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GFNorte cuenta con democracia corporativa que garantiza la gobernabilidad, afirma

Mera especulación, la eventual renuncia de Ortiz Martínez a Banorte: Valenzuela
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El director general de Grupo Financiero Banorte, Alejandro Valenzuela, en sus oficinas de Santa Fe. Imagen de archivoFoto Carlos Cisneros
 
Periódico La Jornada
Jueves 11 de septiembre de 2014, p. 27

Una eventual renuncia de Guillermo Ortiz Martínez al cargo de presidente del consejo de administración del Grupo Financiero Banorte (GFNorte) es mera especulación, y si ese fuera el caso sería una decisión personal, aseguró este miércoles Alejandro Valenzuela, director general de ese consorcio financiero, el tercero de mayor tamaño en el sistema financiero.

El GFNorte cuenta con una democracia corporativa que garantiza la gobernabilidad de la institución en beneficio de sus clientes y de sus inversionistas, añadió Valenzuela, al referirse a la reciente especulación de que Ortiz Martínez dejaría la presidencia de Banorte.

En opinión del directivo, los problemas de gobernabilidad son normales, pero Banorte ha trabajado muy duro para asegurarse la mejor gobernabilidad corporativa posible. Expuso que el problema ocurre como consecuencia de la reforma financiera, en su apartado de organización de grupos financieros, donde se debe entender cuáles son las definiciones del consejo directivo, del presidente del consejo y del consejo de administración.

Es decir, precisó, hubo un cambio de ley en el sistema financiero mexicano y parte de las modificaciones tuvieron que ver con el gobierno corporativo, para dejar muy claro los papeles del consejo, sus potestades, obligaciones, los roles del presidente del consejo y la gestión.

Para cumplir con dicha legislación explicó que miembros del consejo han preguntado a las autoridades y a algunas de las empresas que conocen el tema cuáles son las mejores practicas mundiales y la mejor forma de llevarlas a cabo.

Miembros del consejo tratan de evaluar qué tipo de gobierno o mandatos debiera tener el grupo financiero y cuál debería ser el mandato de la junta directiva. En esto se ha hablado de la renuncia de Guillermo Ortiz y de otras cosas, pero son asuntos internos que se están evaluando con la asamblea y el consejo directivo, insistió Valenzuela.

De esta manera, aseguró que la renuncia (de Ortiz Martínez) es mera especulación y si ese fuera el caso sería decisión de él, y se manejaría dentro de la gobernabilidad de la institución y se haría pública.

Recordó que Roberto González Barrera, quien falleció en 2012, buscó fortalecer Banorte, por lo que en los últimos años de su vida optó por institucionalizar al grupo financiero, con lo que fue dejando una pauta que muchos inversionistas internacionales vieron con buenos ojos.

No obstante, dijo, Guillermo Ortiz pensaba que se limitaba demasiado su papel, por lo que buscaría consultar al consejo para tener mayores potestades y capacidades para dar seguimiento a su tarea, que de hecho venía siendo de un presidente bastante ejecutivo.

Al presentar al consejo en abril estas iniciativas se genera una discusión, lo que es natural en una institución, la cual al final de cuentas llegó a la decisión de consultar a la autoridad y a algunas empresas que se dedican a temas de gobierno corporativo para que Banorte mejore estas prácticas, aseguró Valenzuela.

De acuerdo con el directivo, algunas de las iniciativas propuestas no iban necesariamente en la dirección de las mejores prácticas de gobierno corporativo, ni iban en el sentido de lo que la nueva legislación obligaba a todos los bancos.

No obstante, subrayó que lo anterior tiene un arropamiento institucional muy sólido y cualquier tema se discutirá primero en el consejo, que es un cuerpo colegiado de 15 integrantes.

Cualquier decisión que se pueda tomar, lo que hemos denominado la democracia corporativa, tendría que ser en el seno de la asamblea, la que dictaminará en qué sentido los propietarios del banco van a tomar cualquier opción, argumentó.

Para el directivo, lo que se vive en Banorte es un ejemplo de madurez corporativa, al tener un presidente de consejo de administración y un director general diferentes respecto a otras partes del mundo, además de que la ley mexicana ya no permite la misma persona en ambos puestos.