Opinión
Ver día anteriorMartes 27 de mayo de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Aquellos esforzados mexicanos
S

on múltiples los grupos de auténticos batalladores que desde sus propios espacios luchan toda su vida por México. Tal vez los menos recordados y reconocidos sean los miembros del Servicio Exterior Mexicano (SEM), el más antiguo servicio civil de carrera, fundado en 1829.

Para un país de 120 millones de habitantes, con relaciones políticas con 192, más de 69 consulados, más representantes en organismos internacionales, desplegados en una red de 149 legaciones y 44 delegaciones dentro del país. México cuenta solamente con mil 108 profesionales responsables para responder por tan delicado tema.

En los últimos 13 años se han incorporado al servicio solamente 40 egresados del Instituto Matías Romero; sin embargo, nuestra embajada en Washington está infestada de arribistas, recomendados y familiares de semidioses (revista Proceso, 1959). Oficialmente, dice la secretaría, que se ingresa al servicio por oposición, mediante concurso. ¿Qué dirá ante ello el secretario Meade?

Se adivinará lo pesado de la tarea si se considera que la misión del servicio es, según su Ley Orgánica, ser responsable de ejecutar la política exterior de México, de conformidad con los principios normativos que establece la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Su deber es representar a México con gran altura y con medios que frecuentemente se cubren a su costo. Debe destacarse la sobriedad de sus miembros básicos que defienden el interés nacional con gran abnegación, trabajando igual en grandes ciudades que en los más inhóspitos lugares.

A los diplomáticos se les supone opulentos, elegantes, altivos. Se les imagina en suntuosos salones en grandes y resplandecientes urbes. Poco se les concibe en Hanoi, Tegucigalpa, Adis Abbeba, Kiev o Argel. También pueden ser delegados de la Secretaría de Relaciones Exteriores en Tlaxcala o Tuxtla Gutiérrez.

Al final de la carrera sus miembros se encuentran con que su pensión es magrísima y muy pocos cuentan con un patrimonio que les dé seguridad en el retiro. Los embajadores son los menos y aún ellos alcanzan un retiro de sólo 20 mil pesos, que equivalen a 30 por ciento del otorgado a un general de división y es la mitad de lo que recibe un médico especialista del IMSS, que además tiene profesión libre.

El caso de funcionarios menores del servicio ya retirados es más patético. Pasan su vida en el extranjero y regresan tarde en la vida a México, sin entornos propios y obligados a reducir su vida ante una raquítica pensión.

A estos últimos perteneció Oscenia Jaimes, la magnífica secretaria de todos los que por décadas fueron embajadores de México ante la Casa Blanca. Meritoria por su eficacia, lealtad y discreción en tan difícil situación. Se jubiló después de 40 años de servicio.

Su jubilación fue menor de 4 mil pesos mensuales. Al retirarse radicó en Cuernavaca; a los 80 años ya no pudo sostenerse. Se mudó a Morelia a vivir a expensas de una sobrina, Allá murió.

Un grupo de ellos ha solicitado una entrevista con el secretario Meade desde el 3 de mayo de 2013, por escrito y respetuosamente, como estipula la Constitución. No sólo no los ha recibido, contrariando el artículo octavo constitucional, ni siquiera ha acusado recibo de la solicitud. La actitud del canciller apunta su nulo interés por los elementos de ejecución de la política que conduce ni por conocer el potencial y los retos del propio Servicio Exterior.

El canciller parece no tener necesidad del profesionalismo del Servicio Exterior en momentos en que la mayoría de los países comparables aprovechan la interacción de la diplomacia en la globalización. Al canciller no le interesa aprovechar la oferta de apoyo de sus diplomáticos profesionales en el activo y menos de explotar la gran experiencia de los retirados.

Una simple justicia cívica obligaría a que el gobierno pusiera atención sobre este grupo tan pobremente reconocido en sus múltiples valores: Son paradigma histórico Matías Romero, el embajador de Juárez en Washington; Gilberto Bosques, el cónsul en Marsella, salvador de miles de vidas de expulsados de su patria; Rafael de la Colina, medalla Belisario Domínguez; Manuel Tello B., defensor de nuestra política ante la expulsión de Cuba de la Organización de Estados Americanos, y muchos insignes más.

La aportación a los más altos intereses nacionales y la alta calidad de los componentes del SEM está demostrada. Razones humanitarias a las que la patria debe corresponder. Honrar honra, dijo José Martí, y es hora de escucharlo, pero por lo pronto lo ineludible es que sean atendidos, como lo han solicitado desde hace 12 meses ante el canciller.

[email protected]