Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 27 de julio de 2014 Num: 1012

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Víctima colateral
Víctor Ronquillo

Poesía reciente
de Michoacán

La vida o la bolsa:
ser parisiense o morir

Vilma Fuentes

El zombie como representación
Ricardo Guzmán Wolffer

Historias al margen
del Segundo Imperio

Andreas Kurz

Breve, por favor.
La minificción

José Ángel Leyva

Leer

Columnas:
Galería
Ingrid Suckaer
Jornada Virtual
Naief Yehya
Artes Visuales
Germaine Gómez Haro
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Alonso Arreola
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Ana García Bergua
Cabezalcubo
Jorge Moch
Prosaismos
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Germaine Gómez Haro
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Gustavo Aceves: Lapidarium

A partir de una invitación que le fue hecha para representar al Vaticano en la Bienal de Venecia, el pintor y escultor Gustavo Aceves (Monterrey, N. L., 1957) desarrolló un proyecto de gran aliento que, poco a poco, fue creciendo hasta alcanzar una dimensión inconmensurable. En sus inicios, este trabajo tuvo como fuente de inspiración la célebre cuadriga de San Marcos en Venecia. Su imaginario se fue enriqueciendo con la evocación de otras historias y mitos relacionados con los equinos y el mar –la barca de Caronte, el caballo de Troya, entre otros– hasta toparse con la imagen de una piragua cargada de adultos y niños a lo largo de un viaje por las aguas del río Níger. Esta visión le dio la pauta para tejer analogías en torno a un tema de gran actualidad: la problemática de las migraciones y las consecuencias nefastas en miles de personas de estos éxodos clandestinos en todos los confines del orbe.

A partir de estas reflexiones, Gustavo Aceves se aboca a construir un proyecto escultórico basado en sus tribulaciones filosóficas acerca de la deshumanización, de la injusticia social y de los derechos humanos. Para cristalizar este proyecto, Aceves decidió, hace tres años, dejar la ciudad de París, donde residió las últimas dos décadas, y trasladarse a Pietrasanta, en Italia, localidad renombrada por la importancia de su cantera de mármol de Carrara, con el cual han trabajado los más grandes escultores, desde Miguel Ángel –La Piedad y el David– hasta figuras célebres de la actualidad que viven ahí como Fernando Botero e Igor Mitoraj. La primera etapa de este proyecto se concretó recientemente con una magna exposición en esa ciudad. Aceves presentó un caballo monumental –8 × 12m,130 toneladas– realizado en mármol y bronce blanco. Hay que resaltar que esta técnica del bronce blanco es una innovación que el artista mexicano ha conseguido en colaboración con los maestros artesanos de la fundería de Pietrasanta y el resultado ha dejado embelesados a propios y a extraños. También ha desarrollado otra técnica innovadora que consiste en calentar el fierro a mil 800 grados para ser trabajado a la cera perdida, así como la combinación de resinas mezcladas con metales y madera.


Caballos, Gustavo Aceves

La presencia de este soberbio caballo, en contraposición con la sobriedad de la arquitectura románica de la plaza, es un espectáculo conmovedor. Es una pieza avasalladora en todos los sentidos: poderosa por sus dimensiones, voluptuosa por el equilibrio de sus volúmenes y turbulenta por su expresividad. Una escultura audaz y de carácter recio de la que emana una belleza estremecedora.

El proyecto integral contempla cuatro esculturas de estas dimensiones que representan los cuatro mares: el Mar Negro, el Mar Muerto, el Mar Rojo y el Mare Nostrum, y cien esculturas de 3 × 3m, todas distintas entre sí y realizadas con materiales diversos como metal, madera, mármol y resinas. Una vez concluidas las piezas y tras su itinerancia por lugares emblemáticos, estos equinos navegarán cual barcas que buscan “la otra orilla” hasta llegar a Veracruz y, finalmente, harán su entrada triunfal en el Zócalo de Ciudad de México.

Como complemento a la pieza monumental que se exhibió en la Plaza de Armas de Pietrasanta, se presentaron tres cabezas de equinos en la Iglesia de San Agustín, cinco bronces de 3m en el patio principal del claustro, una cabeza monumental en asfalto en el Campanelle, escalera helicoidal diseñada por Miguel Ángel en 1519. Asimismo, cuatro portentosas barcas-caballo fueron colocadas a orillas del mar, como metáfora de la migración humana: el caballo, que es un animal terrestre deviene “barca”, para transportar al hombre desplazado de un lugar a otro.

El extraordinario y exorbitante proyecto de Gustavo Aceves, que ya ha iniciado su periplo en Pietrasanta, tiene como título Lapidarium, término que se refiere al lugar donde se depositan los fragmentos de obras escultóricas y pedazos de construcciones antiguas, comúnmente en el patio de un museo, en el atrio de un castillo o en la plaza de alguna ciudad. Lapidarium es un proyecto ambicioso cuyo principal objetivo es sacudir la conciencia del espectador y despertar su compasión en torno a uno de los dramas sociales más dolorosos de la actualidad. En palabras del artista: “Lapidarium es un testimonio mudo. Silencioso como el silencio de los migrantes a mitad del trayecto. Cada escultura es una esquela. El total de ellas forma un obituario.” (Puede ver la entrevista realizada a Gustavo Aceves en la Casa Lamm).