Opinión
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Ciudad Perdida

El Hoy no circula sabatino

Atrás, la mano federal

Al frente, el golpeteo al GDF

P

arece que nadie escuchó, que nadie entendió, pero ahí estaba una verdad de a kilo que alguien quiere que pase inadvertida para seguir atacando a la administración de Miguel Ángel Mancera. Las modificaciones al programa Hoy no circula fueron, por decirlo de alguna manera, una orden del gobierno federal que no admitía ningún ataque, y fueron parte de un acuerdo en el que participaron cinco mandatarios, incluido el del Distrito Federal.

El gobierno federal tardó en reconocerlo, a fin de cuentas el golpeteo y el descrédito que se movió en contra de Miguel Ángel Mancera parecía estar dentro de lo programado, pero cuando el asunto empezó a salirse de los cauces establecidos, y la gente amenazó con hacer estallar su ira en la calles de la ciudad de México, fue necesaria la confesión del secretario de Medio Ambiente federal, a la que no se le ha prestado, como ya dijimos, la menor atención.

Seguramente fue ese tufo a peligro lo que llevó al gobernador del estado de México, Eruviel Ávila, a pedir la revisión del programa, aunque él sabía que sus palabras no traerían ninguna consecuencia positiva para la población. La postura del gobernador, que apuntaba a dejar a Mancera como el único culpable, podía salvar la cabeza del mandatario mexiquense, pero las consecuencias en el DF, Hidalgo, Morelos, Tlaxcala y Puebla, las otras entidades involucradas, se consideraron de alto riesgo.

Y ya no era nada más el DF. Los Pinos, tarde o temprano, tendría que recibir su parte de culpa en el conflicto. Por eso seguramente se lanzó la confesión desde la Secretaría de Medio Ambiente. Juan José Guerra Abud, titular de la dependencia, advirtió que las modificaciones al programa estaban respaldadas por los gobernantes, que había un acuerdo, pero ¿de cuándo acá el gobierno de Peña Nieto se preocupa tanto por lo que sucede con los programas de los estados de la República si no es su gobierno el que lo propone, lo impulsa y lo impone?

Eso no quiere decir, de ninguna manera, que la idea hubiera salido del gobierno federal. Tendremos que acordarnos que algo muy parecido fue propuesto no hace mucho tiempo, pero no fructificó. Las modificaciones eran muy parecidas a las que hoy funcionan en el Distrito Federal, se les dio una revolcadita y así lo compraron en Los Pinos.

Por más que se diga, el rechazo casi unánime al Hoy no circula sabatino, que deja fuera de las calles del DF más de medio millón de vehículos, fue mal parido en su anuncio. Se trataba de sacar de circulación las unidades de 15 años o más. Se entendió entonces que la idea era que se renovara el llamado parque vehicular que rueda en la capital del país. Nada más.

Después se trató de cambiar el enfoque de la medida y se dijo que las modificaciones atacaban la emisión de contaminantes y no a los vehículos viejos. No se buscaba, se insistió, crear un programa para impulsar la compra de automotores nuevos, o menos viejos, pero el daño ya estaba hecho y nadie tampoco se creyó el asunto de que los gobiernos del acuerdo estaban por mejorar la salud de la gente.

El problema no ha terminado, pero ya es momento de que cada quien cargue con su saco de culpas, para que nadie se confunda. ¿Ok?

De pasadita

El jefe delegacional de la Cuauhtémoc, Alejandro Fernández, se olvidó de las cuestiones convencionales y le dijo al secretario de Educación federal, Emilio Chuayffet, que han sido los gobiernos de izquierda los que han construido la alternativa para los jóvenes que prefieren educarse, así como las escuelas de educación superior y media superior y las becas para ayudar a que nadie que quiera seguir estudiando se vaya de las aulas. La preocupación constante por construir un mejor futuro no la tiene, desde luego, la derecha, le faltó decir, aunque no fuera políticamente correcto. De cualquier forma, bien por el discurso.