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El arquitecto y escultor fue condecorado por el INBA con la Medalla de Bellas Artes

El horror actual resulta del desdén por la creación: González Gortázar

La propuesta del gobierno actual de rescatar los espacios públicos quedó en letra muerta, recordó en su discurso

Él sigue creyendo en su disciplina como la mayor invención del espíritu humano, señaló María Cristina García Cepeda al entregarle la presea

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La escritora Cristina Pacheco y el galardonado, Fernando González Gortázar, sostuvieron una charla pública durante la ceremonia de entregaFoto Francisco Olvera
 
Periódico La Jornada
Domingo 9 de noviembre de 2014, p. 2

No es casual que el país se encuentre en las condiciones en las que está, sostuvo este sábado el arquitecto y escultor Fernando González Gortázar (ciudad de México, 1942) al argumentar la importancia de la arquitectura para la vida humana.

Me alentó, ingenuamente, cuando el actual gobierno federal, dentro de su estrategia más allá de la fuerza para combatir la violencia, propuso el rescate de los espacios públicos; eso quedó en letra muerta, no se ha realizado la menor acción en esa ruta. Por ahí deberíamos cambiar: quien vive en un medio agresivo, responde de forma agresiva; quien vive en un medio injusto, hace lo propio. La injusticia produce injusticia y la violencia produce violencia, explicó.

Es esta violencia lo que nuestras ciudades nos ofrecen desde que abrimos los ojos por la mañana hasta que nos dormimos por la noche, desde que nacemos hasta que morimos, y además está el espectáculo intolerable de la injusticia.

Al recibir la Medalla de Bellas Artes, en ceremonia efectuada al mediodía en el Museo de Arte Moderno, el también urbanista, escritor, periodista y ecologista afirmó que el actual panorama que se vive en México apela, no a nuestra sensibilidad estética, sino a nuestra sensibilidad moral y nuestra capacidad de solidaridad social.

Todo este horror que estamos viviendo se deriva en gran medida de esa esencial injusticia de un sistema político, económico, social; de la impunidad, de la falta de interés por todo aquello que apele a lo más noble que tenemos, entre lo cual está la posibilidad de la creación artística; al mismo tiempo, este horror nos hace ver lo limitada que es nuestra capacidad de acción, destacó en su improvisado discurso.

¡Cuánto daría por compartir  la fe que tenían los muralistas mexicanos en el arte como forma de construir una sociedad! En realidad, los artistas tenemos poco que decir: decir la verdad, es mucho; hablar de belleza, de justicia es mucho.

De acuerdo con González Gortázar, no es casualidad que el núcleo duro del horror mexicano esté en Michoacán, Guerrero, Chiapas y Oaxaca, entidades riquísimas en su cultura inmaterial, pero abandonadas ancestralmente, carentes de buenas comunicaciones y educación.

“Entonces –observó– hay una especie de contradicción entre el optimismo que produce la gran cultura y sus inmensas, infinitas, posibilidades y los resultados que estamos viendo que podemos lograr.”

Acompañado por la periodista Cristina Pacheco y por el también arquitecto Juan Palomar, el creador recordó que Le Corbusier sostenía que la arquitectura comienza donde termina la función, y que lo que él buscaba era tocar el corazón de los hombres.

Debemos todos sacar la arquitectura de esa horripilante  automarginación que es el elitismo. La arquitectura no puede seguir siendo una profesión para ricos; en el momento en que se convierta en patrimonio de todos, podremos decir que la hemos redimido y está cumpliendo, por fin, su funcionalidad.

A su decir, ejercer la arquitectura y el urbanismo es un acto de amor, y como todos los amores tiene sus sabores y sinsabores. Ejercer la arquitectura es siempre un acto de fe, esperanza y, también, de caridad, pero no de la caridad católica, sino entendida como justicia.

El arquitecto y escultor reconoció la importancia que tuvo en su vida José Emilio Pacheco, a quien debe haber entendido un poco el significado de la poesía.

La poesía es también la más alta meta para los arquitectos y muy pocos logran alcanzarla. Creo que existe la poesía cuando algo nos produce vértigo de altura y de hondura; para mí, eso es la poesía, lo que logró Luis Barragán y lo que aspiramos muchos lograr, sin éxito vitalicio, señaló.

Inquirido por Cristina Pacheco, en lo que se convirtió de súbito en una amena charla pública, Gonzalez Gortázar afirmó que la belleza es un artículo de primera necesidad, tanto como las tortillas o el pan. Sin ella, no se puede vivir de manera plena.

También afirmó que la arquitectura debe ser prioridad no sólo para los arquitectos, sino un asunto de interés para todos: No hay nadie que pueda sentirse ajeno. Cuando lleguen los primeros hombres a otros planetas, pasarán años para que se empiece a hacer pintura, danza, música, pero la arquitectura estará siempre con nosotros.

Aportación, creación y sabiduría

Al entregar la presea a Fernando González Gortázar, y antes de que un grupo de mariachis irrumpiera de forma inesperada con su jubilosa música, la directora general del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), María Cristina García Cepeda, recalcó que con esta presea se reconoce la creación, las aportaciones y la sabiduría de un hombre que ha dedicado su vida a la arquitectura, a un artista y creador responsable, como lo llamó Carlos Monsiváis, un pilar de la arquitectura moderna en México.

Él ha dicho que sigue creyendo en la arquitectura como servicio, como disciplina creadora de cultura, forjadora de identidad y promotora de cierta forma de justicia. Sigue creyendo en ella como la mayor invención del espíritu humano, promotora de un mundo que debe acercar la felicidad a quienes la habitamos. Ha buscado siempre la poesía arquitectónica, ésa que sólo el equilibrio entre belleza y misterio es capaz de producir, definió la funcionaria.