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De nuestras Jornadas

Palabra gubernamental

A

nte el caso del albergue La Gran Familia, en Michoacán, el gobierno federal aseguró que no abandonará a los niños. En los medios la discusión se refiere más a quiénes han defendido o criticado a Rosa del Carmen Verduzco. Cualquier intento por saber si se cometieron abusos contra los niños que estaban ahí, si había irregularidades en el manejo de los fondos que los gobiernos entregaron o si hubo uso excesivo de la fuerza en la operación policiaca implica sortear kilómetros de opiniones que tienen como punto de partida el caso, pero en el fondo son otra cosa: no se trata del papel que el intelectual debe jugar frente a los hechos históricos, sino de probar cuál de los grupos tiene más tamaños al momento de saciar el morbo.

La culpabilidad se define a partir del medio con el cual uno intente allegarse la información necesaria para hacerse una idea de lo que ocurría ahí. Lamentablemente, la tendencia muestra que el lector no busca en los medios, sino en las redes, y el tema en esos sitios no son los hechos. Ahí se trata de demostrar quién tiene razón al meter las manos al fuego por alguien. Por esa polarización, las administraciones federal y estatal pueden decir con impunidad que no abandonará a los niños, porque no importan, porque los niños en ese albergue son los mismos que en cada una de las entidades federativas están en condición de calle (eufemismo para no decir: abandonados de las políticas públicas).

Los gobiernos pueden jurar que no abandonarán a los niños porque en realidad no importa: no tenemos la cultura de dar seguimiento a las acciones gubernamentales. Como ciudadanos nos hemos acostumbrado al informe anual en el que todo se resuelve con un video, una publicación en papel finísimo con muchas fotografías, que resume las campañas que el DIF en cada entidad federativa realiza. Limosna y entretenimiento, básicamente.

Quizá, sólo quizá, un día se le tome la palabra a los gobiernos y se les haga cumplir. Entonces no abandonarían a los niños; pero eso significa que en ese momento el ciudadano dejará de verse en el espejo complaciente de sentir que participa porque regala un par de zapatos, apoya a los ancianos comprando artesanías o a otros sectores vulnerables porque aporta un peso solidario en cualquiera de las campañas que fomentan los gobiernos.

lja.mx

@jornadags