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A la mitad del foro

Compañeros de viaje

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Trabajadores de la Cámara de Diputados participaron el viernes pasado en el simulacro de evacuación de los edificios de ese recinto legislativo, con motivo del 29 aniversario del terremoto de 1985Foto : José Antonio López
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ace veintinueve años quedó aislada, sin comunicación alguna con el exterior, la ciudad de México, origen y destino de la identidad nacional; meta del peregrinar de siglos y del poder central cuyo rostro apenas cambió entre la era del tlatoani, las dictaduras intermitentes del siglo XIX y el huracán revolucionario que vino del norte y aquí sentó sus reales: la erección del poder constituido del Estado moderno mexicano.

Vanidad de vanidades. Con la ironía de La Güera Rodríguez ante El Caballito de bronce; o el rostro adusto de Emiliano Zapata, con el sombrero galoneado en las rodillas y sentado junto a Pancho Villa, de uniforme militar y sonriente sobre la afamada silla presidencial, la misma que según las crónicas de la época buscaba afanosamente en las caballerizas de Palacio Eufemio Zapata: de montar tendría que haber sido la tal silla por la que tantos peleaban a muerte. O enviaban a morir a los suyos, combatientes de veras, o compañeros de viaje, como los llamarían en la izquierda comunista; la bolchevique, la de todo el poder a los soviets, que eran de obreros, soldados y campesinos. La Ciudad de los palacios, elogiada por Humboldt, se derrumbó hace 29 años. Y con ella cayeron los muros de la simulación que mal ocultaban la desigualdad social, la proliferación de la miseria y la concentración de la riqueza en unas cuantas familias, al amparo del autoritarismo al que asustaba el contacto con los mexicanos del común, la agitación que anticipaba el despertar del México bronco.

Años más tarde caería el Muro de Berlín. Y los compañeros de viaje se transformaron en técnicos o empleados de los aventureros que se asociaron con Yeltsin y sus compañeros enterradores de la Unión Soviética para ser, de un solo golpe, los oligarcas del capitalismo financiero, capitalismo salvaje. Era imposible separar la paja del trigo, lo público de lo privado, donde no había sino empresas del Estado, ni patrones ni sindicatos: mal podían privatizar lo social, el gas natural y el petróleo de Gazprom, por ejemplo, si no había dueños de capital privado a quien venderlo. Ebrios de vodka y de poder, los reunidos en Kiev entregarían las riquezas de la sexta parte del mundo a cómplices y compadres. Y Mijail Gorbachov se quedaría en la soledad, en el vacío del partido: Perdió el poder y ganó la Historia, sentenciaría François Mitterrand en sus memorias.

Caería el Muro de Berlín y se disolvería el antiguo imperio zarista, el último de los imperios mercantilistas de la vieja Europa. Aquí se cayó el muro de la simulación. Pero, a pesar de que hay tantos académicos y analistas, de la derecha que permanece, de la izquierda que apenas dijera adiós a las armas para incorporarse a la vía legal, a disputar el voto al panismo erigido en aspirante a monopolio de la oposición; los intelectuales inorgánicos y modernos compañeros de viaje que solemnemente afirman que el horror del terremoto de 1985 señaló el final de la Revolución que degeneró en gobierno. Fue el parto de los montes en el que fuera Alto Valle metafísico de Alfonso Reyes: el ratoncito de la democracia sin adjetivos.

Ya viene el cortejo. No se oyen los claros clarines, sino la cacofonía de la pluralidad devenida en coro de cómplices. En la misma página de los medios escritos, en el mismo espacio electrónico, aparece la convocatoria lamentable, incomprensible, de Gustavo Madero, quien despoja del ropaje de apóstol a su antepasado don Francisco I. Madero, para condenar la vacuidad de Vicente Fox y Felipe Calderón, quienes ganaron los votos y el poder, pero no destruyeron al PRI. Y la convocatoria a una cruzada más alucinante que la foxiana amenaza de nueva revolución cristera; más alarmante que la guerra de Calderón y los muertos por los mercaderes de armas. Desde los Kalashnikov ( cuerno de chivo) hasta los Mendoza –que alguna vez fueran orgulloso producto nacional de las armas–, cuando los corridos revolucionarios todavía cantaban de las carabinas 30-30 que decían los porfiristas que con ellas no mataban: Este Madero llama a crear una nueva cultura.

Nada más y nada menos. “ Whatever that means”, diría Don Daniel Cosío Villegas. En el Senado de la República, se envalentona su escudero, el increíble líder de la bancada del partido fundado para desmantelar no al PRI, que por ese entonces no nacía, sino a la política obrera, agraria, social, nacionalista y revolucionaria de Lázaro Cárdenas del Río. Tamañito así, Jorge Luis Preciado proclama el rompimiento con el PRI y el gobierno de Enrique Peña Nieto, porque atacan, han linchado dice, a Guillermo Padrés Elías, gobernador de Sonora. Lo acusan, casi nada, del despojo del agua de los ocho pueblos yaquis para conducirla a Hermosillo por medio de un canal. Ah, y de erigirse defensor de quienes envenenaron los ríos Bacanuchi y Sonora con el derrame de tóxicos de la mina Buenavista del Cobre.

Los cruzados del PAN dieron gran lanzada a moro muerto. El gobernador de Sonora defendió a Germán Larrea, propietario de la mina, del Grupo México; patrón que ofrece trabajo en las minas pero sólo para quienes no vivan o sean nativos de Cananea, cuna de la Revolución Mexicana; de la matanza de trabajadores en huelga, asesinados por mercenarios extranjeros. El defensor del prepotente Germán Larrea se lanzó contra los delegados del gobierno federal. Pero después de que Miguel Ángel Osorio Chong, secretario de Gobernación, canceló una cita concertada con Padrés Elías; luego de haberse exhibido una presa construida en el rancho del gobernador –obra privada en uso y abuso de bienes públicos, del agua entre otras cosas–, el panista motivo de la farsa senatorial y partidista cambió de opinión: el amigo Germán Larrea es culpable; Carlos Arias, director de la Unidad Estatal de Protección Civil, denunció que se bombearon tóxicos al río Sonora de forma deliberada.

A los funcionarios del estado no los dejaron ni entrar a la mina. Pero los indicios les permitieron afirmar que continuaron envenenando el agua después del derrame de 40 mil metros cúbicos (del) pasado 6 de agosto. En San Lázaro no hubo combate imaginario: El Grupo México es responsable de la contaminación y daños a los habitantes de la región; tendrá que pagar mucho más que la multa burocrática de 40 mil pesos: le imponen aportar 5 mil millones de pesos iniciales a un fondo para remediar los daños y resarcir las pérdidas de los sonorenses. El diputado tamaulipeco Marco Antonio Bernal pidió que se llegara a cancelar la concesión de las minas de Cananea. Bernal es legislador experimentado, allegado político y amigo de Manlio Fabio Beltrones. Lo oyeron hasta los sordos.

En el Senado preparan gran sesión para tratar el siempre presente y siempre desdeñado tema del federalismo. El siglo XIX es la crónica de la lucha del centralismo conservador y el federalismo liberal. La Revolución Mexicana combatió al porfiriato que designaba jefes políticos en estados federales de la Unión. Con la segunda alternancia, son compañeros de viaje PAN, PRI y PRD. Y mientras se multiplican las iniciativas de consulta popular, Emilio Gamboa Patrón, Diego Fernández de Ceballos y Antonio Lozano Gracia se dejan ver en el salón de los pasos perdidos.

Enrique Peña Nieto viaja a Nueva York, donde será uno de los oradores de la sesión plenaria de la ONU. Son muchos días, dice la oposición, que propone reducir a la mitad el sueldo del Presidente de la República y altos funcionarios del Poder Ejecutivo. Hace 30 años, los de abajo portaban una pancarta que ahora enarbolan los de arriba: “¡Salario mínimo al Presidente, pa’que vea lo que se siente!”