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No hay que temer a los cambios ni a nuevos desafíos, advierte el papa Francisco

Evidenció el sínodo una seria división en torno a la homosexualidad y el divorcio

Los tres artículos más polémicos no consiguieron los dos tercios para calificarlos de consenso

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Obispos asistentes a la misa multitudinaria en la Plaza de San Pedro en la que fue beatificado Pablo VI. El papa Francisco encabezó el domingo el cierre del Sínodo de la Familia que duró dos semanasFoto Ap
 
Periódico La Jornada
Lunes 20 de octubre de 2014, p. 41

El Vaticano, 19 de octubre.

El papa Francisco encabezó hoy el cierre de un encuentro de obispos católicos que dejó en evidencia profundas divisiones en torno a asuntos como la homosexualidad y el divorcio, y dijo que la Iglesia no debe temer a los cambios ni a los nuevos desafíos.

Francisco, quien ha dicho que desea una Iglesia católica más compasiva y menos rígida, hizo estos comentarios durante un sermón ante 70 mil personas en la Plaza de San Pedro, al cierre de la asamblea de dos semanas, conocida como sínodo de la familia.

Las sesiones de debate terminaron la noche del sábado con la divulgación de un documento final que revirtió una posición inicial de aceptación a los homosexuales, una iniciativa que habría sido histórica para la Iglesia católica y cuyo resultado fue considerado por algunos progresistas como un revés para el pontífice.

El Papa dijo que la Iglesia tenía que responder con valentía a cualquier desafío que surja. Habló sobre valentía un día después de decir a los obispos en la última sesión de trabajo que deberían estar atentos a la rigidez hostil de ciertas doctrinas conservadoras y a la buena voluntad destructiva de aquellos que buscan cambios a toda costa.

El pontífice describió al sínodo, donde unos 200 obispos a veces sostuvieron acalorados debates sobre temas como la moralidad sexual, como una gran experiencia, porque sus participantes pudieron hablar en un ambiente de verdadera libertad y creatividad humilde.

Ahora, dijo, la Iglesia no debe perder tiempo en la búsqueda de sanar viejas heridas abiertas y reactivar la esperanza de muchas personas que han perdido la fe.

El Papa, quien instó a los obispos a expresarse sin tapujos al comienzo del sínodo, les dijo el sábado por la noche que habría estado preocupado y triste si no se hubiera producido una discusión tan honesta en las sesiones de trabajo.

Los resultados de las votaciones dadas a conocer por el Vaticano mostraron que los tres artículos más polémicos, incluyendo la versión final sobre la homosexualidad, obtuvieron una mayoría absoluta, pero no consiguieron los dos tercios necesarios para calificarlas como un consenso generalizado.

Temas delicados como la homosexualidad y los divorciados que se vuelven a casar, verdaderos caballitos de batalla de los sectores conservadores, abordados en tres párrafos del documento (números 52, 53 y 55) y que no obtuvieron la mayoría de dos tercios necesaria (123), seguirán siendo debatidos en las diócesis de todo el mundo.

Los obispos reconocieron que existen elementos positivos en los matrimonios civiles y, con las debidas diferencias, en las convivencias, algo nuevo para la Iglesia.

El Papa logró que el sínodo abriera debates sobre argumentos hasta ahora tabú, recalcó el vaticanista Marco Politi. No ha sido para nada una derrota de Francisco, sostuvo.

El papa emérito Benedicto XVI acudió a la misa del domingo. Joseph Ratzinger, en declaraciones al diario La Repubblica, rechazó con firmeza las presiones de los cardenales conservadores que le pidieron maniobrar contra la política de apertura del papa Francisco en el sínodo sobre la familia.

Según fuentes citadas por el diario italiano, el papa emérito respondió a los cardenales que fueron a verlo en secreto para protestar contra la política de Francisco: yo no soy el Papa, no se dirijan a mí.

Durante la ceremonia de este domingo, Francisco beatificó al papa Pablo VI, quien falleció en 1978, dejando más cerca de la santidad al pontífice conocido por concluir las reformas del Segundo Concilio del Vaticano.

Pablo VI fue elegido en 1963 para suceder al popular Juan XXIII, y en sus 15 años en el cargo fue responsable de aplicar las reformas del Concilio Vaticano II y de abrir camino a que la misa se ofreciera en idiomas locales en lugar de en latín, pidió una mayor implicación de los legos en la vida eclesiástica y revolucionó las relaciones de la Iglesia con los fieles de otros credos.

Sin embargo, probablemente se le conozca sobre todo por la polémica encíclica de 1968 Humanae Vitae, que enalteció la oposición de la Iglesia a los métodos anticonceptivos artificiales.