Washington, 30 de mayo.

El Departamento de Estado de Estados Unidos confirmó hoy reportes de que un ciudadano estadunidense pepetró un atentado suicida en Siria el domingo anterior, mientras el opositor Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) señaló que bombas rudimentarias lanzadas por las fuerzas del presidente Bashar Assad en zonas controladas por rebeldes en la ciudad de Alepo han matado a mil 963 personas en lo que va del año, de las cuales 567 eran menores de edad y 283 mujeres.

El atacante suicida, quien se hacía llamar Abu Hurayra Amriki, fue autor de uno de los cuatro atentados con bomba –el 25 de mayo en la provincia siria de Idlib– en nombre de Jabhat al Nusra, grupo ligado a Al Qaeda que lucha por derrocar al gobierno de Assad.

Puedo confirmar que este individuo era ciudadano estadunidense, erxpresó la portavoz del Departamento de Estado, Jen Psaki. El diario The New York Times informó que se trata de un hombre procedente de Florida, de unos 20 años y con orígenes familiares en Medio Oriente.

Según un video publicado por la rama siria de Al Qaeda, participó en el ataque perpetrado con un camión lleno de explosivos. El documento gráfico, difundido por el sitio Intelligence Group, muestra una enorme explosión y la foto de un joven con barba identificado como el autor del ataque.

En tanto, el director del OSDH, Rami Abdel Rahman, aseguró que si la táctica en Homs era asediar y hacer padecer hambre, el régimen sirio busca en Alepo causar la máxima destrucción para vaciar la ciudad de habitantes.

El 9 de mayo el ejército se hizo del control de Homs, favorecido por la lucha interna entre rebeldes y yihadistas. Las bombas barril son dispositivos repletos de explosivos y metrallas que las tropas sirias lanzan desde helicópteros sobre zonas controladas por los rebeldes.

Expertos en derechos humanos de la Organización de Naciones Unidas (ONU) advirtieron que de no enviarse el caso de Siria a la Corte Penal Internacional, se abre el camino para que se cometan más atrocidades. Mientras tanto el papa Francisco lamentó la larga duración de la crisis en Siria, que ha dejado 162 mil muertos y nueve millones de desplazados. El pontífice advirtió del peligro de acostumbrarse a ella.