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Admitió templarios en la Fuerza Rural, que ya está muy corrompida, asegura

Castillo ha pecado de ingenuo y se ha dejado comer el mandado: el padre Goyo

El sacerdote sostiene que la Tuta está hospedado en la casa de gobierno en Morelia

 
Periódico La Jornada
Domingo 15 de junio de 2014, p. 13

Una pistola 9 milímetros en su escritorio está lista para ser usada porque el sacerdote Gregorio López, el padre Goyo, como se le conoce en Apatzingán, donde es vicario, nació revolucionario y sustenta su lucha contra la delincuencia organizada en el Evangelio: Cristo es el primer revolucionario, el primer autodefensa.

Sentado frente a un tequila reposado, el padre Goyo es la antítesis de los sacerdotes que conforman la jerarquía católica mexicana, muy cercana al poder económico y gubernamental: A mí me interesan los pobres, apoyar el Movimiento Nacional de Autodefensas, porque yo estoy en Apatzingán, en el epicentro del mal, dice en entrevista con La Jornada.

En 1990 se graduó con una tesis sobre el Manifiesto comunista de Carlos Marx, y la teología de la liberación entró en su vida: Un cristiano hoy tiene que ser revolucionario, tiene que ser cambio, transformador de la realidad.

Hace unos días encabezó la toma de la alcaldía de Apatzingán para exigir al Congreso del estado la designación de un presidente municipal interino, cargo que hoy ocupa la síndico Lila Ceja, acusada de tener nexos con los templarios.

Con mis feligreses detengo las granadas

El padre Goyo integró el Consejo Ciudadano Responsable de Impulsar el Sano Tejido del Orden Social (CCRISTOS) y asegura que con sus feligreses puede detener el ataque de cualquier grupo templario: Ahorita estoy haciendo escuela. Si rezo el rosario con mil personas, con esas personas yo paro las granadas.

–¿Qué significa eso?

–Significa que hoy por hoy los templarios ya los tenemos fácilmente ubicados, hay tanta gente con nosotros, que por ejemplo, diez vatos que vengan con granadas, fácilmente los detenemos.

–¿Así nomás?

–Sí, ahorita el problema es que cada quien sepa con quién se junta, hay que tener mucho cuidado con quién andas. Yo no puedo dejar que se me acerque cualquier piojoso. Por ejemplo, si se me acerca el Pitufo, lo tengo que hacer a un lado, no puedo salir en la foto con él. Si se me acerca Vallejo, tengo que hacerme a un lado, aunque sea mi gobernador.

El padre Goyo no cree en la llamada Fuerza Rural, impulsada por el gobierno federal. Tampoco en el trabajo que ha realizado el comisionado para la seguridad en Michoacán:

“Alfredo Castillo está pecando de ingenuo. Es un ingenuo porque se ha dejado comprar el mandado por unos líderes que le doraron bien la píldora. Cree que los perros se pueden amarrar con longaniza. A Castillo le dieron atole con el dedo. Está fallando. Él está admitiendo en esa policía rural a todas las ratas, todos los templarios; esa policía acaba de empezar y ya está muy corrompida.”

–¿Por qué está corrompida?

–Por intereses mezquinos y económicos. Esos seudolíderes como papá Pitufo, los Viagra, el Cinco y otros, han perdonado a alcaldes por millones de pesos; perdonan a algún magnate, algún templario por 500 o 600 mil pesos, les han entregado propiedades por millones de pesos. Es una vil cochinada lo que están haciendo y el gobierno es parte de... no sé si es porque están recibiendo tajada. El dinero corrompe.

–¿A ustedes les han ofrecido dinero?

–Sí, para financiar el movimiento de autodefensas, pero no ocupamos. Si nos quieren ayudar con un vale de gasolina, comida, lo hacen por lealtad. Tengo abogados que en su despacho atienden víctimas, un médico me ayuda atender enfermos, el sicólogo me ayuda a dar terapia.

–¿Y las armas?

–Yo tengo mi arma en mi escritorio; si alguien me va a buscar, me encuentra. Yo no voy a ir a buscar delincuentes, porque para eso tengo una buena policía que la meto en cintura y me subo a la patrulla para ir a esa casa. Yo no voy a trabajar como albañil (porque) yo trabajé para ser arquitecto, no para ser chalán y tengo que poner a trabajar a todos los chalanes.

La revolución

Hace apenas unos meses regresó de su exilio en Europa, a donde fue por motivos de seguridad y por las amenazas directas de los templarios: Yo quise salir para descansar, pero también para darle una oportunidad a mis chicos de demostrar el temple. Me di la tarea en seis meses de enseñarles cuál es la meta que perseguimos y hacia dónde hay que meter el balón. Les enseñé a jugar, marqué la cancha, puse una línea y me salí como el director técnico. ¡A jugar! Yo puedo dirigir el partido desde lejos.

–¿Le sirvió el exilio?

–Sí, porque escribí, organicé las ideas. Me sirvió para ver la madera de cada uno: muchos corrieron, se zafaron, esa gente no me servía. Hemos caído en un bache con el presidente municipal y con ciertos actores políticos, donde supuestamente yo era el culpable. Pero me voy, los arrestan y yo inicio con un terreno limpio. Sirvió para bajar el agua y poder ver la corriente.

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A mí me interesan los pobres y apoyar el movimiento de autodefensas porque estoy en Apatzingán, en el epicentro del mal, expresa el padre Goyo en entrevista para La JornadaFoto Sanjuana Martínez

–¿Y como ve la policía rural de Castillo?

–Estoy viendo la lacra que hay dentro de la policía rural, cuál es su misión, porque están muy preocupados en cómo bajar rifles, cómo bajar balas, cómo bajar dólares. Yo no busco eso. No me puedo llamar rural como ellos, yo no puedo ponerme ese uniforme, no puedo permitir que el Pitufo se me acerque, porque me voy a quemar.

Autodefensas bien vistas

–¿Y el Vaticano qué dice?

–Estuve allí. El Papa tiene ya toda la información de lo que estamos haciendo con el movimiento de autodefensas a nivel nacional. Seguro que hoy me ha visto y al rato me habla.

–¿No lo van a castigar?

–No, al contrario, me dice: si tienes problemas con el obispo, nos dices y te lo vamos a cambiar, porque piensan que yo debo continuar con el movimiento, dirigirlo, porque si yo lo suelto lo puede agarrar un cártel, una logia. Necesitamos estar muy al alba.

–¿El Papa lo apoya?

–Sí, y sus cardenales. Estoy muy contento porque asistí a la canonización de Juan Pablo II.

–¿Eso quiere decir que la lucha de las autodefensas es legítima desde el punto de vista de la Iglesia?

–Sí, y muy bien vista a nivel mundial, porque cualquier hombre tiene derecho a defenderse, pero máxime cuando está siendo atropellado uno de los derechos fundamentales que es la vida; aquí nos están quitando la dignidad y tenemos que reclamar. El Papa está de acuerdo. Es más, este movimiento es social, es decir, justo lo que ha dicho el Papa: salgan, no los quiero dentro de la Iglesia en las bancas.

–¿La misión de las autodefensas es parte del trabajo pastoral?

–Por supuesto. Un cristiano, si no es revolucionario, no es cristiano. Cristo fue revolucionario, y esto lo dice el Papa y yo soy partidario de Francisco.

–¿En qué parte del Evangelio viene eso de hacer la revolución?

–Sencillamente Cristo nos invita en su persona a no dejarnos. Cristo es un revolucionario y no se deja. Le mandó decir que se callara, pero él avisó que iba a seguir predicando hoy, mañana y pasado. Vienen los escribas y quieren agarrarlo y él les echa en cara: Sepulcros blanqueados, raza de víboras. Cuando van a apedrear a María Magdalena, les dice: El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra. Cristo es el primer autodefensa.

–¿Cómo es que Cristo es el primer autodefensa?

–Porque no se deja. Es un hombre que no permite la injusticia así nomás por dejarse, no. Eso de que pone la otra mejilla lo mal interpretan. Eso significa ser tan astuto que seas capaz de lanzar el contraveneno, la otra lógica. La lógica de Dios es ir contracorriente, la contralógica.

–¿Y usted desde cuándo es revolucionario?

–Desde que salí del vientre de mi madre. Somos 11 hermanos, todos nacidos en una clínica, yo fui el único que nací en un rancho. Mi padre fue por la partera y tardó dos horas en volver, se le olvidó a qué chingados iba. Cuando regresó, mi mamá ya había cortado el cordón umbilical, se paró como pudo e hizo un té. En definitiva, cuando llegó la partera yo estaba tragándome un biberón de hierbabuena. He sido siempre de mucha batalla.

Los templarios siguen controlando Michoacán

–¿Y los templarios siguen allí?

–Sigue la mafia, siguen amedrentados, pero allí están. El monstruo está vivo. Los templarios son el monstruo.

–¿Siguen controlando el sistema económico de Michoacán?

–Claro, la carne sigue costando 120 pesos, cuando debería costar 60; la tortilla debe estar a 9 pesos y está a 16. Siguen las cuotas para ellos, el cobro de piso. Y el gobierno no ha querido abrir la ventana de la Profeco.

–¿Entonces qué ha cambiado en Michoacán?

–Pues nomás que ya no están los que mataron y ahora están los rurales, nomás cambiaron de uniforme. Ayer andaban sin uniforme, hoy son rurales.

–¿Y la Tuta dónde está?

–En la casa de gobierno en Morelia. No lo digo en broma, lo digo en serio. La Tuta no es nada pendejo, él les hizo videos a todos y los tiene de un huevo y él va a gritar. Está hospedado en la casa de gobierno.

–¿Es posible pacificar Michoacán?

–La paz no se logra sin la justicia. ¿Qué es justicia? Es darle a cada uno lo que le corresponde.