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Parecía la cita ideal para terminar con cinco meses sin saborear la victoria en casa

Pumas deja escapar una ventaja de dos goles y permite el empate

La UANL concreta pena máxima casi al finalizar el choque en Ciudad Universitaria

La igualada apaga los ánimos de festejar las seis décadas del cuadro de la UNAM

Foto
Ismael Sosa, de Pumas, y Guido Pizarro, de Tigres, disputan con gran ímpetu un balón en media canchaFoto Víctor Camacho
 
Periódico La Jornada
Lunes 15 de septiembre de 2014, p. 2

Ganar en Ciudad Universitaria es un vago recuerdo. Cinco meses han pasado desde la última vez que festejaron en casa una victoria. Ayer parecía el día en que Pumas reviviría la emoción de salir vencedor con los dos goles de ventaja sobre Tigres, pero en el último tramo del partido relajaron los músculos y permitieron que un rival moribundo les empatara 2-2, el último ya al borde del final y por una pena máxima absurda.

El primer tiempo sirvió a los auriazules para lograr esa ventaja y jugar con las ilusiones de sus aficionados, con los goles que encajaron Dante López e Ismael Sosa. Pero al volver del descanso la victoria parecía tan irreversible que dedicaron poco a defenderla. Y en esa apatía el conjunto regio, que no había aportado nada al juego, tuvo para acortar con Jesús Dueñas y con la mano de Luis Fuentes, que costó el penal que marcó Juninho y el empate que sumió en el desencanto a los auriazules.

El clima frío del mediodía estuvo a tono con la primera media hora de juego, donde ambas escuadras tuvieron dificultades para hilvanar toques que prosperaran en jugadas con posibilidad de culminar en el arco. Pumas avanzaba ante una escuadra resignada en la defensa.

La primera jugada con ambición de gol llegó a los 30 minutos con un embate de Luis Fuentes, que centró para que Eduardo Herrera cabeceara sin fortuna. El intento espabiló a la afición, que empezó a imaginar que su equipo podía revertir los malos recuerdos recientes en esa cancha.

Poco después llegó la esperanza en una jugada temeraria de Herrera, quien entró solo al área, eludió a la defensa, que emprendió la persecución y descuidó a Dante López. El joven delantero envió el centro al paraguayo, que empujó con la cabeza para el primer gol.

Pumas se volvió más dinámico y Tigres parecía resignado a cerrar espacios para impedir todo avance del rival.

Poco antes de que finalizara el primer tiempo, Dante López pegó una carrera desquiciada con rumbo al territorio enemigo. Apenas pisó suelo de los regios, disparó una pelota sin mucha potencia que el arquero de la UANL, Nahuel Guzmán, rechazó. La pelota quedó entre el portero y Jesús Dueñas; ambos titubearon sobre quién haría el esfuerzo por controlarla. En ese instante apareció Ismael Sosa, quien con malicia se las quitó para enviarla al fondo de la cabaña y conseguir la ventaja de dos goles.

El ánimo estaba a la alza y con esa cara se fueron al descanso. Las sonrisas exhibían a una afición reconciliada con su equipo. Y de regreso nadie parecía dispuesto a bajar la sensación de triunfo.

Todo estaba dispuesto para que Pumas celebrara su 60 aniversario con una victoria en casa. Ahí estaba una delantera de Tigres ineficaz, con jugadores que apenas sentían cerca la portería de los auriazules recetaban patadones que iban a ninguna parte. El equipo regio replegado, rogando al cielo para que algún descuido los dejara acercarse.

Pero Pumas se sintió vencedor antes de tiempo y con los dos goles en el bolsillo se dedicaron a relajar el cuerpo. Y el rival moribundo empezó a crecer. Metro a metro ganaron terreno ante un Pumas confiado y hasta arrogante.

Los de casa empezaron a perder pelotas y ni con la entrada de Martín Romagnoli pudieron remediar el declive repentino.

Luego de un par de avisos al portero Alejandro Palacios, Tigres les recordó que no se debe dejar vivo al contrincante. Jesús Dueñas se acercó sin marca, vio que el portero estaba adelantado e intentó un atrevido disparo. La pelota entró y la distancia en el marcador entonces parecía insignificante.

Pumas trató de volver a meterse, pero Tigres ya había intuido que el empate no era una idea descabellada. Lo consiguieron a un par de minutos de que terminara el partido, gracias a la mano que interpuso el universitario Luis Fuentes. Cuando el árbitro decretó la falta, todos los auriazules en el estadio y en la cancha tenían los ojos desorbitados.

Juninho cobró la falta con furia y silenció al estadio Universitario. Unos cuantos abucheos salieron de las gradas. Luego una marcha callada hacia las salidas en una tarde que tenía que ser festiva. Por los 60 años de Pumas, que horas antes se conmemoró en una foto con 89 ex jugadores auriazules, y que culminó con la entrega de un trofeo alusivo, que terminó en manos de Tigres.Después del partido, Ricardo Ferretti refrendó su agradecimiento por la UNAM, a cuyo equipo dirigió, pero dijo que sólo estropeó parcialmente la fiesta. Hoy se dan 60 años, yo estoy del otro lado, no eché a perder casi nada, nada más la mitad, dijo el Tuca. Me hubiera gustado echarlo a perder todo, agregó con humor.