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Se exhiben en la galería Juan Martín 42 fotografías intervenidas por el grabador

El maíz de nuestro sustento: Toledo en la lucha contra los transgénicos

Las impresiones gráficas fueron hechas por Rafael Donís a partir de negativos nunca vistos de los años 20 y 30

El artista oaxaqueño los coloreó con lápices, técnica manual, antigua y popular

Foto
En Juchitán se hizo mucha fotografía coloreada a mano con lápices de colores, que llegué a ver en casa de los familiares y me llamaron la atención, recordó Toledo en entrevista. En la imagen, una de las obras en exhibición
 
Periódico La Jornada
Domingo 28 de septiembre de 2014, p. 2

El recuerdo de las postales coloreadas que el artista, promotor cultural y activista juchiteco Francisco Toledo vio cuando era niño, lo motivó a utilizar este mismo método para intervenir las impresiones fotográficas hechas por Rafael Donís de una serie de negativos en blanco y negro que llegó a sus manos. Se trata de estudios sobre el crecimiento del maíz, realizados entre los años 20 y 30 del siglo pasado, se infiere, por la vestimenta y maquinaria que en ellas aparecen.

De un tiempo para acá Toledo encabeza una campaña en defensa del maíz nativo y contra los cultivos transgénicos en el país. La muestra El maíz de nuestro sustento, de 42 fotografías intervenidas, fue inaugurada ayer en la galería Juan Martín, en vísperas de la celebración nacional de ese cereal, que se celebrará el lunes 29. En lo que respecta a Oaxaca, Toledo pretende acudir a un pueblo cerca de Ocotlán que celebra al maíz nativo, a la vez que afuera del Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca, fundado por el pintor y grabador, habrá una tamaliza y se pedirán firmas contra del transgénico.

Entrevistado vía telefónica desde la galería, ya que se encontraba en Oaxaca, el artista expresó su gusto de siempre por iluminar fotografías; también ha utilizado imágenes de revistas e intervenido placas de rayos equis.

De la carpeta integrada por Donís, Toledo escogió las imágenes montadas en la Juan Martín, mismas que le llamaron la atención por su simplicidad y pocos elementos –la semilla, la planta germinada, la mazorca colgando de un gancho– de la composición.

Toledo nunca había visto fotografías como éstas y le sorprendieron. Decidió hacer algo artístico, aunado al hecho de que en este momento se habla mucho del transgénico. Fue un encuentro casual y a tiempo, aunque insiste en que la primera idea fue simplemente ver unas fotos que me gustan y quise colorear. No pensé tanto en concientizar a nadie.

Métodos de antaño

Antes de la llegada de la tecnología, las postales se coloreaban en los pueblos. En Juchitán se hizo mucha fotografía coloreada a mano con lápices de colores, que llegué a ver en casa de los familiares y me llamaron la atención. De alguna manera la presente forma de colorear es como se hacía antes. Con la tecnología nueva, pues, ya es como minucioso estar coloreando los trajes, muebles y las personas. También había que agregarles chapas y color a las personas que lo necesitaban.

–¿Hacerlas más guapas?

–Pues sí. La que era muy morena quería salir más pálida, entonces, era un gran trabajo.

Rafael Donís, fotógrafo y coleccionista, acudió a la apertura de la exposición con la libreta original en la que venían pegados los negativos análogos, de 5 x 7, que le fue vendido hace tres años. Los desprendió y limpió uno por uno. Su intención original era imprimir en plata gelatina para continuar con el proceso original, pero tenían rayaduras. Optó por digitalizar los negativos para acelerar el proceso de retoque.

Donís sabía de la lucha entablada por su amigo contra el maíz transgénico, entonces, era obvio que el tema podía interesarle, pero nunca me imaginé a qué nivel. Gestó en él una emoción tan grande que me hace pensar un poco en algo predestinado, porque las fotos tardaron 100 años en verse.

En las páginas finales de la libreta están escritas a mano las frases trabajo y prosperidad y victorias de la paz, que Donís equipara con la lucha de Toledo, mientras en otra hoja se lee guerra y muerte y los productos de la guerra, a modo de resumen de esta voracidad de la globalización en la que se pierde todo sentido de humanidad.

Elena Álvarez Buylla, investigadora del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México, trabaja con Toledo en la lucha contra el maíz transgénico hace aproximadamente dos años. Respecto de la contribución de los artistas asegura que desde el discurso científico lo que plantean son argumentos, datos, consideraciones de posibles escenarios futuros que nos preocupan para argumentar en torno a una postura precautoria. Pero el arte logra crear obra que puede tener resonancia y un impacto mucho más generalizado, muchas veces más profundo.

Agrega: El arte tiene esta capacidad integradora, de generar resonancias y creaciones que, sin duda, van más allá de lo que se puede lograr por medio del discurso científico. Entonces, se vuelve imprescindible esta conjunción con la capacidad creativa.

Jaime Moreno Villarreal, autor de la presentación de la muestra, anota que este tipo de imágenes dialoga con el trabajo de Toledo, aunque esto no es muy evidente de principio, porque en el artista hay todo el tiempo metamorfosis: en animales, seres humanos y plantas. Esto es la metamorfosis de una planta de maíz, de una mazorca.

El maíz de nuestro sustento, que se exhibe en la galería Juan Martín (Dickens 33-B, Polanco), es parte de la campaña para reunir un millón de firmas que respaldarán la carta enviada en marzo al presidente Enrique Peña Nieta, donde se le solicita que no autorice la siembra de semillas transgénicas, entre otras cosas.