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Ofreció un concierto con matices didácticos que devino verbena popular

La Sinfónica Infantil y Juvenil de México al fin pudo tocar en Nurío

A los 160 intérpretes de la Osim se sumaron 70 cantantes pletóricos de entusiasmo y alegría

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Una joven ejecutante de la Osim intercambia experiencias con una violinista de la Orquesta y Coro de Nurío durante la convivencia efectuada horas antes del concierto que ofrecieron el miércoles en la plaza pincipal de esa población ubicada en la meseta purépechaFoto Yazmín Ortega Cortés
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Periódico La Jornada
Viernes 8 de agosto de 2014, p. 4

Nurío, Mich., 7 de agosto.

Sólo esperamos a los que no han llegado, para dar comienzo el concierto. Fueron cinco las ocasiones que sonó a todo volumen una voz tipluda por los dos megáfonos que descuellan de dos astas de madera cercanas a la plaza principal de Nurío.

No fue nada extraordinario para la vida de este poblado, la forma de emitir el mensaje. Así ocurre a diario y varias veces al día con todo lo que es digno de ser noticia pública, sea que en la casa de doña Eréndira haya algo especial de comer y lo ponga a la venta o que don Isidro tenga carne fresca merced a la res sacrificada por la mañana. De por medio hay un pago de 15 pesos por ese servicio, en cada una de sus emisiones.

Lo que sí resultó inusitado esta vez fue el contenido de tan singular promocional, pues daba cuenta de la actuación que la Orquesta Sinfónica Infantil y Juvenil de México (Osim) ofrecería en esta localidad purépecha la tarde-noche de ayer, como finalmente ocurrió.

Así se les hizo saber a los pobladores y así lo hicieron sentir ellos con la expectación que mostraron incluso desde muy temprana hora, cuando llegaron cinco autobuses foráneos y tres de mudanza que transporta a los 160 integrantes de esa agrupación y sus instrumentos a lo largo de los siete puntos que abarca su 23 gira nacional.

Imponente ensamble de 70 voces

Más tarde se sumarían tres vehículos públicos, provenientes de Guanajuato y Jalisco, en los que arribó una treintena de representantes de tres coros, dos del primer estado y el otro del segundo.

Esos niños y jóvenes conjuntaron horas más adelante el imponente ensamble de 70 voces, incluidos los 40 del coro de Nurío, que, al lado de la Osim, conmovieron con su interpretación de Alas (a Malala), de Arturo Márquez, la penúltima obra del programa de anoche, la cual se ha erigido en el himno del movimiento de agrupaciones comunitarias del Sistema Nacional de Fomento Musical.

La población de Nurío respondió con entusiasmo a la convocatoria del concierto. Y eso que el mismo día hubo en el pueblo dos fiestas.

En torno de la cancha de basquetbol en la cual tuvo lugar la presentación, ubicada en la plaza principal, había poco más de 350 personas, aunque no todas oriundas del lugar, pues algunos eran familiares o acompañantes de los cantantes de los coros guanajuatenses y jalisciense, así como personal docente, técnico y administrativo de la Osim.

Lo que destacó de la audiencia local es el alto porcentaje de niños, jóvenes y mujeres de todas las edades que se apostaron en la periferia de esa cancha deportiva, sentados en las gradas, en sillas de plástico o bien de pie; una audiencia atenta que aplaudió sin tacañería el entusiasta y aseado quehacer de los noveles músicos cada vez que estos concluyeron una de las 10 piezas que integraron el programa, lo mismo que al finalizar la presentación.

Nada distrajo a los intérpretes ni al público del prodigio del hecho musical, ni siquiera los frecuentes comerciales que irrumpieron por los altoparlantes o la estridencia de una fiesta que realizaban a unas cuantas calles.

Unos y otros permanecieron entregados durante la hora y media del concierto, en una atmósfera que de sepulcral silencio devino verbena popular, gracias al ritmo sabrosón de los arreglos que el fallecido Eugenio Toussaint hizo de una serie de mambos de Dámaso Pérez Prado, pieza con la que la sinfónica infantil y juvenil cerró su actuación en Nurío, primero como parte del programa y luego como encore.

Fue un concierto con matices didácticos, toda vez que el director de la novel agrupación, Eduardo García Barrios, quien es también titular del Sistema Nacional de Fomento Musical, ofrecía una breve explicación previa a la obra que sería interpretada.

Música de Arturo Márquez

De La gran Pascua rusa dijo que su autor, Nikolai Rimsky-Korsakov, fue un gran compositor ruso del siglo XIX que se adentró en la música tradicional de su país y la llevó el terreno sinfónico, y que dicha pieza era de gran dramatismo y singular belleza.

Habló también de dos de los más grandes compositores que ha tenido México, Silvestre Revueltas y Arturo Márquez, de quienes se interpretaron Janitzio y el Danzón número 7, de forma respectiva. Lo mismo hizo de Georges Bizet, Manuel de Falla y Leonard Bernstein, cuyas partituras La Arlesiana, El sombrero de tres picos y West Side Story formaron parte del programa.

García Barrios, antes de concluir la sesión musical, aseguró que atenderá la petición de las autoridades de Nurío para que el coro del poblado sea el vehículo mediante el que los niños y jóvenes de la comunidad aprendan canciones en purépecha y con ello se contribuya a rescatar esa lengua materna del riesgo de desaparecer, por lo menos en esta localidad.

Mientras los dos megáfonos anunciaban la venta de un producto en una de las céntricas casas, el concierto de la Osim y el coro llegó a su fin, con 230 pequeños músicos y cantantes satisfechos y pletóricos de alegría, vibrantes y entusiastas, pues lo único que deseaban era seguir tocando y cantando, sonriendo, gozando. El siguiente punto de la gira de la Osim, este jueves, es Apatzingán.