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El neurocientífico participa en el seminario Arte y Ciencia que hoy se inicia en el Cenart

Tengo inquietud por la escritura; no creo en la torre de marfil, dice José Luis Díaz

El trabajo científico es parte de la cultura, expresa a La Jornada el investigador de la UNAM

Toda actividad humana, sobre todo la expresiva, es innata y adquirida por necesidad, opina

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Como en el caso de Wolfgang Amadeus Mozart, el genio es el conjunto del talento y el aprendizaje, expresa José Luis Díaz a La Jornada, durante la entrevista efectuada en la Escuela Nacional de Música, en CoyoacánFoto Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Jueves 19 de junio de 2014, p. a12

Los científicos no vivimos en una torre de marfil, sostiene el especialista en sicobiología José Luis Díaz (DF, 1943), quien considera imperativo terminar con el divorcio entre ciencia y humanidades.

Tal dicotomía no sólo está muy extendida en términos sociales y de políticas de Estado, asegura en entrevista, sino que incluso alcanza a los propios integrantes de ambos ámbitos, pues desconfían unos de los otros.

Como ejemplo menciona que el científico, por lo general, no piensa que los filósofos tengan mucho que decir sobre el problema de la conciencia, de la mente y los acota al terreno meramente de las especulaciones.

En tanto, agrega, los filósofos más ortodoxos, los duros, piensan que los científicos hacen trabajo empírico y están convencidos de que lo fuerte, exhaustivo e interesante es la labor teórica a priori.

Creo que en esto hay parte de verdad y de cerrazón, destaca el neurocientífico, quien el pasado 12 de junio ingresó como miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua (AML), en la silla VI, que dejó vacante el escritor e investigador Miguel Capistrán, fallecido el 25 de septiembre de 2012.

Vínculos entre arte y ciencia

Ahora, José Luis Díaz se prepara para su participación como conferencista en el seminario Arte y Ciencia: Terapia y Pathos en el Arte, que tendrá lugar este jueves y mañana viernes en el Centro Nacional de las Artes (Cenart), como parte de las actividades por el vigésimo aniversario del complejo cultural.

Ese encuentro académico tiene como finalidad encontrar los vínculos entre la creación y lo científico como dos mundos más conectados y con fronteras difusas. Participarán científicos, artistas y filósofos de reconocido prestigio que han profundizado en el tema, como Alain de Botton, Stuart Pimsler, Adolfo Martínez Palomo, Emiliano Gironella y Jorge Volpi.

El arte como terapia, terapia y pathos en las artes visuales, la literatura, la música y la danza, el arte sonoro y la medicina son algunos de los temas que abordarán los especialistas.

José Luis Díaz participará en la mesa Drogas y procesos creativos, el viernes, en la que disertará acerca de si los alucinógenos –como los contenidos en el peyote, en los hongos alucinógenos, la ayahuasca y el LSD– ayudan a ampliar la conciencia y, con ello, a contemplar problemas filosóficos fundamentales.

Graduado como médico cirujano en la Facultad de la Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el investigador y catedrático universitario debe su renombre internacional gracias a su quehacer en la sicobiología, la cual consiste en el estudio de las bases biológicas y cerebrales de la mente y el comportamiento.

Destacan sus colaboraciones en el Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM, el Centro de Neurobiología de México, la Universidad de Harvard y el Hospital General de Massachusetts en Boston, Estados Unidos, entre otras instituciones.

–Usted se aparta de este estigma de que el científico es un ser abstraído de la realidad social.

–Soy neurocientífico y conozco a gente que está clavada en el laboratorio, pero el trabajo científico es parte de la cultura y de la formación de personas de alto nivel. Los colegas que se dedican sólo a eso, pues qué bueno, pero yo tengo esta otra inquietud de la escritura y es mi propia línea y vocación. No creo en esta idea de la torre de marfil.

–¿Qué opina del divorcio entre la ciencia y la cultura? ¿Es real o una percepción equivocada?

–Existe la cultura de las artes y las humanidades y, por otro lado, la de las ciencias duras. Decía Charles Snow (un físico y novelista inglés) que tanto los científicos son ignorantes del mundo de las artes como los artistas y humanistas ignorantes de las ciencias. Yo creo que es muy duro afirmar algo así.

Debo decir con la experiencia de los dos ámbitos que el conocimiento de las ciencias básicas por parte de los artistas y humanistas es menos sofisticado y detallado que a la inversa, aunque empieza a existir una especie de movimiento de aproximación.

Alambrados para hablar

–En su discurso de ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua, usted abordó las bases científicas del lenguaje. Pregunta obligada es si el habla es una acción natural o adquirida.

–Tal inquietud es aplicable a casi todos los quehaceres humanos. Toda actividad humana, sobre todo la expresiva, es innata y adquirida por necesidad. Es decir, no es que sea una cosa o la otra.

Si no tenemos el aparato, que además heredamos de nuestros ancestros por selección natural, y sí la capacidad del habla, no podríamos hablar, como no pueden hacerlo en realidad los simios, a pesar de que pueden aprender conceptos y palabras, pero no pueden establecer frases ni mucho menos metáforas.

“Ese aparato lo traemos por evolución y por desarrollo del sistema nervioso, ontogénicamente. Venimos alambrados para hablar.

“El habla es mucho más que el idioma. Es cómo hablamos, tienen que ver la voz, la distancia, los actores, los gestos, toda la actividad comunicativa que es profundamente simbólica. Y esa actividad la tenemos innata, pero la tenemos que desarrollar, si no no sucede.

“Eso es para todo. A veces se habla de la enfermedad mental, si es heredada o adquirida, y es la dos cosas. Ya hay datos fuertes que permiten afirmar que la sicosis tiene elementos genéticos y adquiridos, y se conjuntan las dos cosas.

“En el habla y el aprendizaje de cualquier cosa pasa lo mismo. Incluso en las artes. ¿Es Mozart un genio porque lo trae de herencia, de su papá Leopold, o porque éste lo obligó a tocar desde los tres años?

“Son las dos cosas. Dio la casualidad de que este hombre traía un talento extraordinario de nacimiento y un padre que lo obligó a entrenarse de una manera exquisita desde muy chico, y el genio es el conjunto del talento y del aprendizaje.

Esa es una dicotomía que me gustaría ver rebasada. ¿Es esto innato o adquirido? Es que son las dos cosas. Todos traemos las capacidades para ser buenos y malos, sólo que ahí intervienen la educación y el medio ambiente como elementos cruciales para definir qué camino se toma.