildaron de rateros.

De todo hubo.

Al domingo siguiente, tuvo lugar la corrida de La Oreja de Oro, que para El Ciclón vino a ser una verdadero broche de oro para tantos triunfos; el mayor, haber podido demostrar a los capitalinos ser una auténtica figura del toreo.

Y así, resonando en sus oídos las interminables ovaciones de la corrida de La Concordia (febrero 25 de 1951), Carlos dio por terminada aquella inolvidable temporada.

Poco antes de partir para España, toreó en Tijuana, mano a mano con Curro Caro, cortándoles las orejas a sus tres enemigos y tras de una travesía en la que campearon los buenos momentos, don Andrés le preguntó en qué plaza desearía comenzar la temporada y la respuesta fue: Barcelona, pero para dentro de un mes, ya que llevaba un calendario sin torear ni entrenar.

Fue mucho pedir.

***

No, no.

Ya reapareció Fregaritis

Ni remedio.

Hasta la próxima.

(AAB)

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