Opinión
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Michoacán, tierra de suposiciones
E

n su primera plana de ayer, el periódico Reforma confirma lo que hasta hace poco era un rumor, apoyado por una foto publicada a inicios de mes, pero que estaba tan mal tomada que no conseguía establecer firmemente el hecho. El video filtrado muestra que Rodrigo Vallejo Mora, hijo del ex gobernador Fausto Vallejo, se reunió con La Tuta mientras su padre era gobernador, para discutir una serie de puntos de la política del estado. El periódico también da link al video donde aparece la mentada conversación. Se trata (¡otra vez!) de una filtración cuyo origen no es aclarado por la agencia Quadratín, que la publicó, pero parece haber sido realizada para para poder incriminar al hijo del gobernador y no tanto para perjudicar a La Tuta, ya que la cámara no encuadra al narcotraficante y aparece en el plano central el hijo del gobernador, conversando con una Tuta que queda fuera del encuadre, con excepción de una mano y a veces el hombro.

Esta clase de trascendido, grabado desde el principio para extorsionar o para conseguir algún otro rédito político, es lo que pasa por noticia en la política michoacana de hoy: un video que podría incluso haber sido mandado a hacer por la propia Tuta (si es que la conversación es en realidad con él) para poder extorsionar o negociar con un personaje cuyo padre, el entonces gobernador, era ya en ese momento un aliado de utilidad dudosa, porque le habían ya trasplantado, según el propio video, el hígado y varios otros órganos vitales. O bien podría haber sido hecho por algún aliado de La Tuta dentro del gobierno, que sabía que le vendría bien poder señalar a un gobernador moribundo como aliado del narcotráfico, para distraer atención de los aliados vivitos y coleantes que tengan los templarios hoy en Michoacán.

Finalmente no faltan acusaciones de una colusión amplia entre gobierno y templarios. La más notable fue lanzada por el doctor Mireles en dos entrevistas en Tv Azteca, donde el líder de las autodefensas acusaba directamente al comisionado Castillo de favorecer a las fuerzas de La Tuta en su lucha contra las autodefensas (entrevista 1 y entrevista 2). Y Mireles fue apresado poco después de esa entrevista, cuando estaba ya claro que el doctor no estaba dispuesto a deponer las armas, según se había acordado con el gobierno, debido, según unos, a su desconfianza respecto de la verdadera relación entre el comisionado Castillo y los templarios, y, según sus acusadores, a sus propias ambiciones, que se manifestaban en que llevaba muchas armas y mucha droga en su camioneta.

La dificultad para el público lector o televidente que se quiere informar está en que los procedimientos del sistema judicial tienen poca crediblidad en este país, y es fácil dudar de ellos. Sembrar drogas en la persona de un detenido es un procedimiento de sobra conocido, y el caso tan sonado de Florence Cassez mostró un grado muy elevado de colusión entre medios televisivos y operativos policiacos, al grado de que en ese caso se pudo armar un falso operativo de captura especialmente para la televisión, sin que los reporteros lo denunciaran.

Michoacán es hoy tierra de suposiciones, donde el gobierno pone y maneja la noticia a través de operativos cuyos móviles son en extremo debatibles. Nadie sabe por qué se ordenó un operativo del tamaño que tuvo el que se envió hace dos semanas contra La Gran Familia en Zamora. Está claro que las irregularidades y atropellos que se dieron en ese lugar se hubieran podido atender con un puñado de policías judiciales y tres agentes de salubridad. Pero si hubieran hecho las cosas así, la noticia habría ocupado la primera plana del Sol de Zamora, pero no habría pasado de una nota en la página 32 de algún periódico capitalino, y desde luego no habría ningún espacio en la prensa internacional. ¿Acaso es noticia que hay malas condiciones en los hospicios y correccionales de México?

Por eso se prefirió un operativo militar, con tanquetas y helicóptero, armas largas y mucha tropa lista para el combate, y se consiguió que todos los noticiarios televisivos principales del país, BBC, CNN, El País, etcétera. Se quería mandar un mensaje. Eso está clarísimo. ¿Pero por qué buscaba la PGR tanta visibilidad para este operativo? Ahí sí ya, quién sabe. ¿Quería hacer alarde de que ahora los niños son fundamentales en la agenda del gobierno federal? Quizá, aunque hasta donde sabemos no se están investigando las organizaciones del gobierno que canalizaban niños a La Gran Familia, ni los gobiernos locales, estatales y federales que durante décadas apoyaron a Mamá Rosa.

¿Buscaba distraer la opinión pública nacional y estatal del caso Mireles? Es un rumor que circula en algunas redes sociales, pero no queda claro que así sea. ¿Buscaba dar un segundo golpe a organizaciones locales que funcionaban con cierto nivel de independencia frente al gobierno estatal o federal? Es otro rumor. ¿Buscaba producir buenas noticias de Michoacán, en medio de una relativa falta de buenos resultados? Otro rumor. ¿Buscaba distraer la opinión pública en las semanas en que se aprobaría la reforma energética en el Congreso? Otro rumor. Son todos rumores que circulan hoy en Michoacán.

¿Por qué sale ahora un video filtrado del hijo del ex gobernador Vallejo platicando con alguien que, suponemos, es La Tuta? No lo sabemos. Pero sí quedan claras dos cosas. Primero, que con cada operativo mediático de este tipo el comisionado gana algo de tiempo, porque las especulaciones que surgen tienen luego que comprobarse con actos posteriores del gobierno. (Por ejemplo, si el operativo Mamá Rosa ocurrió porque el gobierno quiere poner a los niños seriamente en su agenda, tiene que ser seguido de una serie de medidas reales y sensibles que confirmen esa hipótesis; si en cambio era sólo un operativo para distraer durante la discusión sobre la reforma energética en el Congreso, no se necesita una política consecuente respecto de la niñez).

En cada operativo mediático el gobierno gana tiempo, esto es cierto. Pero por otra parte, con cada operativo mediático la sociedad como un todo pierde más y más un sentido de piso respecto de cuál es la verdadera realidad. Así, la sociedad se transforma en un campo donde las convicciones abundan, mientras faltan siempre las evidencias incontrovertibles. Mientras faltan los acuerdos. Se trata, por esto, de una estrategia política muy dañina, porque si el comisionado Castillo no consigue operar el milagro de extirpar la violencia de Michoacán, lo que va a quedar ahí es un mar de convicciones contrapuestas, y una falta de acuerdo absoluto respecto de un piso de realidad común. Hoy sabemos que el gobierno de Vallejo tenía un puente de comunicación y negociación con los templarios. Y sabemos también que a alguien poderoso le conviene que eso se sepa.