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Niegan a sacerdotes acompañantes de familiares concelebrar misa

Oran en la Basílica de Guadalupe por que regresen con vida los estudiantes
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Familiares de los 43 normalistas desaparecidos, acompañados por Miguel Concha, Alejandro Solalinde, Adolfo Gilly y Javier Sicilia, entre otros, acudieron ayer a la Basílica de Guadalupe para pedir por su regreso con vidaFoto Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Lunes 20 de octubre de 2014, p. 7

Familiares de los 43 desaparecidos de la Normal Rural de Ayotzinapa, con su fe y el rostro de dolor por la incertidumbre de no saber el paradero de los jóvenes, acudieron a una misa a la Basilica de Guadalupe, donde a los sacerdotes que los acompañaban las autoridades eclesiales les negaron participar en la concelebración.

Madre mía, tú que eres madre y sabes el dolor de perder un hijo, las madres te rogamos e imploramos que cuides y hagas que regresen con vida nuestros 43 hijos desaparecidos. Esta leyenda se leía en una enorme manta con la que entraron al patio central de la Basílica los decenas de dolientes que llevaban ramos de margaritas, velas y las fotografías de los jóvenes.

Al mediodía, durante la misa dominical encabezada por el cardenal Norberto Rivera, la única mención que se hizo sobre la desaparición de los jóvenes fue cuando se oró por el cese de la violencia y la hostilidad contra la sociedad civil y se pidió a Dios que escuche las suplicas por la aparición con vida de los 43 estudiantes de la Normal de Ayotzinapa.

Tras varias horas de camino desde Iguala, enmedio de las tormentas que afectan a la región, los familiares de los jóvenes normalistas llegaron con retraso. La misa, que sería para los jóvenes desaparecidos, se realizó a las 16 horas, pero ellos arribaron dos horas más tarde. Ante ello, los sacerdotes Miguel Concha; Javier Morán y Carlos Cevallos, misioneros del Espíritu Santo; Sergio Cobo, de los jesuitas, y Jesús Ramos, buscaron concelebrar a las 18 horas, lo cual fue aceptado por el responsable de la iglesia del Sagrado Corazón, de la colonia Casas Alemán de la ciudad de México, quien oficiaría esa misa; sin embargo, el sacristán mayor rechazó la petición, bajo el argumento de que los domingos no hay concelebraciones.

Callados y con miradas tristes, los decenas de guerrerenses entraron a la nave central de la Basílica, donde esperaron, quietos, que los fotógrafos hicieran su trabajo, para después caminar hacia las filas delanteras de la iglesia con las imágenes de Joshivani, Everardo, Luis Ángel y 40 estudiantes más.

Con sus velas encendidas, que para ellos significa iluminar el camino, empezaron a rezar por sus hijos, hermanos, amigos. Entonces, personal de vigilancia se acercó para pedirles que apagaran las velas, porque había poco oxígeno y podía haber gente desmayada. Ante ello, comenzó una discusión, en la cual intervino el poeta Javier Sicilia, quien reclamó molesto la falta de sensibilidad y respeto a los dolientes.

Al término de la misa, en la cual el sacerdote que ofició la liturgia pidió que la paz vuelva a las familias afectadas, bajo una sola voz, se levantó el grito: Vivos se los llevaron, vivos los queremos.

Asistieron también integrantes de organizaciones de derechos humanos y ciudadanos, como Miguel Álvarez, de Serapaz; Adolfo Gilly, profesor emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México, y Abel Barrera, del Centro de Derechos Humanos de Tlachinollan. Ahí, el sacerdote Alejandro Solalinde comentó que acudió a la Procuraduría General de la República a presentar su declaración, pero no se la recibieron, e irá otra vez este lunes por la tarde.