Opinión
Ver día anteriorViernes 26 de septiembre de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Economía Moral

El Capital en el Siglo XXI de Thomas Piketty, derrumba mitos/ III

Piketty, la corriente dominante de la economía, y la economía post-autista

E

n la introducción de su libro, Thomas Piketty (TP) relata su postura sobre el capitalismo y sobre la corriente dominante de la economía. Pertenece a la generación que cumplió 18 años en 1989, año doblemente significativo por ser el bicentenario de la Revolución Francesa y cuando cayó el Muro de Berlín. Nunca, explica, sentí el más mínimo afecto o nostalgia por las dictaduras comunistas.

“Quedé vacunado de por vida en contra de la convencional y perezosa retórica anticapitalista, parte de la cual pareció ignorar el fracaso histórico del comunismo y muy a menudo se negó a procurarse los medios intelectuales necesarios para rebasarlo. No me interesa denunciar la desigualdad o el capitalismo como tales, especialmente porque las desigualdades sociales no representan un problema en sí siempre y cuando estén justificadas, es decir, fundamentadas en la utilidad común, como proclama el artículo primero de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789. Lo que sí me interesa es contribuir modestamente a determinar los modos de organización social, las instituciones y la políticas públicas más adecuadas para implementar con eficacia y eficiencia una sociedad justa.” (Traduzco a partir de las ediciones en francés e inglés)

(El artículo primero al que alude TP se refiere a distinciones sociales y no a desigualdades. La justificación de la desigualdad que hace aquí requiere tratarse más a fondo, pero lo dejo pendiente para no cambiar de tema). A los 22 años, después de terminar su doctorado, fue contratado por una universidad de EU. Dice que el reconocimiento precoz de su trabajo lo hizo sentir bien, pero supo, casi de inmediato, que regresaría a Francia muy pronto. Una razón de ello, dice, es

“que yo no me sentía muy convencido por los economistas norteamericanos. Todos ellos eran muy inteligentes… Pero había algo extraño. Yo estaba conciente del hecho que yo no sabía nada de nada de los problemas económicos del mundo. Mi tesis consistió en algunos teoremas matemáticos relativamente abstractos y, sin embargo, a la profesión le gustaba mi trabajo. Me percaté muy pronto de que no había habido ningún esfuerzo significativo por recolectar datos históricos sobre la dinámica de la desigualdad desde Kuznets. Sin embargo, la profesión continuaba produciendo resultados puramente teóricos sin siquiera saber qué hechos necesitaban ser explicados. Y esperaba que yo hiciera lo mismo. Al regresar a Francia me puse a recolectar los datos faltantes”.

Dicho esto, Piketty añade unas frases que son ya famosas:

“Para decirlo sin rodeos, la disciplina económica no ha superado su pasión infantil por las matemáticas y por una especulación puramente teórica y, con frecuencia, ideológica, a expensas de la investigación histórica y la colaboración con otras ciencias sociales. Los economistas están con frecuencia preocupados con problemas matemáticos menores que sólo a ellos interesan. Esta obsesión con las matemáticas es una manera fácil de adquirir la apariencia de cientificidad sin tener que dar respuesta a las más complejas preguntas que plantea el mundo en que vivimos”.

Dicho lo anterior, añade que su sueño cuando impartía clases en Boston era hacerlo en la École de Hautes Études en Sciences Sociales, en cuyo profesorado han participado guías brillantes como Braudel, Lévi-Strauss, Bourdieu y Godelier. Añade que, a riesgo de parecer chauvinista, probablemente admiro a estos académicos más que a Robert Solow o incluso que a Kuznets, aunque lamento que las ciencias sociales hayan perdido en gran medida su interés en la distribución de la riqueza y en las clases sociales desde los años setenta. Añade:

la verdad es que la economía nunca debió buscar divorciarse de las otras ciencias sociales y que sólo puede avanzar en conjunción con ellas. Las ciencias sociales en conjunto saben muy poco para estar perdiendo el tiempo en tontas disputas disciplinarias. Si hemos de progresar en nuestro entendimiento de la dinámica histórica de la distribución de la riqueza y la estructura de las clases sociales, debemos obviamente adoptar un enfoque pragmático y valernos de los métodos de los historiadores, sociólogos y politólogos, además de los economistas. En mi opinión, este libro es tanto una obra de historia como de economía.

Foto
Portada y lomo de la edición en inglés del libro de Thomas Piketty

Es muy importante que sea Piketty, el economista de mayor éxito en muchos decenios, el que formule estas críticas a lo que Marx llamó la economía vulgar y que hoy se conoce como la economía de la corriente principal. Enmedio de la crisis más severa del capitalismo desde la Gran Depresión, los economistas parecen no haberse percatado de que su disciplina está en una severa crisis. Si de alguien se espera que explique las causas de esta gran crisis y recomiende con fuerza las medidas necesarias para superarla, es de los economistas. Sin embargo, como ha expresado Paul Krugman, premio Nobel de Economía, su disciplina no tiene la respuesta. Obviamente no puede tenerlas si su cuerpo teórico no tiene relación con el mundo real. Si, como dice Piketty, su especulación es puramente teórica y muy cargada ideológicamente. Si desprecian la realidad a tal grado que es famosa la expresión de un destacado miembro de la profesión, quien, confrontado con la crítica de que los supuestos de disciplina no se daban en el mundo real, contestó: peor para el mundo real.

Una critica similar a la de TP, pero más radical, surgió en el año 2000 en Francia: el movimiento por una economía post-autista, que se inició con los estudiantes de economía y se amplió muy rápido al profesorado, desbordó las fronteras de Francia y hoy está presente en muchos países. Sigo la narración que hace Edward Fullbrook en su artículo El movimiento por una economía post-autista: una breve historia (publicado en el Journal of Australian Political Economy, N° 50). El manifiesto inicial de los estudiantes franceses, publicado en la web, protestaba contra: a) la falta de realismo en la enseñanza de la economía; b) el uso incontrolado de las matemáticas y su uso como un fin en sí mismo, de lo cual ha resultado una ‘ciencia autista’, perdida en mundos imaginarios; c) la dominación represiva de la teoría neoclásica y de enfoques derivados de ella en los programas de enseñanza de la economía; y d) el estilo dogmático de enseñanza en economía, que no deja espacio para el pensamiento crítico y reflexivo. Los estudiantes plantearon un ‘pliego petitorio’ que argumentaba a favor de: 1) involucrarse con realidades económicas empíricas concretas; 2) priorizar la ciencia por encima del cientificismo; 3) un pluralismo de enfoques adaptados a la complejidad de los objetos económicos y a la incertidumbre que caracteriza las cuestiones económicas más importantes; 4) que sus profesores iniciaran reformas para rescatar la economía de su estado autista e irresponsable.

El movimiento ha crecido, y en cierto sentido se ha institucionalizado. Tiene su propia revista académica, Real-World Economics. En la página web del movimiento (www.paecon.net) hay otra historia del movimiento, que entre otras cosas dice:

De 1960 a la fecha los economistas neoclásicos han bloqueado progresivamente la contratación de economistas de otras corrientes en los departamentos universitarios de economía y les han negado la oportunidad de publicar en revistas académicas. También han reducido los cursos de economía que se ofrecen a los estudiantes. Han formalizado cada vez más su teoría, haciéndola progresivamente irrelevante para entender la realidad económica. Y ahora incluso están eliminando la historia económica y la historia del pensamiento económico de los programas de enseñanza, materias donde los estudiantes quedarían expuestos a ideas no neoclásicas.

Seguiré analizando el libro de Piketty en las próximas entregas.

www.julioboltvinik.org