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Camerata de Bern, en el Palacio de Bellas Artes
 
Periódico La Jornada
Domingo 9 de noviembre de 2014, p. 5

En los 52 años de vida de la Camerata de Bern ha habido cambios de propósitos, repertorio y formas de interpretación. Pero el entusiasmo de sus integrantes ha permanecido intacto, en algunos desde hace 35 años, todos muy comprometidos con el espíritu del ensamble que consiste en tocar sin director al frente. Sus miembros tocan en agrupaciones de todo el mundo.

Ese solo hecho implica asumir una gran responsabilidad en el escenario y siempre actuar entre los límites peligrosos que separan el quehacer musical ordinario del fantástico, expresa Louis Duprais, director administrativo de la Camerata de Bern, que ofrecerá un concierto el jueves 13 en el Palacio de Bellas Artes para conmemorar su 80 aniversario.

Fundada en 1962 por estudiantes del conservatorio, pronto se convirtió en un grupo profesional. En ese entonces, la meta era tocar en un gran ensamble de cámara, claro, sin director, e imprimir el aspecto de música de cámara en cada obra interpretada.

Aventurado repertorio

El repertorio sí ha cambiado, explica Duprais desde Suiza, entrevistado por los medios: “En sus comienzos, la Camerata tocaba sobre todo obras del periodo barroco del siglo XVIII y algunas piezas clásicas para cuerdas de la autoría de Dvorak, por ejemplo. No eran muy aventurados.

Alrededor de 1965 o 1967 algunos compositores empezaron a escribir música para la Camerata, entusiasmados por su forma de hacer música. Esta apertura a la música contemporánea continúa hasta el presente. En los años 60 y 70 del siglo pasado siempre se interpretó mucha música barroca y moderna de los periodos clásico y romántico.

Un nuevo paso adelante se dio en los años 90. La Camerata empezó a interpretar obras para cuarteto o quinteto, transcritas para una orquesta más grande.

El número de integrantes de la Camarata varía entre 14 y 35. En esta ocasión vendrán a México 14.

En los años 90, sin embargo, comenzaron las presentaciones con instrumentos históricos; es decir, la música barroca se hacía con instrumentos del siglo XVIII, pero como la Camerata no los tenía, descuidó ese aspecto de su repertorio fundacional, señala Duprais. Aparte de enfatizar la composición moderna y romántica, en la década de 1990 y la primera del siglo XXI también experimentamos con jazz y un poco de rock.

A raíz de sus 50 años de vida, celebrado en 2012, el ensamble recibió como regalo de la ciudad de Bern, 14 instrumentos de cuerda de estilo barroco, de manera que ha reactivado un repertorio del siglo XVIII.

También la Camerata ha incluido obras escritas originalmente para orquesta sinfónica. Desde 2009 la cellista Antje Weithaas es su directora artística.

Para su presentación en el Palacio de Bellas Artes interpretarán un programa de música que amamos y nos gusta tocar. La primera parte del concierto estará integrada por Divertimento en re mayor para cuerdas, Salsburger Sinfonie, de Mozart. Para Duprais siempre es bueno comenzar con algo de Mozart porque abre el oído y es una buena presentación para la orquesta.

Sigue Variaciones sobre un tema de Frank Bridge, de Benjamin Britten, quien lo escribió a los 24 años como tributo a su maestro. Fue estrenado en 1937 en el Festival de Salzburgo y le atrajo a Britten una atención internacional bien merecida.

La tercera obra, Tu aliento reposa bajo el cielo de agosto, basado en un poema de Cesar Pavese, fue escrito apenas por el compositor suizo Alfred Zimmerlin. En el momento de la entrevista los integrantes de la Camerata de Bern no habían escuchado aún la música, aunque sí habían leído la partitura. El estreno mundial, sin embargo, no será en México, sino en Panamá, donde el ensamble dará un concierto el día 11.

Kreutzer, de Beethoven, con 40 minutos de duración, ocupa la segunda parte del programa. Escrita originalmente para violín y piano, hace un par de años esta sonata fue transcrita para violín y orquesta de cuerdas. Duprais se refiere a ella como increíblemente demandante, para el ensamble, ya que paisajes que sentirían cómodos al piano se convierten en enredaderas para instrumentos de cuerda, en especial para los violines y el cello.

A esta obra conocida se le ha confeccionado un traje nuevo que abre nuestros oídos a bellos detalles, que son realzados por las imitaciones y contrapuntos de los instrumentos de cuerdas.