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Presentan la Guía oficial del museo del pensador ruso ubicado en Coyoacán

Adolfo Gilly espejea a Trotsky y Cárdenas, protagonistas en dos revoluciones

Estamos en un momento muy terrible, alerta el historiador

El despojo del agua al pueblo yaqui y los miles de asesinados figuraron en la disertación del colaborador de La Jornada

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El investigador Adolfo Gilly, flanqueado por José Antonio González, director de la casa-museo León Trotsky, y el catedrático Alejandro Gálvez Cancino, durante la presentación de la guía oficial del recinto de avenida Río Churubusco 410, CoyoacánFoto María Meléndrez
 
Periódico La Jornada
Sábado 23 de agosto de 2014, p. 5

El único país que dio asilo a León Trotsky, en su huida trashumante de la furia del estalinismo, fue México, que estaba haciendo la segunda parte de su revolución. Todas las naciones habían negado la entrada al revolucionario ruso, en un planeta sin visa.

El del general Lázaro Cárdenas fue el único gobierno que recibió hospitalario a Trotsky. Es lo que se llamó un gesto gratuito, no ganó nada, recordó el historiador Adolfo Gilly en el museo que lleva el nombre del fundador del Ejército Rojo.

Estamos viviendo una terrible tragedia, advirtió Gilly en una conferencia que inercialmente desembocó en una defensa del petróleo en México. Cuando el político y pensador ruso fue recibido en el país, el presidente Cárdenas todavía no decretaba la expropiación de ese recurso energético, puntualizó. Aunque ya había un movimiento obrero y el reparto de tierras.

La cita convocada fue para presentar un proyecto editorial: la Guía oficial del Museo Casa de León Trotsky, inmueble ubicado la avenida Río Churubusco 410, que habitó desde mayo de 1939 hasta su muerte el 21 de agosto de 1940.

En esta casa, entre conejos que corrían por el jardín y maravillado por el maguey, planta guerrera, Trotsky pudo escribir gran parte de sus textos decisivos, antes y durante la Segunda Guerra Mundial, así como de la Guerra Civil española, y cuando Stalin hizo su horroroso pacto con Hitler.

Allí escribió una biografía de Stalin, también sobre México; en esta casa el hombre miraba con asombro cómo era el pueblo y estaba en una época de auge de la Revolución Mexicana.

Golpe espantoso

Asimismo, mencionó Gilly, en el sitio quedan las marcas de los balazos de un primer atentado el 24 mayo, y donde casi tres meses después fue herido de muerte en su estudio. En el lugar también está la tumba de Trotsky y de su esposa Natalia Sedova, bajo el monumento diseñado por Juan O’Gorman, en esta casa están todos esos recuerdos, esos fantasmas, señaló el colaborador de La Jornada en el 74 aniversario luctuoso del pensador ruso, quien fue uno de los dirigentes de la Revolución de Octubre en 1917.

La llegada de Trostky a México en enero de 1937 le prolongó la vida por 43 meses. Así lo expresó su compañera de toda la vida, Natalia, en una carta de agradecimiento enviada al entonces presidente Lázaro Cárdenas, tras el asesinato de León Trotsky.

Así recordó e hizo lectura Adolfo Gilly, desde un volumen con la foto del general michoacano en la portada, un libro muy bonito. Lo escribí yo, alcanzó a bromear con un ejemplar entre las manos de El cardenismo: una utopía mexicana.

Luego tomó lugar una voz de preocupación, con bosquejos de rabia, al hacer un análisis sobre la situación actual de México, contrastante con aquellos años en los que coincidieron Trotsky y Cárdenas en México, protagonistas en dos revoluciones distantes en geografía, pero con gestos espejeantes: la Revolución Rusa, al igual que la nuestra, fue radical y muy campesina, violenta con armas en mano, “¿cómo no se iba a encontrar una similitud con aquel inmenso imperio que conmovió al mundo?

Estamos en un momento muy terrible, muy terrible, expresó Gilly y guardó silencio unos segundos. Siguió: porque están pasando la película al revés. El orgullo de México, y eso no se pierde, de que en los momentos que predominaba el fascismo y el nazismo, nacionalizó el petróleo. Han dado un golpe espantoso.

Un largo ciclo revolucionario en el mundo se cerró en los años 80 y 90 del siglo pasado y empezó uno nuevo de expansión del capitalismo. Aquí el gobierno actual y sus colaboradores han destruido la Constitución de 1917, que surgió de una inmensa Revolución, sentenció.

El despojo del agua al pueblo yaqui, como un ejemplo de la lucha de los pueblos indígenas, las deplorables condiciones de la educación y la salud, los miles de desaparecidos y asesinatos, del terror que impuesto por los narcos, los salarios, el paso de migrantes por México, país que antes dio asilo, ahora cuida las espaldas a Estados Unidos; la descomposición del aparato político, la represión selectiva y los feminicidios fueron parte de una disertación sobre los temas de la tragedia. Así propuso reflexionar, frente al terrible golpe de que han vendido el suelo y el subsuelo mexicano.

¡El petróleo es nuestro!, y llamó a la organización, más allá de la recolección de firmas.

Selección de fotografías

Al tomar la palabra, después del catedrático Alejandro Gálvez Cancino y de José Antonio González de León, director de la casa-museo, Gilly habló sobre la recién editada Guía oficial del Museo Casa de León Trotsky, la cual, opinó, reúne recuerdos de la vida de su habitante, de una forma sintética para lectores que no tienen por qué conocer su vida y toda su historia, además de incluir una buena selección de fotos y con datos que empapan al lector de 2014. Es una historia antigua, pero la guía es una buena presentación para sus visitantes, afirmó el autor de La revolución interrumpida.