Opinión
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El despertar

Derrota cultural del PAN

E

l triunfalismo del PAN es grotesco y su naufragio político y moral una tragedia. La clave para entenderla está tanto en las contradicciones de su origen como en la alianza con el PRI –Salinas en 1989. Cuando se constituyó, en 1939, reivindicó la democracia maderista y la ética pública, lo que le atrajo, si no popularidad, respeto. Pero también fue parte de la reacción contra las políticas nacionalistas y populares del gobierno de Cárdenas. Además, renunció a conseguir el poder y se propuso como misión despertar la conciencia pública. Esto lo hizo muy poco atractivo para quienes, como políticos profesionales, querían ganar el poder.

En sus primeros 50 años mantuvo esas contradicciones, y sus resultados electorales fueron deplorables. Con abnegación soportó fraudes y no logró mucha formación ciudadana. En 1988 presentó a Manuel Clouthier como buen candidato, quien se unión a Cuauhtémoc Cárdenas, abanderado de la izquierda, en su denuncia del fraude electoral. El PAN pudo forzar a Salinas, el candidato triunfador, a una reforma democrática, pero su dirigencia prefirió legitimarlo a cambio de un trato privilegiado que le dio posiciones políticas, fortunas y negocios para muchos de sus representantes. Aceptó una democracia selectiva y encubrió los fraudes contra el naciente PRD. Esta claudicación moral es el origen de su desastre actual.

En 2000, Vicente Fox, candidato del PAN, sin ser panista, ganó las elecciones presidenciales porque el PRI se había desgastado al máximo por crisis económicas continuas y su corrupción generalizada. Con Fox, el blanquiazul no pudo completar la transición a la democracia que pedía el electorado. En lugar de ello, garantizó la supervivencia del régimen que había combatido. Mantuvo las mismas políticas económicas y la impunidad. Organizó un fraude electoral en 2006 al viejo estilo. Los panistas no tenían cuadros ni entrenamiento para gobernar; tuvieron que confiar posiciones clave a los priístas. Sus dos sexenios constituyen una etapa de decadencia y destrucción de la paz social. El PRI y el PAN han sellado una alianza para perpetuar el régimen político vigente. Han hecho entrega de las riquezas básicas del país a los intereses extranjeros con la esperanza de que esto les asegure un apoyo externo que los mantenga indefinidamente en el poder.

El PRI no es un aliado confiable. Debilitará al PAN revelando y denunciando sus tropelías, que son las mismas que los priístas practican porque en realidad pertenecen a la misma casta. El destino del PAN es oscuro: o continuará como una variante dependiente del tricolor o será desarticulado por sus disputas internas o un movimiento popular exasperado por toda esta impostura los sacará a ambos del poder.