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Es un mundo dominado por el mercado y el consumismo, dice

La ilustración es un medio humilde e indefenso: Innocenti

Participó en el 34 Congreso Internacional de Ibby que se inició ayer

Foto
Después de su conferencia, Roberto Innocenti firmó ejemplares de sus libros, entre ellos El último refugio, volumen del que fue tomada la imagen de la Sirenita (a la derecha), con autorización del Fondo de Cultura Económica, que lo publicó en 2003Foto Ericka Montaño Garfias
 
Periódico La Jornada
Jueves 11 de septiembre de 2014, p. 5

El trabajo del ilustrador de libros es un trabajo humilde y hay que hacerlo con humildad en un mundo que se encuentra dominado por el mercado y el consumismo, señaló el ilustrador italiano Roberto Innocenti, durante la conferencia que ofreció este martes por la noche como invitado al 34 Congreso Internacional de Ibby, que comenzó de manera oficial ayer.

Innocenti (Bagno a Ripoli, Italia, 1940) ha ilustrado varios clásicos, como La Cenicienta, Pinocho o Caperucita Roja, los tres alejados de sus ambientes tradicionales: su Cenicienta está ambientada en los años 20 del siglo pasado, Pinocho en la campiña Toscana (de donde era su autor, Carlo Collodi) y Caperucita vive en un suburbio y cambió el bosque por un centro comercial. Muchos consideran que su obra maestra es Rosa Blanca, un libro transgresor que cuenta la historia de los campos de concentración en Alemania.

En México, el Fondo de Cultura Económica publicó en 2003 su libro El último refugio, donde él es personaje: Yo, Roberto Innocenti, soy el pintor, y este es mi relato de imaginación perdida y encontrada, dice al final de las páginas de este volumen, publicado en la colección Los especiales de A la orilla del viento, y en el que los personajes son nada más y nada menos que aquellos que viven en las historias clásicas, desde el Inspector Maigret al Quijote y Sancho Panza, pasando por La Sirenita, Antoine de Saint-Exupery, Moby Dick, o Cósimo, de la novela El barón rampante, de Italo Calvino.

Creo que perdemos

Su ponencia, en el Anfiteatro Simón Bolívar de la Universidad Nacional Autónoma de México, se tituló Narrar con imágenes. Y escucharlo fue eso: un recorrido a través de las imágenes que ha creado. Sus pares ilustradores preguntan por las técnicas que usa (generalmente acuarela: se puede trabajar con otras técnicas, como el óleo, pero no creo que tenga tiempo de practicarlas todas en mi vida. Si tuviera 20 años menos estaría más contento y tendría más tiempo), el papel (cuya calidad últimamente ha empeorado) y el formato.

–Frente a los medios audiovisuales y la Internet ¿cuál es el papel del ilustrador?

–No quisiera ser pesimista, pero creo que no ganamos, perdemos, porque hay una diferencia de medios a disposición, yo empecé a realizar este trabajo en un momento que era favorable: los años 70 en Italia.

“Queda claro que la ilustración es un medio pobre, indefenso frente a este mercado que es inmenso y que tiene intereses muy grandes, por tanto, lo que cuenta es que la única posibilidad de que exista un clima cultural es que haya instituciones que lo promuevan, ayuden y apoyen para difundir la cultura. Una población que crece culturalmente aprecia el bombardeo de la música en las discotecas y una sinfonía de Mozart.

“Requerimos algo que no podemos dejarle sólo al consumismo, al que vende más discos, yo no me intereso por saber realmente si un grupo es mejor que otro, es como en la escritura, gana el libro que se convierte en best-seller, porque el mercado lo empuja. Este mercado es básicamente inderrotable, hay que aceptar eso. Hay que aceptar este trabajo que es humilde. Hacer este trabajo con humildad. Hay que sembrar.”

Medios, sustitutos de nana

Contó que en Italia le gusta hablar con los niños en las escuelas y mostrarles libros y cuando descubren los ilustrados les gustan mucho, les encantan, pero no hay ningún aparato que los publicite o los difunda. No hay nada. Yo ya me he resignado a considerarlo un trabajo marginal o marginalizado. Espero que haya muchos editores que trabajen bien, muchas editoriales que trabajen bien y una población que cada vez esté más evolucionada.

Para los niños, añadió, ver una imagen es apreciar algo bello. “La imagen es algo que les fascina, es un mundo que está representado nada más, pero que los ayuda a soñar y escapar a otro mundo, a ver otras cosas, creo que es como darle vitalidad a sus días cotidianos. De repente aparece una imagen y ésta imagen se nos queda, con mucha frecuencia les hace compañía, y quizá esa imagen la vean de una forma a los cinco años, y de otra completamente diferente al crecer.

“No soy un científico, pero me pregunto qué ocurre con un niño que pasa todo el día con juegos electrónicos o mirando televisión o utilizando los medios electrónicos, que son un medio muy importante. Por ejemplo, en Estados Unidos es un sustituto de nana que hace que los niños se vuelvan espectadores.

“Yo me he preguntado, ¿el espectador es capaz de romper un vidrio e intervenir en la realidad?

“Me dio risa cuando encalló un barco (el Costa Concordia), hubo varios muertos, y el capitán estaba en la playa viendo lo que ocurría y no hacia nada. Eso es ser espectadores y no actuar.

Un espectador va al cine, ve la película sale y no pasa nada, pero si un niño está acostumbrado a ver a través de una pantalla, lo difícil es saber si ellos después van a lograr romper ese vidrio y ser protagonistas en lugar de espectadores.

El programa completo del congreso de Ibby.