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PGR y PGJE han sido omisas: padres de dos normalistas

No confiamos en el gobierno; queremos a nuestros hijos ¡ya!

Si Peña Nieto no puede encontrarlos, que lo diga claramente, reclaman

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Valentín Cornelio González, Clemente Rodríguez, Sirenio Amateco y Bernabé Alejandro Gazpar, familiares de varios de los 43 alumnos de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, en entrevista con La Jornada en las instalaciones de Rompeviento TVFoto Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Miércoles 22 de octubre de 2014, p. 8

El viernes 10 de octubre, durante la segunda reunión de padres de los estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos con el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y el procurador general de la República, Jesús Murillo Karam, Bernabé Abrajan, indígena mixteco, aportó un indicio que, piensa, puede ser clave. Desde la noche en que fue secuestrado en Iguala su hijo Adán Abrajan de la Cruz, estuvo marcando a su teléfono celular, a diario, durante 15 días, hasta que al cumplirse dos semanas de la desaparición una voz de hombre contestó. Hola, dijo. Y no colgó durante un largo minuto. Después ya nadie respondió en ese número telefónico.

Les pasé esa información a los encargados de la Procuraduría General de la República (PGR), pero en privado, porque no nos da confianza toda la gente que entra a las reuniones. Les di los datos, y nada. No me han dado respuesta.

Pide Bernabé Abrajan: Quiero decir por este medio que si el presidente Enrique Peña Nieto no va a poder encontrar a nuestros hijos, si no nos va a apoyar en la búsqueda, que lo diga claramente. Y si es así, entonces yo voy a pedir que venga personal de Estados Unidos. Ellos tienen más medios y tecnología. Ellos sí los van a poder encontrar.

Palabra sin valor

Para él y para Clemente Rodríguez, padre de otro de los 43 desaparecidos, Christian Alfonso Rodríguez Telumbre, la palabra de los funcionarios estatal y federal ha perdido todo valor. La interlocución se mantiene, no así la confianza. El mimso lunes, mientras conceden una entrevista a La Jornada en esta ciudad, otra comisión se entrevistaba en Acapulco nuevamente con Osorio Chong y Murillo Karam.

Confianza vamos a tener hasta que nos entreguen a nuestros hijos. Queremos hechos, no declaraciones.

En las ojeras profundas de estos hombres sencillos, en su palidez y su voz apretada, se traslucen 28 días de sufrimiento e incertidumbre. Con la misma desconfianza reaccionan ante las declaraciones y las gestiones del sacerdote Alejandro Solalinde. No le creemos. Si de verdad es un hombre de paz, como dicen, primero debería hablar con nosotros y decirnos lo que sabe. Pero no sólo lo que oyó decir a otros; hechos confirmados es lo que nosotros necesitamos, dicen.

Bernabé Abrajan lo compara con el gobernador Ángel Aguirre: El padrecito ya está actuando igual que el gobernador, que días antes estuvo diciendo casi lo mismo, que los de las primeras fosas que encontraron eran nuestros hijos. Lo dio por hecho, pero ¿cómo van a saberlo si ni siquiera se han hecho las pruebas de los restos para saber si son ellos? Dice que una persona le dijo que los quemaron, que algunos todavía estaban vivos. Como padres de los muchachos no podemos aceptar eso así nomás.. Y reitera: No le creemos.

Su confianza de padres angustiados está puesta en otras manos: el Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, la Red Guerrerense de Derechos Humanos, el Centro Morelos, la Comisión de Interlocución que encabeza el padre Miguel Concha.

Agrega Bernabé: “Lo que sí estamos esperando es el resultado de las muestras que nos tomaron las doctoras argentinas (del Equipo Argentino de Antropólogos Forenses –EAAF). No esperamos que estén muertos, pero estamos conscientes, será lo que venga, de todas maneras estamos ya en esto. Pero eso sí, que nos comprueben lo que digan”.

Apenas el sábado 18 tuvieron una reunión con los integrantes del EAAF, quienes les informaron de los avances de su trabajo. Nos dijeron que este martes (ayer) se van a Estados Unidos para asegurar que el trabajo no fuera a fallar.

Lamentan que el peritaje del EAAF será parcial, ya que sólo ha tenido acceso a las muestras genéticas de los 28 restos encontrados en las primeras fosas. A los cuerpos exhumados de las otras fosas no han tenido acceso.

José Solano Ramírez, de la directiva estudiantil de la Normal Rural, explica: La PGR está poniendo muchas trabas al trabajo de los peritos argentinos. Ya se solicitó a la Secretaría de Gobernación que los dejen hacer peritaje en todos los restos, pero hasta ahorita no les han dado espacio.

Clemente y Bernabé enumeran las cosas en las que, a su juicio, la PGR y la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) de Guerrero han sido omisas. No han rastreado los celulares de los estudiantes desaparecidos, o si lo han hecho no han informado a las familias. Casi todos tenían uno. Y no son pocos, son 43. Eso debería arrojar alguna información. Además, durante días, a partir de los hallazgos de las primeras fosas, dejaron de buscar. Si se encontraron más fosas fue por otros compañeros (de la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero, Upoeg) que nos apoyan”.

Y una tercera vía: Deben obligar a los 34 detenidos que dicen tener, que cuenten la verdad, que digan dónde los tienen o adónde los llevaron. No digo que los golpeen; los derechos humanos se deben respetar, pero deben tener una estrategia para presionarlos.

Adán

Adán Abrajan de la Cruz es uno de los muchos estudiantes de la normal que ya son padres, muchachos del campo que empiezan a procrear muy jóvenes. Tiene 24 años, un niño de siete y una pequeña de dos. Su mamá se llama Delfina de la Cruz Felipe. Está angustiada, le hace falta su hijo. Hay veces como que se quiere enfermar, cuenta Bernabé.

Ellos son originarios de Ahuezutla, municipio de Ayutla, pero se fueron a vivir a Tecuanapa, municipio de Tecuantepec.

El ser na saavi (mixteco) ayudó a que Adán fuera aceptado en Ayotzinapa, aunque ingresó cuando ya había cumplido 24 años. “Todo le gustó de Ayotzi: la disciplina, lo que les enseñaban, el lugar. Le decía a su hermano pequeño: ‘si me quedo aquí, ya al año siguiente te vienes tú también’”, cuenta su cuñado Valente Cornelio González.

Cada fin de semana iba a Tecuanapa a ver a sus hijos. La última visita que hizo a la casa dijo que iba a venir a vender cempazúchitl para el Día de Muertos por parte de la escuela.

Cuenta su papá, Bernabé: Ya el viernes en la noche le habló desde Iguala a su primo, que también está en la escuela, para pedirle que mandaran refuerzos, que los policías los estaban baleando y correteando. Nos juntamos todos en la escuela, queriendo saber. Algunos queríamos ir para Iguala, hasta arriesgando nuestras vidas, pero no había cómo ir. Nos pasaron sonidos y hasta videos de la balacera. Otros sí fueron.

Christian

Christian Alfonso Rodríguez Telumbre tiene 19 años. Su familia es de Tixtla. La mamá se llama Luz María Telumbre Casarrubias. “Cuando me toca salir a darme mis vueltas en comisión –cuenta Clemente–, ella se queda en Ayotzinapa. No sé qué decirle cuando me pregunta: ‘¿Qué vamos a hacer con nuestro hijo?’ Tanto ella como yo no logramos conciliar el sueño, o si dormimos despertamos tres, cinco veces. No estamos en paz”.

Cuando Christian ingresó a la escuela normal su padre le preguntó: ¿Y con qué fin vas a estudiar? El muchacho lo tenía claro: Apoyar a mis tres hermanas para que ellas también puedan tener estudios. Quería prepararse, ser profesionista.

Clemente pide por favor a este diario: Póngalo así como le digo: la mayoría de los padres exigimos que los 43 normalistas aparezcan. Pero ya, de favor.