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A la mitad del foro

La cruzada de los niños

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En imagen de archivo, niños migrantes centroamericanos esperan una revisión médica en una estación fronteriza de ArizonaFoto Ap
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ás de 50 mil niños, migrantes menores no acompañados, según la jerga diplomática de la globalidad, han sido detenidos y en su caso deportados de Estados Unidos. Del imperio vecino, única nación desarrollada, la mayor y más rica economía del mundo, que tiene una larga frontera terrestre con un país subdesarrollado. En vías de desarrollo, según el optimista decir de la tecnoburocracia que nos tiene paralizados en el desempleo y al borde de la hambruna.

Cómo no iban a intentar la larga y peligrosa travesía para cruzar la frontera y alcanzar el sueño americano. A pesar de la marginación, del desastre del desempleo que allá padecen y que los ha devuelto a la desigualdad de la era de los Robber Barons del siglo XIX. Son muchísimos los niños mexicanos que emprenden la cruzada y tercamente vuelvan a emprenderla en cuanto son devueltos a su amarga tierra. La frontera terrestre con el país del yankee dollar se prolonga ya del Bravo al Suchiate. De Guatemala, Honduras, El Salvador, y Nicaragua son ya la mayor parte de esos más de 50 mil niños que detectan y clasifican las autoridades de México y de Centroamérica reunidas con Joe Biden, vicepresidente de Estados Unidos y político progresista que enfrenta a la barbarie neoconservadora del Tea Party –de ultraderecha tal que asusta– y se ha impuesto a la facción conservadora del Partido Republicano.

Antes de ir a Punta Mita, Nayarit, al encuentro con mandatarios de la Alianza del Pacífico, Enrique Peña Nieto sostuvo una conversación telefónica con el presidente Barack Obama, quien, a pesar de los apuros que lo agobian en Irak, Siria, en el Levante, así como en las movedizas y violentas fronteras de Ucrania y Rusia, estuvo de acuerdo en la reunión de alto nivel entre México, Centroamérica y Washington. Son más de 50 mil, y aseguran los expertos que en menos de un lustro serán más de 90 mil los niños que atraviesen el territorio de la violencia, desde el sureste mexicano húmedo hasta las áridas regiones del norte. Travesía infernal a cuyos peligros materiales se añaden los asaltos mortales de los bandoleros mexicanos que trafican con seres humanos, tanto o más que con cocaína, heroína, metanfetaminas y, desde luego, la mariguana que los libertarios están en trance de legalizar.

Con los bandidos, los trabajadores del ferrocarril, desde los garroteros y los maquinistas que detienen los trenes a voluntad de los traficantes, y notablemente, los empleados del gobierno que trabajan en Población. Allá, en el norte, la frontera que se cruza de noche con un paso; con la guía de coyotes que, también, trafican con las vidas y personas de sus clientes. Sigue siendo el único punto de encuentro del sur subdesarrollado y pobre, con el norte industrializado, hoy dueño de las tecnologías de computación y telecomunicaciones; revolución científica formidable que con cada avance reduce los empleos bien pagados de las industrias y deja campo libre a los de servicio.

Hace unas semanas, Robert Reich describía con implacable precisión: en la década de los 50 General Motors era el mayor empleador de Estados Unidos y pagaba un salario de 35 dólares por hora; en 2014, el mayor empleador es Walmart y paga 14. Cómo estará el infierno en el sur empobrecido, con mayor desigualdad, más trabajadores en la economía informal y salarios decrecientes; cada día más mal pagados, contrapunto del costo de la vida y como burla del salario mínimo que nadie paga, dicen, pero les sirve de indicador. De guía, de estrella del norte para navegar el desierto y rehacer la Cruzada de los Niños de principios del siglo XIII.

En 1212, un adolescente acudió ante el rey de Francia para decir que Jesucristo se le había aparecido y le había encargado realizar una cruzada de niños para recuperar Jerusalén de manos infieles. Más de 30 mil acudieron a su llamado; la mitad murió de hambre, muchos desertaron o se perdieron en el camino. Los que seguían esperaban que el Mediterráneo se abriera a su paso, como el Mar Rojo dejó cruzar a pie a Moisés y a su gente. Al llegar a la costa recibieron siete barcos, ayuda de comerciantes, pero solamente cinco navíos llegaron a puerto. No a Tierra Santa, sino a Alejandría, donde los comerciantes que los habían transportado los vendieron como esclavos.

Mil años después, los migrantes africanos se embarcan para cruzar el Mediterráneo que se niega a abrirse, naufragan sus rústicos botes y cientos se ahogan. O son rescatados por la marina italiana para enviarlos de regreso al sur del Edén europeo, donde han dado marcha atrás al Estado benefactor y cedido al imperio de la desigualdad y la multiplicación de los marginados, del hambre, tal como entre nosotros. Ojalá la reunión de Guatemala permita ayuda efectiva para las decenas de miles de la cruzada de nuestros niños nómadas, aunque se ve cuesta arriba la solución, mientras no empiece por el punto de partida de los niños que en México trabajan sin protección alguna, con salarios menores que los insuficientes que se pagan a los jornaleros agrícolas adultos. Esclavos en las tierras fértiles de Baja California, en las cosechas portentosas de Sinaloa: sin escuela, sin servicios de salud; con hambre y todavía capaces de emprender la cruzada de la frontera con el imperio vecino.

Alfonso Navarrete Prida, secretario del Trabajo, conocedor de la materia y buen abogado, presenta un libro con título optimista; es de esperarse que también con sólidos fundamentos: México libre del Trabajo Infantil. Ignoro si esa libertad depende, o sea posible, con las reformas a nuestra legislación laboral. Por lo pronto, la norma obligaba al titular de la secretaría a tutelar los intereses del trabajador. Y atendía a las voces del dictado patronal, mientras las juntas federales o locales se convirtieron en mercado abierto de abogados huizacheros que prolongan procesos para cobrar más al trabajador, y del patrón, lo sea su voluntad. Ojalá, porque la cruzada de los niños concluirá con el sacrificio de la nación entera.

Arriba soplan aires frescos; se oyen discursos de aliento, el llamado a transformar la realidad que nos atormenta: el desempleo y el gasto público que no se ejerce, el sistema de salud pública que no es universal, que no ampara a los 50 millones de pobres de la economía informal; menos aún a los marginados en las tierras flacas, donde se levantan y se acuestan con hambre. Habrá que dar crédito a la voluntad política de Enrique Peña Nieto y su corte de jóvenes turcos; ver posible que los acuerdos de los partidos políticos de la pluralidad sean más que una ruleta en torno a la cual esperan más recursos públicos del reparto electoral o del acceso a los premios y prebendas de la empleomanía.

Algo, porque la nave se hunde y avanzamos con andar de sonámbulos rumbo al abismo. Ahí están la tragedia de Michoacán y el envilecimiento del lenguaje político. Fausto Vallejo solicitó licencia definitiva para dejar el cargo de gobernador: Renunció, dicen los encabezados de prensa y los lectores de noticias en el ágora electrónica. Salvador Jara Guerrero, ex rector de la Universidad de San Nicolás de Hidalgo, rindió protesta al cargo de gobernador sustituto, ante el Congreso local; tomó protesta, insisten en la Babel de estulticia.

¿Qué hacía Fausto Vallejo en Los Pinos antes de anunciar su solicitud al Congreso local? ¿Y qué necesidad había de enviar al comisionado Alfredo Castillo en calidad de representante del Presidente de la República?