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Él estaba en Pómaro, donde no hay señal de celular: líder comunitario

A Mireles que ni lo embarren; él nunca ordenó la avanzada

Semeí Verdía confirma una versión: el mandato vino del comandante Valerio

El Pitufo sí esta coludido hasta firmó papeles a los de Chuquiapan”

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Semeí Verdía, comandante de la policía comunitaria y de las autodefensas de la Costa, se reunió ayer con varios líderes de Coahuayana, Aquila y Chinicuila, además de visitar Caleta de CamposFoto Víctor Camacho
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Periódico La Jornada
Miércoles 14 de mayo de 2014, p. 7

Caleta de Campos, Mich.,13 de mayo.

“¿Entonces qué, Platanito, cuándo piensas avanzar?”, dijo el comandante Valerio, de la Policía Federal. Gabriel Caballero Farías, jefe de la autodefensa de este lugar, respondió: Estoy esperando la orden. El comandante policiaco se alejó unos pasos, fingió que hacía una llamada telefónica y regresó: Ya, muévete.

Es la orden que sus rivales atribuyen al médico José Manuel Mireles y que le costó ser destituido como vocero del Consejo General de Autodefensas. La orden que propició que el comisionado federal, Alfredo Castillo, dijera que se investigaba a Mireles por su participación en el enfrentamiento que costó la vida a cinco personas, el pasado 28 de abril, a unos kilómetros de aquí, en una población de nombre Chuquiapan.

Caballero Frías ha sido identificado por el comisionado Castillo como el comunitario que disparó contra personas desarmadas, aunque el funcionario federal nunca lo ha identificado por su nombre, sino sólo por su mote: el Plátano.

La escena inicial la cuentan, arrebatándose la palabra, una decena de comunitarios de Caleta, en su retén y armados como siempre, pese al desarme anunciado por el comisionado.

Los comunitarios de Caleta hablan después de saludar a quien reconocen como jefe de las autodefensas en casi dos tercios de la costa michoacana: Semeí Verdía, primer comandante de la policía comunitaria de la comunidad nahua de Ostula.

Poco antes, Verdía –quien vivió cuatro años fuera de su comunidad luego de huir porque los templarios lo buscaban para matarlo– ha ofrecido, en la cabecera municipal de Aquila, su total respaldo al médico Mireles: Sigue siendo nuestro líder y es la figura nacional e internacional de nuestro movimiento, dice.

El joven Verdía es el único comandante de las autodefensas que fue electo por una asamblea general de su pueblo y no se cansa de repetir: El doctor Mireles en ningún momento autorizó la avanzada.

El comandante comunitario dice que se ha afirmado que Mireles autorizó la avanzada mediante una llamada telefónica. Pero en ese momento él se encontraba en la asamblea de la comunidad indígena de Pómaro, donde ni siquiera hay señal de celular. Tenemos el acta de la asamblea para probar a qué hora abandonó la comunidad.

Verdía habla acompañado de los jefes de las autodefensas de los municipios de Aquila, Coahuayana y Chinicuila, quienes respaldan todos sus dichos y cierran filas en torno de Mireles. También están presentes representantes de Caleta, tenencia del municipio de Lázaro Cárdenas.

En una entrevista con este diario, el comandante Cinco dijo que el estúpido de Mireles dio la orden de avanzar, a sabiendas de que en el retén de Chuquiapan había personas que eran obligadas por los templarios a permanecer ahí.

En Caleta, un comunitario muestra una libreta que recogieron en el lugar de la balacera del 28 de abril: tiene anotadas fechas, nombres y pagos de las personas que hacían guardia para evitar el avance de las autodefensas hacia el puerto de Lázaro Cárdenas. Llama la atención que en la lista no hay personas procedentes de la población donde estaba instalado el retén que duró dos meses: todas era de La Mira y de poblaciones de los alrededores.

“A nosotros nos dijeron que no eran templarios, aunque sa-bíamos que sí. Según ellos era gente obligada. Pero ahora que el gobierno actuó con el Cinco y el Pitufo y detuvo a 155 falsas autodefensas, resulta que sí eran templarios”, remata Verdía.

El poder de la doctora

Al finalizar la rueda de prensa que ofrece a varios medios, la mayoría locales, Verdía recorre la costa y se detiene en varios pueblos. En el trayecto por la costera, es evidente una presencia mucho menor de la Policía Federal y del Ejército, en comparación con semanas anteriores.

En cada lugar donde Verdía se detiene, acompañado de dos camionetas con sus escoltas, hay barricadas y hombres armados, pese al vencimiento del plazo puesto por el comisionado.

La razón es simple: la funcionaria de la Secretaría de Gobernación encargada de convertir a las autodefensas en policías de la llamada fuerza rural nunca ha podido llegar a Caleta de Campos.

Lo intentó hace unos días. El resultado fue desastroso: les pararon el alto a la altura de un lugar llamado Solera de Agua, la retuvieron, la encañonaron y, según dicen las autodefensas de Caleta, incluso la amarraron. Con excepción de este último dato, la versión fue confirmada a este diario por el hombre que manejaba el vehículo: Juventino Cisneros, Tilín, autodefensa de Tepalcatepec.

La funcionaria se ha identificado como Emilse Arrue y en algunos municipios le llaman la licenciada cubana, aunque en otros la conocen como la doctora. En un punto coinciden: la funcionaria tiene mucho poder: “Se acerca a los líderes y les dice: ‘Dame los expedientes de las personas en las que confías; ellos pasan directo’”. El resto de quienes buscan integrarse a la policía rural tiene que someterse a exámenes y, finalmente, a la aprobación personal de la funcionaria, quien decide aceptar o rechazar a los aspirantes.

Estanislao Beltrán ha acusado a las autodefensas de la costa michoacana de querer hacerse del control del importante puerto de Lázaro Cárdenas.

Semeí se ríe de esa versión. A mí qué, si yo no soy minero. A mí lo que me interesa es que las carreteras de Michoacán se liberen, que podamos andar libremente por aquí.

Al llegar a Caleta, Verdía se sienta a comer birria mientras las autodefensas que alguna vez recibieron órdenes del Plátano se sueltan en un coro: “Al doctor Mireles que ni lo embarren; él ni estaba aquí. Si se trata de ir a atestiguar, vamos, pero vamos a ir muchos, aunque nadie nos ha llamado.

Papá Pitufo hasta les firmó papeles a los de Chuaquiapan; él está coludido. Aquí nos mandó 15 templarios el Pitufo, quería que los recibiéramos, pero se los echamos para atrás; por eso no nos quiere. El 28 de abril no eran dos, eran más los armados, y también nos dispararon desde el cerro; ellos mismos le dieron a su gente.

“Nosotros detuvimos a 16, los entregamos a la autoridad en Uruapan y los soltaron al tercer día. Después de lo que pasó vino Pitufo con su gente y nos querían partir la madre. Si no hubiera estado el doctor Mireles lo hubieran hecho”.

Semeí Verdía confirma una versión escuchada en Tierra Caliente. Dos días después de las muertes de Chuquiapan, el comisionado se reunió con los líderes de las autodefensas. Ahí se escuchó la versión de que la orden la había dado el poderoso mando de la Policía Federal de apellido Valerio.

Castillo no hizo caso. Tampoco quiso escuchar la versión del representante que mandó Caleta. Eso sí, cuando escuchó el apodo, quiso saber quién era el Plátano. Se hizo un silencio.

Hasta que Semeí Verdía dijo: No se hagan, muchos de nosotros hemos estado en reuniones con él. Castillo le pidió a Verdía: Traémelo. El comandante nahua se negó.

El Plátano se esfumó. Y pese a la investigación en curso, ninguno de quienes colaboraron con él ha sido llamado a rendir declaración.