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Soberanías en cuestión
L

a decisión de los ciudadanos escoceses resultó clara. El no ganó ampliamente. No fue cuestionado el resultado. El conteo de los votos fue escrupuloso de modo que es posible analizar detalladamente lo que ocurrió, tanto a nivel general como en cualquier unidad geográfica o entre votantes de diferentes edades. El desarrollo de las campañas, expresado en las variaciones de las preferencias electorales, dio cuenta de la relevancia de ciertas intervenciones. Los interesados en emitir su punto de vista tuvieron la posibilidad de participar. Entre los participantes hubo importantes opinadores globales en materia económica, como Krugman y Stiglitz, que contribuyeron al debate.

Los términos de la discusión económica fueron variados. Un tema central fue establecer los pros y los contras de la decisión de independizarse del Reino Unido. En este aspecto se presentó información sobre el estado de esa economía; sobre su comercio exterior, incorporando las explotaciones de crudo; la situación de las finanzas públicas, incluyendo tanto el análisis de las contribuciones tributarias como las diferentes políticas de gasto con el fin de determinar la estabilidad de su posición superavitaria. Al examinar la información se implicaron diferentes visiones sobre la impacto de la decisión ciudadana sobre la estabilidad de los agregados económicos.

El gobierno escocés en funciones, promotor de la decisión de independizarse, reunió un grupo de expertos para analizar las decisiones económicas fundamentales que deberían tomarse el día 1 de la independencia. Una de las más importantes era responder la pregunta sobre sí mantenerse o separarse de la libra esterlina, lo que implicaría negociaciones complicadas con el Tesoro británico y con el Banco de Inglaterra. La experiencia del euro resultaba, por supuesto, crucial. La discusión ofreció argumentos para estar en condiciones de valorar las ventajas y desventajas de contar con una moneda propia cuando se presenten acontecimientos críticos exógenos e incluso endógenos.

En este debate, que colocó en diferentes posiciones a Krugman y a Stiglitz, se examinaron las posibilidades de actuación de autoridades nacionales que cuentan con soberanía monetaria y de las que por haberse integrado a proyectos comunes carecen de ella. La comisión de la que formaba parte Stiglitz sostuvo la conveniencia de permanecer con la libra, mientras que Krugman planteó que era no sólo inconveniente sino peligroso.

El debate, por supuesto, no fue solamente académico. También fue político. En realidad la intervención de los funcionarios de los bancos privados y de las autoridades monetarias británicas se propuso inclinar la balanza hacia la permanencia en la Unión, a partir de la amenaza de cambiar las sedes de las matrices bancarias, así como la negativa a aceptar que Escocia permaneciera en el ámbito de la libra esterlina.

Estas intervenciones de actores económicos con capacidades financieras para modificar el funcionamiento nacional, propone desafíos significativos a uno de los paradigmas centrales de la democracia: la capacidad del votante para elegir soberanamente entre las opciones propuestas. Es indudable que el posicionamiento de los bancos no es ajeno al propósito de cambiar el sentido de la votación a partir de construir escenarios catastrofistas.

Estas intervenciones probablemente alteraron el sentido de la decisión de numerosos ciudadanos. Esto no es medible con la misma precisión con la que se sabe que los jóvenes apoyaron masivamente la independencia y que los mayores de 65 años la rechazaron. Pero es indudable que impactaron, lo que implica que hubo actores que desequilibraron el proceso democrático.

El asunto abre interrogantes: ¿son válidas en el funcionamiento democrático intervenciones de actores económicos que pueden cambiar el curso de una economía? Para economías menos desarrolladas, como la nuestra, estas intervenciones existen aunque son menos abiertas, ¿convendría que se abrieran como en Escocia? Una respuesta es lo sucedido en el proceso electoral brasileño, con la intervención del Banco Santander advirtiendo a los inversionistas de mayores recursos en ese país que la relección de Dilma Rouseff generaría un ambiente negativo y la respuesta de la Presidenta.