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¡Vámonos!, que reúne imágenes de sus viajes iniciáticos al país, fue inaugurada anoche

Exhiben el México de la calle retratado por Bernard Plossu

Con desdén hacia la solemnidad técnica, captó escenas con personas anónimas, dice Salvador Albiñana, curador de la muestra

Por primera vez dan a conocer ese material en un libro y en una muestra

Es un buen compendio de cuaderno autobiográfico, expresa a La Jornada

 
Periódico La Jornada
Jueves 28 de agosto de 2014, p. 3

En las fotografías del francés Bernard Plossu (Da Lat, Vietnam, 1945) no hay escenas del Día de Muertos ni templos prehispánicos, es decir, no está el México exótico que suele fascinar a los ojos foráneos.

Las fotos que Plossu tomó entre 1965 y 1966, en su primer viaje al país, en el que descubrió lo que sería su profesión, retratan su día a día, sus amigos, los sitios adonde iba, la vida de la calle. Siempre son lugares indeterminados, donde ve que mejor fluye la vida. Son escenas anónimas, con personas de la calle, con desdén hacia la solemnidad técnica, expresa Salvador Albiñana, curador de la exposición ¡Vámonos!: Bernard Plossu en México.

Montada en el Museo de Arte Moderno (MAM), la muestra de más de 130 imágenes –inaugurada anoche– incluye una selección del primer viaje iniciático a México y los tres posteriores: 1970, 1974 y 1981.

El pasado abril el libro del mismo nombre, con 330 imágenes, fue publicado por la Fundación Televisa, en colaboración con la Editorial Turner.

En 1979 apareció en París El viaje mexicano, con 53 fotos, el primer libro de Plossu, reditado en 1990, así como Trópico mexicano, en 2002. Sin embargo, esta es la primera vez que se reúnen los cuatro viajes en un volumen y en las paredes de un museo.

De acuerdo con Albiñana, catedrático de historia de la Universidad de Valencia, España, se trata de un buen compendio del tipo de fotografía que hace Plossu, de cuaderno autobiográfico.

Educación visual en el cine

Bernard Plossu llegó por vez primera a México en septiembre de 1965, armado de una Kodak Retina de 50 mm, 33 carretes de película y una cámara de 8 mm.

En París ya tomaba fotos y rodaba pequeñas películas. Sin embargo, ignoraba que se dedicaría a eso. No sabía muy bien qué demonios hacer con su vida, dice Albiñana.

Estudiante descuidado, se la pasaba en el cine, donde adquirió su educación visual. El entrevistado refiere que Plossu fue muy influenciado por el cine de la nueva ola francesa, en especial las películas cuyo operador era Raoul Coutard. Esa manera de rodar, espontánea, directa, en la calle, con la cámara al hombro. Esa fotografía instantánea e inmediata.

También le impactó, desde el punto de vista formal, el cine de Ingmar Bergman, en concreto la cinta El silencio, con “esos fuertes contrastes de luz, la presencia del blanco, al igual que cierto silencio narrativo que puede haber en el cine de Antonioni, sobre todo, en El eclipse, imágenes en las que no se ven personas, sólo edificios. Quizá, también, Roberto Rosellini, en especial la película Viaje en Italia”.

Foto
Fotografía de Plossu, de la Serie 1965-1966, incluida en la exposición en el Museo de Arte Moderno (Paseo de la Reforma y Gandhi, Bosque de Chapultepec), tomada del libro ¡Vámonos!: Bernard Plossu en México, coeditado por la Fundación Televisa y Turner

Fotógrafo al aire libre

Fotógrafo viajero, errante, al aire libre, como le gusta decir, Plossu, fue enviado a México por sus padres, porque aquí estaban sus abuelos maternos; a instancia paterna se matriculó en la Universidad de las Américas, donde sólo estuvo unas semanas. Rápidamente entró en contacto con otros jóvenes, como Guillermo Olguín, su esposa Mary Michell, y el futuro pediatra californiano Bill Coleman, con quien luego haría el libro Antes del uso de razón, sobre el mundo de los niños.

Conoció a unos jóvenes británicos que lo contrataron para fotografiar una expedición a Chiapas, en busca de una ciudad perdida en la selva Lacandona, apoyado con un equipo técnico muy bueno.

Para Salvador Albiñana, esos tres meses de viaje fueron su escuela de aprendizaje del oficio, porque tomó fotos de los paisajes, los ríos, los animales, las plantas y las personas que lo acompañaban.

De regreso a París, el primero de enero de 1967, Plossu intuía que podía dedicarse a la fotografía. Hizo trabajos por encargo para revistas de geografía y viajes, así como en prensa y revistas francesas.

Su primera foto se publicó en México. Vivía en la calle de Berna y se percató de un incendio en el restaurante Mauna Loa, de Hamburgo 172; lo retrató y salió en primera plana de Últimas Noticias, de Excélsior, el 19 de abril de 1966.

La exposición en el MAM incluye material sin editar que Plossu rodó con la cámara de 8 mm y cierra con sus fotos en color. Aunque es un fotógrafo de blanco y negro, justo al regresar del primer viaje mexicano conoció una técnica de impresión a color muy particular, que realizaba la familia Fresson en un pequeño taller en las afueras de París. Se trata de una manera artesanal de estampar fotos en color con pigmentos naturales, como si fueran pintadas. Sus primeras fotos con color Fresson son mexicanas, dice Albiñana.