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Salud. Enfermería y reforma
L

a última versión de la reforma de Mercedes Juan y Peña Nieto quedó reducida a la pretensión de establecer una instancia para la regulación y vigilancia de la calidad de los servicios en los establecimientos, así como de la práctica médica donde la Comisión Nacional de Arbitraje Médico asumirá facultades de autoridad.

Además de la histórica manifestación del #YoSoy17 (22.6.14), ahora la instancia de Mercedes Juan enfrentará las protestas de las enfermeras/os, trabajadores sociales y terapistas.

Su participación en el cuidado es fundamental. Representan el grupo más numeroso de trabajadores de la salud, y más de 300 mil son insuficientes frente al cuadro de morbi-mortalidad. La OMS sugiere tres enfermeras por cada médico, pero México tiene una. Sus necesidades profesionales, junto con las de los médicos, irrumpieron en la agenda sectorial.

En 2005, Marta Sahagún consideró que la enfermería retoma el espacio profesional que se merece, mientras el entonces subsecretario de la Secretaría de Salud (Ssa) Enrique Ruelas sostenía que las escuelas preparan profesionales competentes, no sólo en conocimientos y habilidades técnicas, sino capaces de entender que más allá de venoclisis, jeringas y antibióticos, es indispensable comprender la importancia de brindar consuelo, el estímulo de seguir adelante y el cariño por los pacientes. En México, estimó, hay cerca de 500 escuelas. A través de la Comisión Interinstitucional de Enfermería se orienta su certificación y se cumple la instrucción presidencial para retabular, con un incremento de 400 por ciento, a pasantes que hagan servicio social en áreas rurales. Además, el 6 de enero 2005 Fox comunicó que las/os enfermeros se desincorporarán del tabulador de salarios mínimos generales, lo que mejorará las percepciones y hará más atractiva la licenciatura.

Felipe Calderón instaló, el 5 de enero 2007, la Comisión Permanente de Enfermería para elaborar normas oficiales mexicanas, el ejercicio profesional de la enfermería obstétrica, la prescripción de medicamentos dentro de la atención primaria, la regulación de agencias que contratan u ofrecen servicios, la atención ambulatoria y domiciliaria de pacientes con padecimientos crónicos y el Sistema de Información Administrativa de Recursos Humanos en Enfermería. El 9 de enero 2008, Calderón prometió fortalecer los estímulos al desempeño y dignificar plenamente la profesión.

El 8 de enero 2014, Peña Nieto anunció un programa de profesionalización para que todas las instituciones del sector cuenten con programas y mecanismos que aseguren que quienes se dedican a esta actividad puedan concluir estudios de posgrado y tengan acceso a mejores plazas, así como un incremento en las becas a pasantes de 20 a 25 por ciento”.

Pero en la Convocatoria (10.9.14), la Ssa modificó el Reglamento de Profesionalización (para otorgar categoría y salario según grado académico) y eliminó la posibilidad de ascenso, extensiva a trabajadores sociales y rehabilitadores. Ahora se acota, con licenciatura, un nivel máximo de categoría de técnico condicionando la posibilidad de ascenso a la desocupación de plazas o por medio de escalafón.

Las protestas cundieron de inmediato. El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Secretaría de Salud manifestó su inconformidad y total rechazo al formato de la convocatoria en un oficio dirigido a Mercedes Juan (4.11.14). Los trabajadores se reunieron (4.11.14) con Gustavo Cortés, director de Operación de la Ssa, quien explicó que era una disposición de Hacienda, a la cual llevaría sus inquietudes.

El 6 de noviembre, la Asamblea Intergremial de Enfermeras, Trabajadoras Sociales y Terapistas Rehabilitadores Físicos de la Ssa exigió la reversión de la convocatoria. Ello fractura la médula del mecanismo federal de profesionalización y cancela de facto el compromiso presidencial para reconocer, académica y monetariamente, a las/os licenciadas en enfermería.

Con el pretexto de que la mayoría de las especialidades son postécnicas y pocas alcanzan el estatus de posgrado, en la convocatoria se ofrece retroceder en el escalafón del código de enfermera especialista A ($9 mil 621) o especialista B ($10 mil 241), al código de enfermera general titulada C ($11 mil 659, tabulador Ssa, 2014, zona II).

La aparentemente tentadora oferta esconde que así la dependencia erogará menos recursos al dinamitar la lógica del escalafón, toda vez que, como Ssa (amparada en las disposiciones de Hacienda), no se obliga a crear plazas con el código del puesto inmediatamente superior: el de enfermera especialista B ($10 mil 241) y el de especialista C ($12 mil 893).

Además, se convoca a las enfermeras auxiliares A ($7 mil 531) y B ($8 mil 241) a competir, únicamente por escalafón, al puesto inmediato superior: enfermera general titulada A ($8 mil 719), a pesar de cumplir con el título, poseer cédula de licenciado. Por su parte, las enfermeras generales tituladas A ($8 mil 719) sólo pueden aspirar al puesto inmediato superior: al código de enfermera general titulada B ($9 mil 268), a pesar de cumplir con título (contar con la cédula). Así, las enfermeras generales tituladas B son la únicas que podrían aspirar al puesto de enfermera general titulada C ($11 mil 659).

Para trabajo social (la licenciatura se reconoce vía el puesto de “profesional en trabajo social en área médica A) y los terapistas físicos en rehabilitación (terapista profesional), sucede exactamente lo mismo que con la rama de enfermería: sólo se asciende por escalafón y la limitante de códigos autorizados se ejecuta presupuestalmente.

Finalmente, la movilización gremial revirtió la convocatoria y, como con los médicos, ubicó el asunto del reconocimiento profesional en el corazón de la agenda pública inmediata. ¿Será, que ese debería ser el principio de la reforma de Mercedes Juan? Precisamente, lo que Peña evadió en campaña y los primeros años de gobierno, mientras ofrecía una ruidosa pero escuálida universalidad para garantizar derechos ¡degradados!

*Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco