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Dan a conocer libro del caricaturista dedicado a la colaboradora de La Jornada

Poniatowska, una voz independiente que descifra fenómenos complejos: El Fisgón

La escritora y periodista desempeña un papel activo ante los problemas de la sociedad, dice

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Elena Poniatowska (en primer plano) y Rafael Barajas, El Fisgón, en el Museo del Estanquillo, durante la presentación de La princesa Selenita, libro publicado por Ediciones EraFoto Yazmín Ortega Cortés
 
Periódico La Jornada
Martes 17 de junio de 2014, p. a12

La tristeza que invadió a José Emilio Pacheco (1939-2014), el talento de Gabriel García Márquez (1927-2014) y la erudición de Carlos Monsiváis (1938-2010), son las tres peculiaridades que Elena Poniatowska, Premio Cervantes de Literatura, admitió que le gustaría tomar de los autores, que fueron evocados este sábado en el Museo del Estanquillo.

La escritora y periodista que fue ovacionada en todo momento desde que llegó al espacio museístico, participó en la presentación del libro La princesa Selenita (Ediciones Era), del caricaturista Rafael Barajas, El Fisgón, cuento-homenaje sobre la autora de La Noche de Tlatelolco.

El primero en tomar el micrófono fue el caricaturista de La Jornada. Poniatowska, señaló El Fisgón, es uno de nuestros intelectuales públicos más importantes, porque ha desempeñado un papel activo ante los problemas de la sociedad, y con sus reflexiones ha logrado descifrar fenómenos complejos, puede opinar sobre éstos y al mismo tiempo es una pensadora independiente.

Después de recordar cómo ha sido la relación de los políticos con los intelectuales a partir de los años 50 del siglo pasado, El Fisgón también agregó a la lista de intelectuales más importantes de México a Carlos Monsiváis, porque militaba a favor de todas las causas, desde las más dolorosas del país, como el caso de los mineros de Pasta de Conchos, en el estado de Coahuila, hasta temas de maltrato a los animales.

Anécdotas de Monsiváis

Ante al público que abarrotó la terraza del Estaquillo, la escritora expresó que no se imagina la cultura de México sin la figura de Monsiváis y propuso, en broma, que el cronista sea declarado patrimonio cultural de la humanidad, “porque más que un hombre, es una escuela, una casa, una calle, una galería de arte, un bar gay, una biblioteca, un aula, una taquería, un Vips, un sansimonsi, un feminista, un gato con siete vidas.

“No le alcanzaron las siete vidas para hacer todo lo que quería, pero lo que logró fue asombroso, no sólo maulló sobre los tejados de la colonia Portales, lo hizo desde el alto del Empire Building y de la Torre Eiffel.

“Desde esos pisos 35, 60 o 90 a ras del cielo, nos hizo comprender que no sólo sabía de política, también de arte. Visitar un museo con Carlos –tuve esa suerte en Tel Avi y Berlín– fue una lección que todavía atesoro como uno de los grandes momentos de esta pinche y hermosa vida”.

Con ese sentido del humor que la caracteriza, además de su gran sonrisa, Poniatowska recordó varios aspectos de la vida de Monsiváis, en particular el lenguaje culto que poseía, pues jamás utilizó “palabras como cuate, mamón, rascuache, expresiones de moda o pinche, que es una de las que usan las niñas bien.

Él recurría a palabras inteligentes y con un lenguaje engarzado, que oscilaba entre lucidez y crueldad, reunía en sus columnas los días y las horas, los trabajos y los avatares de nuestra detestable política. Recogía las declaraciones de nuestros diputados, senadores; también se pitorreaba de las ínfulas o las desgracias literarias de sus amigos intelectuales.

A cuatro años de la muerte de Carlos Monsiváis, que se cumplen el 19 de junio, Elena Poniatowska extraña las terribles definiciones que le asestaba, así como su crítica devastadora y su opinión atroz, pero en su mente guarda innumerables anécdotas del escritor, las cuales compartió con el público que asistió al Museo del Estanquillo.

Al finalizar la presentación de La princesa Selenita, como parte de las actividades del homenaje Tres esencias viajeras, en honor de Carlos Monsiváis, Gabriel García Márquez y José Emilio Pacheco, la escritora firmó algunos ejemplares a los lectores.