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Prian: Fracking México III
E

l horror plasmado en las fotografías de 22 cadáveres en Tlatlaya (La Jornada, LJ, 26/9/14), un crimen de lesa humanidad que dio la vuelta al mundo, añade náusea a la indignación ante el brutal régimen que hoy se exhibe a la conciencia universal. Es claro que el cúmulo de agravios a la nación en 14 años de prianismo adosado con pactismos huérfanos de bases y llenos de entreguismo a ultranza, ya superó el umbral de tolerancia. Con seis muertos y muchos más desaparecidos y heridos en Ayotzinapa, violencia, codicia y propaganda sin control, van por el gran botín con leyes a modo, para la explotación y destrozo sin límite de ríos, acuíferos, forestas, tierras, cuencas marinas, ensañándose contra indígenas, campesinos, trabajadores y la juventud a la que también despojan de vida, país y futuro.

El clasismo autoritario e inequidad inter-generacional del neoliberalismo ya sacó a la calle a decenas de miles de jóvenes del IPN, en medio de un asalto antinacional y anti-popular que es vital revertir. A la sangre, represión y desempleo se añade la entrega del petróleo, superando con creces a Santa Anna sea en las aguas profundas y transfronterizas del Golfo de México o por todo el país, para que petroleras, mineras y gaseras hagan lo que les venga en gana incautando o rezonificando vastos espacios, explotando, horadando y destrozándolo a cielo abierto (www.noalamina.org ) o usando el fracking desde sus entrañas profundas, para extraer de la roca gas y petróleo de lutitas (shale) con enorme gasto de energía y colosales volúmenes de agua enlazada con toneladas de arena y químicos de alta toxicidad junto a un deterioro atmosférico que concita el rechazo mundial que vale revisar.

La ciudadanía global que EPN recibió con aplauso de los Kissingers de este mundo fue por la entrega a manos ajenas de los hidrocarburos de la nación, acelerando su extracción/exportación contribuyendo al colapso climático en curso. Aunque en el acuerdo transfronterizo sobre yacimientos entre Estados Unidos y México –febrero 2012– quedó formalizado el reparto a 50 por ciento de los hallazgos, en la Ley de Hidrocarburos aprobada por la mayoría prianista México sólo podrá explotar 20 por ciento. El 80 por ciento va al big oil (Exxon/Chevron etcétera). Pactaron que ni así de inequitativa la ley no aplicaría a ninguna firma que ya estuviera extrayendo crudo en el área. Ante eso, la senadora Dolores Padierna sentenció que así EPN ... se colocó del lado histórico de Antonio López de Santa Anna y de Porfirio Díaz... con su contrarreforma perdemos algo más grande que Texas (LJ,9/8/14, p.5).

El Banco Mundial dice que en 2010 Estados Unidos lanzó a la atmósfera 17.6 toneladas de CO2 per cápita y México 3.8. El entreguismo del régimen va de la mano de la explotación shale, que contamina, envenena y despoja a los habitantes, agudizando el daño atmosférico. En lugar de homologar la emisión de CO2 a la baja, los neoliberales lo hacen al alza: inducen la extracción en función del derroche de hidrocarburos, minerales y metales de Estados Unidos y siguen la narrativa shale del big oil sin el dato duro. En 2011 se publicó el estudio sobre La huella de metano y de gases con efecto invernadero del gas natural de las cuencas shale, llamado Estudio Cornell, que cuestionó, dato en mano, la versión del big oil y de la Casa Blanca sobre el gas natural shale muy lejos de ser el puente dorado a un patrón energético sustentable. De una versión amañada que funde gas natural (convencional) con “gas natural shale” se nutre el multimillonario fraude mediático pagado por el erario, que lanza un alud de espots a la población mexicana.

Coordinado por Robert Howarth, el Estudio Cornell evalúa la huella de gases de efecto invernadero (GEI) vinculada al gas natural obtenido de la fractura hidráulica (highvolume hydraulic fracturing) en las cuencas shale de Estados Unidos con atención a las emisiones de metano, su componente mayor. De relevancia mayor es el hecho de que se registraran fugas de metano a la atmósfera de entre 3.6 a 7.9 por ciento a lo largo de la vida de un pozo típico, fugas que son al menos 30 por ciento –y quizá lo sean hasta dos veces– mayores a las detectadas en las explotaciones del gas convencional. Se apunta que esas altas tasas de emisiones ocurren en momentos en que los pozos son fracturados hidráulicamente –cuando el metano escapa del agua de reflujo– así como durante la perforación de salida que sigue al proceso de fractura.

Como el efecto invernadero del metano es mucho mayor al del CO2, en particular en las primeras dos décadas desde la emisión a la atmósfera “la huella de GEI del gas shale es superior a la del gas natural convencional o a la del petróleo en cualquier marco temporal, pero de manera particular a lo largo de esos primeros 20 años”. El Estudio Cornell, entre otros asuntos, indica que “comparada con la del carbón, la huella del gas shale es al menos 20 por ciento mayor y quizá lo sea más del doble en un periodo de 20 años y es equiparable a lo largo de cien años”.

jsaxef.blogspot.com