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Un cambio de paradigma en la biomedicina
M

ás vale tarde que nunca, dice el refrán… En la segunda década del siglo XXI asistimos a un cambio muy significativo en la ciencia al establecerse nuevos criterios en la investigación biomédica que exigen la consideración del sexo. No me refiero aquí a la creación de condiciones para la incorporación de un mayor número de mujeres en esta tarea –un tema muy importante que se viene discutiendo desde hace algunos años en México y el mundo en el cual se ha ido avanzando aunque muy lentamente. Se trata de otra cosa. Estamos ante un auténtico cambio de paradigma en la forma de realizar los estudios científicos.

Empleo aquí el término paradigma, en el mismo sentido que le da el historiador y filósofo Thomas S. Kuhn en su célebre libro sobre La estructura de las revoluciones científicas. Hasta ahora, la investigación biomédica, que indaga sobre la estructura y funciones de los seres vivos y en especial en la especie humana con la finalidad de entender los estados normal y patológico y encontrar tratamientos adecuados a las enfermedades, no consideró como algo relevante u obligatorio el sexo en los estudios clínicos.

Así, prácticamente todo lo que sabemos acerca de las enfermedades ha sido el resultado de la investigación que se realiza sin considerar el sexo en las investigaciones a nivel celular (si las células proceden de hombres o mujeres, o de machos o hembras), en modelos experimentales (que se realizan sin consideración del sexo en distintas especies animales), ni en los estudios clínicos (en los que participan humanos). No sólo eso. Mucho de lo que sabemos sobre las funciones orgánicas en la salud y la enfermedad es el resultado exclusivamente de modelos masculinos, a los cuales se les da un valor universal.

Siempre me ha sorprendido lo anterior en el caso de la diferenciación sexual (los procesos que determinan que el embrión humano tome una ruta masculina o femenina), estudios en los que se ha privilegiado el modelo masculino, y el desarrollo sexual de las mujeres se ha explicado por ausencias o carencias respecto al desarrollo sexual de los hombres.

Pero todo eso comienza a cambiar. Con el paso del tiempo se han venido acumulando datos que no concuerdan con el modelo predominante (anomalías como las llamaba Kuhn) y ponen en duda su validez. En un artículo publicado el pasado 14 de mayo en la revista Nature, Janine A. Clayton y Francis S. Collins, y respectivamente, identifican algunas de estas anomalías y fijan con claridad las nuevas reglas que seguirán los proyectos de investigación financiados por los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH por sus siglas en inglés).

Basados en numerosos ejemplos y estudios publicados que ya forman parte de la literatura científica mundial, Clayton (directora asociada de investigación en salud de la mujer de los NIH) y Collins (director de los NIH) describen las grandes diferencias atribuibles al sexo que existen en los estudios realizados a nivel celular, en diferentes especies animales, así como en los humanos, en las fases clínicas de la investigación. Tanto las características de las enfermedades como la respuesta ante los diferentes tratamientos médicos y farmacológicos difieren sustancialmente cuando se trata de hombres o de mujeres… El modelo anterior es ya insostenible y el cambio de paradigma es obligatorio.

Las medidas que anuncian Clayton y Collins como la nueva política de los NIH, abarca varios niveles desde la capacitación hasta la exigencia a los solicitantes de financiamiento de informar e incluir en sus proyectos sus planes para el balance del sexo en células y animales en los estudios preclínicos y de hombres y mujeres en las fases clínicas. El cambio que se avecina es tan radical, que incluye a los revisores y evaluadores de proyectos, así como a los editores de las revistas científicas.

Debido a que las evidencias son apabullantes –y la influencia de los NIH en el campo de la investigación biomédica es tan importante– es muy probable que con el tiempo arrastre a la comunidad científica mundial hacia esta nueva manera de abordar la investigación científica en este campo.